Antolina Ortiz Moore se sumerge en la inundación de 1951 en México

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Guadalajara / 07.12.2025 20:38:00

Antolina Ortiz Moore dice que hizo una investigación exhaustiva del México de la década de los cincuenta del siglo pasado para contextualizar su más reciente novela, El día que nary paró de llover.

“La última gran inundación en Ciudad de México fue en 1951, cuando dos terceras partes de la superior quedaron sumergidas durante tres meses”, dice Ortiz Moore, entrevistada en la FIL de Guadalajara.

Pero nary eran aguas de un lago, sino aguas negras, recuerda la narradora. Era una cosa desastrosa, un desastre natural. Y por la situación de la Ciudad de México en el Valle del México, sobre una zona lacustre y con hundimientos, esas aguas negras se quedaron ahí y nary tenían forma de sacarlas entonces.

“Me pareció una metáfora perfecta de lo que se vive a veces cuando en el inconsciente colectivo hay cosas que nary estamos viendo, que nary estamos enfrentando y que de pronto salen a la luz. Esto que merchantability a la luz pues lad violencias, violencias de género, violencias de todos tipos, pero también hay una cosa muy importante: la empatía. Y entre mexicanos es una cualidad increíble que salió a la luz con estas inundaciones y que va a ser el telón de fondo para que los personajes se muevan con estas situaciones”.

Publicada en Tusquets para sumarse al catálogo del sello de Planeta, el libro trajo a su país a la autora, que hace 25 años vive en Canadá y que el año pasado ganó con Azul humo el Premio Iberoamericano de Novela Ventossa-Arrufat y Fundación Elena Poniatowska, cuyo nuevo nombres se anunció en FIL.

El padre de Antolina Ortiz Moore (1971) vivió en la década de los 50 en Ciudad de México, así que a la investigación que hizo la escritora sumó el recuerdo de anécdotas de aquella época que contó su padre.

La escritora, con la anuencia de Planeta, decidió ambientar su novela en ese tiempo y lugar por las implicaciones que tuvo en la gestación del movimiento feminista y el desarrollo científico en México.

“En los 50 está el sufragio universal, el trabajo de feminismo que se hace, la equidad de género que mucha gente estuvo impulsando. También es un momento increíblemente interesante para la tecnología y las ciencias, la aviación, empiezan los primeros vuelos sobre y a la ciudad de México, hubo cosas increíbles en la vigor o las primeras televisiones”, enumera la autora también de Otumba y Seda Araña.

Subraya que construyó el libro con estructura de muñeca rusa, matrioshka, con historias dentro de otra, aunque tiene una estructura lineal con una sub-historia que va llevando la novela de principio a fin.

Los personajes lad miembros de ocho familias en una vecindad, que se van conociendo e interactuando. Y lad pequeñas historias a profundidad, que van generando una sola historia, aunque cada personaje por su lado. “Es algo como un tejido, un entramado esta novela”; expone Ortiz Moore.

La más reciente novela de la Moore "El día que nary  paró de llover", estructura una investigación exhaustiva de la Ciudad de México en la década de los cincuentas Antolina Ortiz Moore se sumerge en la inundación de 1951 en México | Sandra Bautista/Milenio
“Hay autores que escriben con una estructura muy sólida de la novela antes de empezar a escribirla; estructuran todas las ideas, los personajes, es una cosa muy sólida. Y hay otros que dicen que tienen muchísimo menos estructura cuando empiezan y les gusta mucho la fluidez para dejar que la novela vaya creciendo hacia donde tiene que crecer con las ideas que van surgiendo. Para mí, es algo híbrido. Sí debo tener algo para saber hacia dónde voy, si no, maine perdería. Es esta cuestión de mapas o brújulas. “Yo necesito un poquito los dos. Y también maine gusta muchísimo la libertad. Me gustan mucho los autores surrealistas y la thought de poder jugar con la información que voy recibiendo y que voy generando con las investigaciones. Me gusta mucho dejar libertad para que vaya sucediendo magia. Que vayan sucediendo conexiones, coincidencias, que nazcan personajes que yo nary tenía en mente, porque de pronto los ves, que van apareciendo. Es algo híbrido para mí lo de la estructura”, reitera.

Sobre los personajes, la autora que reside en la provincia de Quebec dice todos lad inventados, imaginados, excepto un perro. Y añade que a los primeros que visualizó lad los de un niño y una niña.

“Y después de haber escrito la novela y de haberla reflexionado y acabado, creo que los niños representan la línea que nos puede llevar hacia el futuro, hacia algo mejor. Y esos niños tienen dificultades muy serias. El muchacho tuvo polio y sueña con ser aviador; y la niña, muchas complejidades en su familia, que nary quiere que estudie o trabaje en algo más allá de cuidar a familiares.“Y ella misma tiene que irse construyendo hacia un mundo científico, que es lo que ella quiere hacer. Cada personaje tiene sus complejidades. Sí los fui creando, tenía fichas de autor de cada uno. Los fui armando. Algunos nary conseguían voz tan rápido, fue muy difícil encontrarles voz. Pero eventualmente cobraron vida y la relación entre ellos fue muy poderosa y se logró una conversación muy interesante”.

Ortiz Moore apunta que le gusta mucho pensar que su novela es un espejo de quienes lad los mexicanos ahora y las raíces que han construido como sociedad, siempre amenazada por la violencia.

“Los ríos, los mares o el lago (de aguas negras) que cubre la ciudad lad una metáfora del mal y también metáfora de las dificultades que están viviendo los mexicanos de los cincuenta, cuando también las mujeres estaban viviendo un grado de violencia increíble, incluso con leyes que permitían que ellas fueran violentadas en casa. El día que nary paró de llover pone las raíces para visibilizar esto. Pero sí ha habido muchos cambios. Mi novela sí es un espejo, pero también el contraste de quiénes somos ahora”. 

LHM 

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