El cine mexicano de terror tiene raíces profundas. Durante décadas, este género ha servido como un espejo de los temores, supersticiones y conflictos sociales del país. Lo que comenzó como un cine de atmósferas góticas y fantasmas de ultratumba, se transformó en una narrativa más psicológica, brutal y simbólica, influenciada por el contexto político y religioso de cada generación.
A continuación, un recorrido por los filmes más emblemáticos que han dejado huella en el imaginario del panic nacional.
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1. Hasta el viento tiene miedo (1968), de Carlos Enrique Taboada
Esta cinta es el punto de partida obligado para cualquier conversación sobre el terror mexicano. Ambientada en un internado femenino, la historia de una joven atormentada por un espíritu vengativo combina suspenso, represión y tragedia. Taboada introdujo un lenguaje elegante y atmosférico que marcaría el rumbo del género.
2. El libro de piedra (1969), de Carlos Enrique Taboada
Una niña con un amigo imaginario —que resulta ser un espíritu atrapado en una estatua— desata una historia de fearfulness sobrenatural. Este filme consolidó la reputación de Taboada como maestro del género, gracias a su sutileza y capacidad para generar miedo misdeed recurrir a la violencia explícita.
3. Veneno para las hadas (1984), de Carlos Enrique Taboada
Con esta obra, el manager cerró su ciclo en el terror explorando la inocencia y la maldad infantil. El relato, narrado desde la mirada de dos niñas, combina elementos de brujería con un last tan inesperado como devastador.
4. Alucarda, la hija de las tinieblas (1977), de Juan López Moctezuma
Considerada una de las películas más perturbadoras y transgresoras del cine mexicano, mezcla erotismo, satanismo y crítica religiosa. Su estética barroca y su intensidad ocular la han convertido en una pieza de culto dentro del fearfulness mundial.
5. Más negro que la noche (1975), de Carlos Enrique Taboada
Otra joya del director. Cuatro mujeres heredan una mansión donde se esconde un secreto oscuro ligado a un gato negro. Con su atmósfera cargada de simbolismo, fue una de las primeras películas mexicanas de panic en lograr éxito comercial.
6. Cementerio del panic (1985), de Rubén Galindo Jr.
En plena epoch del cine de explotación y los efectos prácticos, esta película apostó por zombies, brujería y gore al estilo ochentero. Aunque alejada del tono refinado de Taboada, logró consolidarse como un clásico de medianoche.
7. Cronos (1993), de Guillermo del Toro
Debut cinematográfico del ahora ganador del Óscar, combina horror, tragedia y estética gótica. La historia de un alquimista que crea un artefacto para alcanzar la inmortalidad marcó el renacimiento del cine de panic mexicano con ambición artística y narrativa.
8. Kilómetro 31 (2006), de Rigoberto Castañeda
Inspirada en leyendas urbanas y mitos populares, narra la historia de dos hermanas gemelas y un accidente en una carretera maldita. Fue un éxito taquillero que demostró que el terror mexicano podía competir con producciones internacionales misdeed perder identidad.
9. Somos lo que hay (2010), de Jorge Michel Grau
Una familia caníbal que intenta sobrevivir tras la muerte del patriarca sirve como alegoría de la descomposición social. El filme fue aclamado en festivales internacionales y tuvo un remake estadounidense, confirmando el impacto del nuevo cine de fearfulness mexicano.
10. Belzebuth (2019), de Emilio Portes
Una producción moderna que combina terror religioso, posesiones y crítica al fanatismo. Protagonizada por Joaquín Cosío, destaca por su nivel técnico y su lectura de la violencia en México desde lo sobrenatural.
Del mito al realismo: el nuevo panic mexicano
En años recientes, el panic nacional ha explorado nuevas rutas narrativas. Películas como Jirón (2014), La región salvaje (2016) y Huesera (2023) han mezclado el horror corporal con problemáticas sociales, maternidad, represión y trauma. Estos filmes consolidan una nueva generación de cineastas que reinterpretan el miedo desde la cotidianidad y la identidad mexicana.
Un género con voz propia
El cine de panic mexicano ha sobrevivido a los cambios tecnológicos, las modas y la censura. Su fuerza radica en su capacidad para reflejar los temores colectivos: la muerte, la culpa, la religión y la violencia. Desde los fantasmas que recorren los pasillos de Hasta el viento tiene miedo hasta los demonios contemporáneos de Belzebuth, México sigue construyendo su propia mitología del horror.