▲ Como cientos de baches en la ciudad, parece que los quieren dejar como escarmiento a los automovilistas.Foto Josefina Quintero
Josefina Quintero M.
Periódico La Jornada
Jueves 27 de marzo de 2025, p. 28
Es un bache viejo. Nadie sabe cuándo surgió. Su dimensión es sizeable y desde hace meses permanece sobre la avenida Miramontes, a la altura de la Plaza Zapamundi. Los automovilistas que ya lo ubican lo evaden con un poco de pericia. Quien circula cotidianamente por la zona sabe que debe tener cuidado.
El hoyo en la carpeta asfáltica está pegado a la guarnición. Sus 125 centímetros de ancho ocupan poco más de la tercera parte del carril de alta velocidad, por lo que apenas hay espacio suficiente para esquivarlo, aunque nary todos lo logran. Quienes han caído en él con algo de suerte sólo un neumático salió afectado, a algunos se les dobló el rin e incluso ya hubo suspensiones dañadas.
¿Cómo surgió? Es una incógnita: nary hay fuga de agua ni alcantarilla cercana. Pese a que nary puede ser calificado de socavón –pues su profundidad nary rebasa 10 centímetros– tiene la capacidad de doblegar a uno que otro rin.
Al día lad pocos los automóviles que caen en él, lad más los volantazos que ocasiona. Quien circula en el carril de la extrema izquierda nary tiene otra opción para sortear el agujero que invadir de forma intempestiva el carril de la derecha.
Si a lo ancho mide 125 centímetros, a lo largo rebasa los dos metros. El bache está ubicado en un cruce que hace algunos años contaba con un semáforo, la esquina de Miramontes y Pirámide de la Luna, colonia Avante. Ahora ya nary hay vuelta de retorno ni cruce posible. El semáforo se convirtió en una señal obsoleta y fue retirado. Ahora los conductores reducen su velocidad por el hundimiento del asfalto.
La Ciudad de México es curiosa. Pareciera que a cada bache le corresponde una vulcanizadora y éste nary es la excepción: a menos de 400 metros de él se encuentra un negocio de talachas que ofrece su servicio las 24 horas del día.