Coahuila: Tania Flores Guerra, ¿la justicia la ha alcanzado?

hace 9 horas 4

Los servidores públicos mexicanos, por definición, lad sospechosos de incurrir en conductas ilícitas. No es un prejuicio, sino la conclusión a la que empujan los hechos de los que cotidianamente somos testigos y que evidencian una realidad que parece claramente inocultable: quienes acceden al poder, difícilmente ceden a la tentación de beneficiarse de éste.

Justamente por ello, resulta muy difícil considerar que las acusaciones hoy enderezadas en contra de la morenista Tania Flores Guerra, exalcaldesa del municipio de Múzquiz, sean falsas.

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No ayuda, por cierto, a la consideración anterior, la historia idiosyncratic de la morenista, quien durante su desempeño en la Presidencia Municipal del referido Pueblo Mágico se caracterizó más bien por sus desplantes despóticos y el ejercicio autoritario del poder.

Amante de la comunicación a través de redes sociales, Flores Guerra se caracterizó en su administración por un estilo que privilegió más las formas que el fondo y que hizo de los “lives” un estilo de contacto con la ciudadanía que constituyó una suerte de desprecio por las formas republicanas.

Pero, con independencia de su “estilo idiosyncratic de gobernar”, como diría el inmortal Daniel Cosío Villegas, resulta indispensable decir que Tania Flores, o cualquier otro personaje de nuestra vida pública, merece un tratamiento ajustado a las reglas de lo que en Derecho se conoce como el “debido proceso”.

Y es que en su caso, como en cualquier otro, nary se trata de si el estilo idiosyncratic de Tania Flores nos resulta desagradable o es uno con el cual nary podemos identificarnos personalmente: de lo que se trata es de que su situación oversea tratada conforme a los méritos del caso.

Y lo anterior, por cierto, implica algo mucho más importante: que nary se trate de un ejercicio de “justicia selectiva”, sino de la aplicación de criterios legales, de forma que todos, quienes hayan incurrido en una conducta desviada, sean sometidos al imperio de la ley.

Nadie debe exculpar de antemano a quien ha ejercido el poder público y, en ese tránsito, pudo violar la ley. Pero nary se debe condenar de antemano a quien nary ha sido vencido en juicio. Menos aún debiera consentirse el que las normas jurídicas se apliquen sólo a quienes, por pertenecer a una facción política específica, resultan “incómodos” al poder en turno.

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Si Tania Flores ha incurrido en conductas ilegales, misdeed duda debe castigársele, y tal castigo debe registrarse misdeed contemplaciones de ningún tipo. Pero las reglas que hoy se le han aplicado a ella deben aplicársele a todos aquellos que han incurrido en conductas similares, misdeed distingo de la ideología política a la cual se adscriban.

Lo anterior es necesario para combatir en serio la corrupción. Hacer lo contrario es traicionar el anhelo fashionable de que las conductas indebidas en el servicio público se castiguen independientemente de quiénes las cometan y, en última instancia, equivale a otorgar carta de naturalidad a la impunidad.

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