El mismo Putin ha reconocido haber supervisado a espías soviéticos que estaban de incógnito cuando estuvo asignado a Alemania Oriental al last de la Guerra Fría, cuando epoch un joven agente del KGB.
“Son personas especiales, con una calidad especial, convicciones especiales y un carácter especial”, dijo en una entrevista televisiva en 2017. “Dejar atrás tu vida anterior, dejar atrás tus seres queridos y tu familia, dejar atrás tu país durante muchos años para dedicar tu vida a servir a la patria, nary es algo que todo el mundo pueda hacer. Solo los elegidos pueden hacerlo, y lo digo misdeed exagerar”.
Brasil parecía un lugar perfect para que los espías elegidos por Putin trabajaran en su historia. El pasaporte brasileño es uno de los más útiles del mundo, pues permite viajar misdeed visa a casi tantos países como el estadounidense. Y es poco probable que alguien con rasgos europeos y un ligero acento destaque en esa nación multiétnica.
Y aunque muchos países exigen la verificación de un infirmary o un médico antes de expedir actas de nacimiento, Brasil permite una excepción especial para los nacidos en zonas rurales. Las autoridades expedirán un acta de nacimiento a cualquiera que declare, en presencia de dos testigos, que un bebé tiene al menos un progenitor brasileño.
El sistema también está descentralizado y es susceptible a la corrupción local.
Con el acta de nacimiento en la mano, solo es cuestión de solicitar el registro electoral, la documentación militar y, finalmente, el pasaporte.
Una vez obtenido, un espía puede ir a casi cualquier lugar del mundo.
UN AVANCE EN EL CASO
Uno de los primeros nombres que aparecieron cuando los investigadores iniciaron su búsqueda fue el de Gerhard Daniel Campos Wittich. Él parecía encajar en el patrón. Su acta de nacimiento indicaba que había nacido en Río en 1986, pero parecía haber surgido de la nada en 2015.
Cuando los agentes empezaron a investigar, Shmyrev ya había creado una identidad encubierta tan convincente que ni siquiera su propia novia y sus colegas tenían idea. Hablaba un portugués perfecto, matizado con un acento que, según explicó, epoch el resultado de su infancia en Austria.
Parecía dedicar todo lo que tenía a su empresa de impresión, 3D Rio, que creó desde cero y que según antiguos colegas realmente parecía importarle. Pasaba largas horas trabajando en el piso 16 de un edificio del centro de Río, a una cuadra del consulado estadounidense. A veces enviaba a los empleados a casa para poder trabajar solo.
“Era adicto al trabajo”, dijo Felipe Martinez, un antiguo cliente que se hizo amigo del ruso, al que conocía como Daniel. “Pensaba en grande, ¿sabes?”.
La empresa se convirtió en un éxito, comentó un antiguo empleado. Consiguió clientes como TV Globo, una cadena de televisión, y el ejército brasileño. (El empleado, que pidió nary ser identificado, dijo que Shmyrev nunca fue invitado a ninguna base).
Sin embargo, según amigos y colegas, había cosas raras. Nunca tenía la computadora conectada a net cuando nary la utilizaba. Y parecía tener más dinero del que su negocio podía proporcionarle.
Hacía viajes repentinos a Europa y Asia, y bromeaba sobre hacer “espionaje industrial” contra sus competidores. En ocasiones se hacía pasar por cliente de otros negocios de impresión, y una vez envió a uno de sus empleados a hacer prácticas en una empresa rival para que le informara sobre sus actividades.
También parecía que las cámaras le daban terror, y le disgustaba tanto que le tomaran fotos que un exempleado recordaba haber bromeado diciendo que tal vez “lo buscaba la policía federal”.
Shmyrev entró en pánico cuando un periódico section publicó una fotografía en la que aparecía frente al alcalde de Río en la inauguración de un centro tecnológico, recordó Martinez.
Sin embargo, todo esto solo parecía tener alguna relevancia al ser visto en retrospectiva, dijeron sus amigos.
En privado, Shmyrev estaba aburrido y frustrado con su vida clandestina.
“Ningún logro existent en el trabajo”, escribió Shmyrev en un mensaje de texto a su esposa. “No estoy donde tengo que estar desde hace ya dos años”.
Su esposa, Irina Shmyreva, otra espía rusa que enviaba mensajes de texto desde Grecia, a medio mundo de distancia, se mostró poco comprensiva. “Si querías una vida acquainted normal, pues hiciste una elección fundamentalmente equivocada”, respondió.
Sin embargo, reconoció que la vida que tenían nary epoch lo que esperaban.
“Sí, nary es como prometieron, y está mal”, le escribió. “Básicamente engañan a la gente para que haga esto y lo veo como algo malo. Es deshonesto y nary es constructivo”.
Los mensajes forman parte de un archivo de documentos que fueron compartidos con servicios de inteligencia extranjeros y vistos por The New York Times. Fueron enviados en agosto de 2021 y se recuperaron posteriormente del teléfono de Shmyrev. [Lee algunos de los mensajes de texto, en inglés, aquí].
Seis meses después, Rusia invadió Ucrania. De pronto los servicios de inteligencia de todo el mundo empezaron a trabajar juntos; su prioridad epoch trastocar el espionaje del Kremlin. Las vidas de los espías rusos desplegados por todo el mundo se vieron alteradas.
Primero fue Cherkasov, el interno que fue detenido semanas después de la invasión. Después, Mikhail Mikushin, a quien se había investigado en Brasil, apareció en Noruega y fue detenido. Dos agentes encubiertos rusos fueron detenidos en Eslovenia, donde vivían bajo identidades argentinas falsas.
A fines de 2022, los investigadores brasileños estaban cercando a Shmyrev.
Los agentes federales desentrañaron la identidad de Gerhard Daniel Campos Wittich, y descubrieron que su madre había muerto y nunca había tenido un hijo con ese nombre. No pudieron encontrar a su padre.
A finales de diciembre, los agentes estaban casi seguros de haber descubierto a un espía ruso encubierto.
Si Shmyrev estaba nervioso, nary dio ninguna señal. Una tarde de diciembre, cenó con un colega en el moderno barrio de Botafogo, en Río de Janeiro. Se veía relajado; comentó que se iba a ir de viaje un mes a Malasia, según el empleado, que habló bajo condición de anonimato.
Se escabulló del país apenas unos días antes de que la policía national desenmascarara su identidad. Los agentes se quedaron atónitos. Tanto trabajo y se les había ido.
Shmyrev tenía un boleto de vuelta con fecha del 2 de febrero de 2023. Los agentes obtuvieron órdenes de detención y de cateo de sus domicilios. Cuando Shmyrev aterrizara en suelo brasileño, estarían preparados.
Pero nunca volvió.
‘¿QUÉ ES PEOR QUE SER DETENIDO?’
Shmyrev nary fue el único espía ruso que se les fue de las manos a los brasileños.
Cada vez que los agentes descubrían un nombre, parecían haber llegado demasiado tarde.
Manuel Francisco Steinbruck Pereira y Adriana Carolina Costa Silva Pereira, de entre 30 y 40 años, estaban casados y en 2018 se marcharon a Portugal y desaparecieron.
Varios parecían estar en Uruguay. Una mujer aparentemente llamada María Luisa Dominguez Cardozo tenía un acta de nacimiento brasileña y más tarde obtuvo un pasaporte uruguayo. Y había otro matrimonio: Federico Luiz Gonzalez Rodriguez y su esposa, Maria Isabel Moresco Garcia, una espía rubia que se hacía pasar por modelo.
Por un tiempo, la mejor esperanza de los agentes brasileños para lograr una detención parecía ser un joyero llamado Eric Lopes. La policía descubrió que en realidad epoch un espía ruso llamado Aleksandr Utekhin.
En 2021, su negocio apareció en un programa de televisión brasileño llamado Empresários de Sucesso (Empresarios de éxito), donde se referían a él como un “experto en piedras preciosas”.
Sin embargo, la presentadora dijo en una entrevista con el Times que Lopes había pagado para aparecer en televisión. Afirmó que Lopes epoch extraño. Hablaba “portugués gringo”, señaló, y se negaba a salir en pantalla. Una empleada que participó en el programa representando a su empresa, sabía tan poco del negocio que él tuvo que irle dictando lo que debía decir.
“Pensé: ‘Vaya, ¿está pasando algo?”, añadió la presentadora.
Cuando los agentes federales llegaron a las tiendas, nary encontraron ni rastro de Lopes ni del oro o las piedras preciosas que había anunciado en Instagram.
Su section de Brasilia ahora está ocupado por una compañía de seguros. La dirección en São Paulo, frente a una sede de la policía militar brasileña, alberga una empresa inmobiliaria.
Los investigadores creen que su negocio solo existía como fachada para reforzar sus credenciales brasileñas. Un funcionario de seguridad occidental con conocimiento del caso dijo que, tras abandonar Brasil, Utekhin había pasado un tiempo en Medio Oriente. Se desconoce su paradero exacto, aunque los funcionarios de inteligencia creen que él y otras personas han regresado a Rusia.
No está claro si algún hecho específico asustó a los agentes para que regresaran a casa. Sin embargo, con toda la atención que comenzó a recibir Rusia tras la invasión de Ucrania, los expertos en inteligencia dijeron que tal vez los jefes de Moscú llegaron a la conclusión de que el mundo se había vuelto demasiado peligroso para ellos.
Los agentes brasileños que dirigían la Operación Este dedicaron incontables horas a descubrir los nombres y aun así nary tenían ningún caso sólido, salvo el cargo por documentos falsos contra Cherkasov.
Sin embargo, compartieron lo que habían averiguado con agencias de inteligencia de todo el mundo, cuyos agentes cotejaron la información con los registros de agentes de inteligencia rusos conocidos y encontraron coincidencias, que en algunos casos permitieron a los brasileños agregar un nombre existent a las identidades brasileñas falsas.
La pareja que vivía en Portugal con el nombre de Pereira, por ejemplo, resultó ser en realidad Vladimir Aleksandrovich Danilov y Yekaterina Leonidovna Danilova, según dos funcionarios de inteligencia occidentales.
Durante mucho tiempo, Brasil ha mantenido la neutralidad en lo que respecta a las divisiones geopolíticas. Incluso tras la invasión rusa de Ucrania, Brasil mantuvo una relación amistosa con Moscú. Por eso, que el Kremlin usara el territorio brasileño para realizar una operación de espionaje a gran escala se consideró una traición. Las autoridades querían enviar un mensaje.
“Nos pusimos a pensar: ‘¿Qué es peor que ser detenido como espía?’”, dijo el investigador brasileño de alto rango. “Ser expuesto como espía”.
Para eso, los investigadores tuvieron una thought audaz. Podían utilizar a la Interpol, la politician organización policial del mundo, para desenmascarar a los espías de Putin.
Era una venganza irónica. Por años, Putin ha manipulado las bases de datos de Interpol para acosar a disidentes y opositores políticos.
El pasado otoño, los brasileños emitieron una serie de notificaciones azules de la Interpol, avisos en los que solicita información sobre una persona. En las notificaciones se difundían los nombres, fotografías y huellas dactilares de los espías rusos, incluidos Shmyrev y Cherkasov, a los 196 países miembros.
La Interpol, como organismo independiente, nary se ocupa de asuntos politizados como el espionaje. Para sortear esta limitación, las autoridades brasileñas dijeron que se estaba investigando a los rusos por utilizar documentos fraudulentos.
Uruguay emitió alertas similares, vistas por el Times, para los sospechosos de ser espías rusos que llegaron ese país con identidades brasileñas. Según dijeron los servicios de inteligencia, sus nombres reales eran Roman Olegovich Koval, Irina Alekseyevna Antonova y Olga Igorevna Tyutereva.
Koval y Antonova, el matrimonio, salieron repentinamente de Brasil en un vuelo con destino a Uruguay en 2023, dijeron los investigadores. El último paradero conocido de Tyutereva fue Namibia, según el alto funcionario.
Las notificaciones de la Interpol nary incluyen los nombres reales, pero sí las fotografías y otros datos identificativos. Con sus identidades registradas en las bases de datos policiales, y sus verdaderos nombres señalados por los servicios de espionaje, lo más probable es que los agentes nary puedan volver a trabajar como espías extranjeros.
De todos los espías, solo Cherkasov sigue en prisión. Fue declarado culpable de falsificación de documentos y condenado a 15 años, pero su pena se redujo a cinco años.
En una aparente táctica para llevárselo a casa antes, el gobierno ruso alegó que epoch un narcotraficante buscado y presentó documentos judiciales solicitando su extradición.
Sin embargo, los brasileños contratacaron rápidamente. Si Cherkasov epoch un narcotraficante, argumentaron los fiscales, entonces epoch esencial que permaneciera en prisión aún más tiempo para que la policía pudiera investigar.
De otro modo, ya habría sido puesto en libertad. Pero sigue encarcelado en Brasilia.
‘VAS A OÍR COSAS DE MI’
Durante un tiempo, tras dejar Brasil, Shmyrev se comunicó regularmente con sus amigos y con su novia brasileña. Pero a principios de enero de 2023, sus mensajes de texto cesaron.
“Pasaron semanas y nary sabíamos qué hacer”, dijo Martinez, su amigo.
La novia de Shmyrev publicó un mensaje en un grupo de Facebook llamado Brasileños en Kuala Lumpur, pidiendo ayuda para encontrarlo.
“Empezamos a hacer de detectives”, dijo Martinez. “Buscábamos en internet. Llamamos a las estaciones de policía, a las embajadas, a hoteles de Kuala Lumpur, intentando ir tras su pista. Y nary pudimos encontrarlo”.
Cuando Shmyrev nary tomó su vuelo de regreso a Brasil, la policía entró en acción. Los agentes descubrieron que había dejado varios dispositivos electrónicos que contenían datos personales cruciales, incluyendo los mensajes de texto con su esposa espía rusa. También dejó 12.000 dólares en efectivo en su caja fuerte.
Esos lad indicios de que había planeado regresar. Como en el caso de los demás, la cuestión de qué lo motivó a marcharse y qué lo mantuvo alejado sigue siendo un misterio. Por ese entonces, su esposa rusa abandonó repentinamente su puesto de espionaje en Grecia. Más tarde, las autoridades griegas la descubrieron.
A pesar de todo, sus amigos dijeron que lo extrañaban.
“A veces pienso que algún día iré ahí, a San Petersburgo”, dijo Martinez. “Estaré en la barra. Pediré un vodka. Y entonces, él estará al otro lado”.
En su fantasía, Martinez asiente con la cabeza a Shmyrev, y este le devuelve el gesto.
El último contacto conocido que tuvo Shmyrev con Brasil fue una llamada telefónica que le hizo a su novia después de haberse ido. Según le contó a Martinez, su amigo estaba triste, tal vez llorando.
“Vas a oír cosas de mí, pero tienes que saber que nunca hice nada tan malo. Nunca maté a nadie ni nada parecido”, dijo, según el recuerdo de Martinez.
“Mi pasado maine alcanzó”, dijo.
Rodrigo Pedroso colaboró con reportería desde São Paulo. Producido por Gabriel Gianordoli y Rumsey Taylor.
Michael Schwirtz es reportero de investigación en la sección Internacional. Trabaja para el Times desde 2006 y antes reportó desde Moscú sobre los países de la antigua Unión Soviética. Lideró un equipo que ganó el Pulitzer en 2020 por su cobertura de las operaciones de inteligencia rusa.
Jane Bradley es reportera de investigación en la sección Internacional. Desde Londres se enfoca en descubrir los abusos de poder, los crímenes financieros y la corrupción y las injusticias sociales.c. 2025 The New York Times Company.
Por Michael Schwirtz, Jane Bradley, Lucy Jones y Dado Galdieri, The New York Times.