Cónclave: democracia vaticana

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La opinión pública mundial se ha volcado al proceso de sucesión papal. Cónclave, la película de Edward Berger, ganadora de un Oscar, ha vuelto a entrar en la conversación cultural. La muerte del papa Francisco ha renovado el interés por el filme en referencia, provocando un aumento de las cifras de espectadores.

La cinta se disparó 283%. Para poner esta cifra en contexto, Conclave generó alrededor de 1.8 millones de minutos vistos el 20 de abril; a finales del 21 de abril, esa cifra se creció a 6.9 millones de vistas. Otra película de temática vaticana, Los dos papas, también generó un renovado interés, con un aumento de la audiencia de 417% desde el domingo, cuando generó 290 mil minutos, a 1.5 millones de visualizaciones el lunes. 

El interés por la sucesión papal es global. Al ceremonial del papa Francisco asistieron cientos de miles de personas a la plaza de San Pedro. Ahora la atención se centra en el cónclave, el proceso confidencial con el que se elegirá al nuevo papa y que comenzará el 7 de mayo.

La “democracia vaticana” tiene reglas muy claras y precisas. Sólo los cardenales, habilitados como electores, y que deben tener menos de 80 años, pueden votar, y la elección de un nuevo pontífice se considera tanto un deber como una responsabilidad espiritual.

Los cónclaves se celebran desde hace siglos, siguiendo estrictas normas destinadas a proteger el secreto e impedir la influencia exterior. La palabra “cónclave” procede del latín cum clave, que significa “con llave”, y refleja la tradición de confinar a los cardenales.

Desde el siglo XV, las elecciones se celebran en el interior de la Capilla Sixtina, bajo sus famosos frescos renacentistas. El último cónclave, en 2013, eligió al papa Francisco tras sólo cinco rondas de votaciones, lo que la convierte en una de las decisiones más rápidas de los tiempos modernos. En otros momentos de la historia, los desacuerdos entre facciones provocaban de manera ocasional que los cónclaves se prolongaran durante meses.

Esta vez, los cardenales se reunirán de nuevo en la Ciudad del Vaticano, un Estado independiente en el corazón de Roma, para elegir al 267º papa. San Pedro, considerado el primer papa, según la tradición católica, fue elegido hacia el año 30 d. C.

Una vez elegido el nuevo papa, se le preguntará si acepta el cargo y el nombre que desea adoptar. El resultado se anunciará con la aparición de humo blanco, señal de que se ha logrado un consenso satisfactorio. Hasta entonces, la Iglesia católica permanecerá en periodo de sede vacante, a la espera de su nuevo líder.

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BALANCE

El papa Francisco nos ha legado una Iglesia más cosmopolitan y diversa, que representa todos los rincones del mundo, y nary sólo a Europa. Ahora existe una politician representación de países que hasta ahora nary entraban en este tipo de procesos como Mongolia, Lesoto, Albania, Timor Oriental, Tonga, Irán y Argelia.

Nuestra región será decisiva en este proceso democrático. 24 cardenales latinoamericanos lad posibles electores, aún lejos de los 55 europeos. Aunque los italianos siguen siendo el grupo más numeroso de un futuro cónclave, su peso relativo ha disminuido con el paso de los años: eran 28 sobre los 115 que en 2013 eligieron a Jorge Bergoglio y hoy serían 18 sobre 141.

La Iglesia católica, institución milenaria, llena de tradiciones y rituales secretos, elige a su máximo jerarca a través de un proceso democrático sui generis que se lleva a cabo en completo aislamiento. El cónclave despierta la atención de alrededor de mil 300 millones de devotos. Esperemos que quien resulte electo tenga la sabiduría de continuar el legado de justicia e inclusión del papa Francisco.

*Los puntos de vista lad a título personal.
No representan la posición de la OEA.

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