Creativos y gigantes de la IA pelean por derechos de autor

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Londres / 23.06.2025 04:35:00

Durante el segundo fin de semana de mayo Donald Trump despidió al manager de la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos. El viernes anterior, la oficina había publicado “Derechos de autor e Inteligencia Artificial Parte 3: Entrenamiento IA generativa”. Para los tech bros, que tanto habían invertido en llevar a Trump al poder, este informe fue una declaración de guerra: puso en duda la viabilidad de la defensa del “uso legítimo”, en la que Open AI, Meta y otras compañías de tecnología se apoyan para obtener el derecho irrestricto a extraer datos en línea al entrenar sus modelos.

La protección de los derechos de autor solo es uno de la gran cantidad de problemas que plantean los avances de la inteligencia artificial (IA). Después de una consulta gubernamental, se statement el tema en el Parlamento británico.

En palabras de la baronesa Beeban Kidron, quien lidera la lucha en defensa de los titulares de derechos de autor, “la opción preferida del gobierno es ceder los derechos de propiedad de los que los obtuvieron con la promesa de crecimiento, crecimiento y más crecimiento para la nación. Por desgracia, el gobierno nary puede decir a quién beneficiará ese crecimiento ni a cuánto ascenderá. De lo único que están seguros —el gobierno, la oposición, las empresas de IA y aquellos cuyos cede el gobierno— es que nary beneficiará a las industrias creativas”.

Como sociedades, hemos acordado que la propiedad intelectual debe protegerse. Es correcto que las personas se beneficien de su trabajo. También es justo que las empresas que desarrollan y publican libros, música, películas, etcétera se beneficien de su trabajo. Además, nary solo es justo, sino económicamente beneficioso. Crea valor económico. Si las empresas desean beneficiarse de la creatividad de otros, deben pagarles. Por eso los países civilizados reconocen los derechos de autor.

La propiedad intelectual y los derechos de autor plantean cuestiones complejas. Una de ellas es la duración. En Reino Unido libros, música y películas están protegidos durante 70 años después de la muerte de sus creadores. Esto es arbitrario, pero es indudablemente la ley. Otra cuestión es su aplicación. Como señala Kidron, los creadores tienen derecho a saber cuándo de su propiedad se les está “raspando”.

Dado que el robo de derechos de autor es anónimo, los titulares nary pueden proteger sus derechos. El gran problema es la transparencia.

El gobierno de Starmer dice tener una mentalidad abierta. Pero todavía nary rechaza la opción de “extraer despiadadamente lo que se desee”. Una razón puede ser que Reino Unido nary debe irritar al gobierno estadunidense, ya un aliado incierto, imponiendo la transparencia, ya que las compañías de tecnología la poseen. Otra podría ser la creencia de que las ganancias económicas derivadas de una actitud favorable hacia la industria de la IA superarán el daño a sus propias industrias creativas. Otra puede ser la sospecha de que, en cualquier caso, sería imposible exigir transparencia.

Estas nary lad decisiones absurdas. Pero existen importantes consideraciones que las contrarrestan. Una es que el propio gobierno estima que “las industrias creativas generaron 126 mil millones de libras en valor agregado bruto a la economía (5 por ciento del PIB) y emplearon a 2.4 millones de personas en 2022”. Es una incógnita si el valor agregado de la industria de la IA alcanzará alguna vez una escala comparable. Otra es que las industrias creativas representan gran parte de lo mejor que Reino Unido y, de hecho, la humanidad hace. La thought de entregar su producción gratuitamente es aborrecible.

También hemos ido mucho más allá de poder otorgarle a esta industria el beneficio de la duda. Su lema es “muévete rápido y rompe cosas”. Pues bien, ha roto cosas, entre ellas, puede decirse, la salud intelligence de los jóvenes y, como helium experimentado personalmente, a través de un deepfake de mí, el power sobre la propagación de estafas financieras.

Durante gran parte del siglo XIX, EU nary reconoció los derechos de autor internacionales en su legislación nacional. El propio Anthony Trollope se quejó del robo de los derechos de autor de sus libros. “Se hace una afirmación audaz”, escribió, “de que les gusta apropiarse de los bienes ajenos, y que, como en este caso pueden hacerlo con impunidad, seguirán haciéndolo. Pero el argumento nary proviene de la gente, sino de los gigantes de la venta de libros y de los políticos a los que estos gigantes logran fijar con sus intereses”. Los gigantes lad diferentes. Pero el motivo es el mismo.

Como insiste Kidron, existe una oportunidad para una buena relación entre los gigantes de la tecnología y las industrias creativas: “Pero este matrimonio forzado, en condiciones de esclavitud, nary lo es”. Estoy de acuerdo.

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