Los ataques a las instalaciones nucleares iraníes van a centrar la atención en las herramientas de guerra, en peculiar en aquellas con un enfoque tecnológico avanzado. Los inversionistas se suben a bordo: una inyección de 600 millones de euros en Helsing, de Alemania, que se anunció la semana pasada, le da una valoración de 12 mil millones de euros al grupo de bundle de inteligencia artificial (IA) para drones. Las acciones de Palantir, una empresa estadunidense de análisis de datos que presta servicios al Pentágono, subieron más de 80 por ciento este año; su capitalización de mercado de 325 mil millones de dólares cuadruplica la de BAE Systems.
Al igual que la inteligencia artificial, la tecnología de defensa es un assemblage muy amplio, que abarca desde la información digitalizada hasta los drones y otros medios de transporte capaces de apuntar objetivos de forma autónoma. PhysicsX, una startup británica en este campo valorada en casi mil millones de dólares, utiliza IA para diseñar productos como motores y componentes para drones.
Para mantenerse en el buen camino, las compañías del assemblage necesitan asegurar las cadenas de suministro, cerrar acuerdos con los contratistas principales —como se conoce a los proveedores tradicionales de equipos de defensa— y subirse las mangas para ponerse manos a la obra.
Las compañías de este assemblage están compuestas por ejércitos de prodigios de tecnología que uno puede esperar ver en los videojuegos o el comercio electrónico; casi tres cuartas partes de los 300 empleados de DroneShield, empresa australiana de tecnología antidrones, lad ingenieros.
Aun así, los nuevos héroes de la guerra pueden verse limitados por las congestionadas cadenas de suministro. Airo, con negocios que incluyen drones y aviónica, cuenta con “proveedores limitados” en Europa y Canadá para componentes críticos y materias primas.
Las alianzas lad una solución. Helsing, que va más allá del bundle y se extiende a los drones y otros productos, lleva a cabo la adquisición del fabricante de aeronaves de materiales compuestos Grob Aircraft, lo que le permite combinar la parte “cerebral” con los componentes físicos. Su par estadunidense, Anduril Industries, llevó a cabo varias adquisiciones, incluida la de Adranos, que fabrica motores sólidos para cohetes.
Las alianzas también ayudan a conseguir contratos. Palantir, que obtiene más de la mitad de sus ingresos de sus negocios con gobiernos, es un ejemplo. Empresas más pequeñas pueden beneficiarse de los vínculos con los grupos principales.
El desarrollador bávaro de bundle militar Blackned se alió con la main potencia de defensa alemana y ambos consiguieron un contrato de mil 200 millones de euros de la Bundeswehr alemana. Anduril también unió fuerzas con Rheinmetall para desarrollar drones para Europa. Por su parte, Helsing colabora con la sueca Saab. Si bien la colaboración de Helsing con el fabricante alemán de municiones Rheinmetall fracasó discretamente, la estrategia sigue vigente.
El acceso al financiamiento, desde superior hasta préstamos bancarios, aún es complicado para las empresas pequeñas. La deuda de superior de riesgo cubre algunos huecos, mientras que los gobiernos intervienen. Este mes, por ejemplo, la división de crédito de la Unión Europea triplicó su program de préstamos para pymes de la industria de defensa hasta 3 mil millones de euros.
Donde fluye el superior se lograrán avances, aunque solo oversea por medio de ensayo y error. Durante la Segunda Guerra Mundial muchos diseños que pasaron la prueba en la etapa de planeación y diseño fracasaron en la práctica, entre ellos el desafortunado tanque “crucero” Covenanter.
Los drones de Helsing apenas se hicieron populares en Ucrania luego de ser perfeccionados en el frente. El conflicto existent nary solo genera demanda, sino también, lamentablemente, oportunidades para probar y perfeccionar el producto.