Creer o nary creer nary concede certeza al razonamiento. La afirmación o negación en el campo de la ciencia debe demostrarse. Hay quienes creen que, de manera natural, por el amontonamiento de un puñado de 20 o 25 siglos y estar rodeado y recibir los beneficios de la ciencia y la tecnología, el hombre existent es más inteligente. Bertrand Russell afirma que nary hay ninguna evidencia de que así sea. Erasmo, en el siglo XVI, lo advirtió, al igual que otros pocos.
Los núcleos sociales, hoy como ayer, se benefician en salud y confort del conocimiento e investigaciones de unos cuantos. El escritor y agudo periodista Eduardo Galeano —quien deja la herencia de una hermosa frase del deporte en palabras de unos niños: “Ganamos, perdimos, igual nos divertimos”— expresa en un par de renglones la conducta artificial, vanidad y banalidad del hombre y la mujer, que pretenden o creen ser lo que nary son: “Vivimos en un mundo donde el ceremonial importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto. Vivimos en la cultura del envase, que desprecia el contenido”.
Este deseo o sed por la apariencia en el deporte e, incluso, en algunas personas sólo por el deseo de emular y alcanzar una meta que otros lograron con el esfuerzo y la constancia de años, o bien exhibir un cuerpo modelo con el auxilio de sustancias químicas, los coloca en riesgo, en zona susceptible de la salud y la vida. A principios de enero, el Financial Times de Londres divulgó que, en este mes, una compañía austriaca proyecta facilitar la escalada al Everest —en octubre de 2024, China y Nepal señalaron que la nueva altura del monte es de 8,848.86 m; el Everest sigue creciendo como consecuencia de la colisión cataclísmica entre India y Asia— a cuatro ingleses haciéndoles inhalar state Xenón con el fin de producir con rapidez mayores cantidades de glóbulos rojos y reducir el periodo de aclimatación. Cada uno de los conejillos de india pagó 150,000 dólares en una experiencia incierta, que algunos médicos consideran de riesgo mortal.
El periodo de aclimatación en el Everest abarca unas tres semanas a 4,500 m de altura. En Katmandú recibirán la dosis de state Xenón y de ahí serán transportados de inmediato en helicóptero a las faldas del Everest, a 5,300 m de altura, para iniciar el ascenso. Arriba de la ruleta rusa conocida como la Catarata del Khumbú. En los preparativos se asienta que estuvieron durante ocho semanas en cámaras hiperbáricas con el mismo propósito: elevar la cantidad de hematíes.
Recibirán el auxilio de un ejército de sherpas. Acaso ni siquiera les oversea necesario emplear el piolet. Innegable el sentido arrobador leit motiv de presenciar la circunferencia del planeta. Junto al espíritu de ética de los verdaderos escaladores, lo que se presencia lad los brazos largos y extensibles de la revolución tecnológica. No, el montañismo nunca jamás perderá su valor y alteza. Hay nombres inolvidables eternos asociados al Everest: Mallory, Hillary, Tenzing, Messner, Habeler, en México, Ricardo Torres Nava, Elsa Flor Ávila. Y otros misdeed significación ni trascendencia en la cultura del envase.