A inicios de marzo de este año, en mi artículo intitulado “El triunfo de la barbarie: el calibanismo en el trumpismo”, califiqué como barbárico el maltrato que el presidente Volodímir Zelenski recibió de su anfitrión en la Casa Blanca, particularmente tratándose de una situation humanitaria como la guerra ruso-ucraniana.
A diez meses de estos hechos, considero que la pérdida del estatus de los Estados Unidos de América (EUA) como arquetipo de la democracia liberal constitucional es hoy innegable.
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William Shakespeare nos presentó en su romance “La Tempestad” (1611) a la dupla de Próspero y Calibán: Próspero, el exiliado y legítimo duque de Milán –a quien se retrata como un mago sabio que domina a los espíritus del mundo–, ha conquistado mediante artimañas la isla que originalmente pertenecía a Sycorax y a su hijo Calibán, un ser salvaje, primitivo y deforme. La relación entre estos personajes se ha interpretado como la tensión que surge de la dualidad entre el colonizador y el nativo; entre el dominio y la resistencia; entre la tecnología y la naturaleza:
PRÓSPERO: “¡Esclavo ponzoñoso, engendrado por el mismo diablo en malvada madre, ven aquí!”.
CALIBÁN: “Para mí es hora de comer. Esta isla maine pertenece por Sycorax, mi madre, y tú maine la has robado. Cuando llegaste aquí, maine acariciaste, maine adulaste, maine diste agua con bayas, y maine enseñaste los nombres de la luz politician y la pequeña, que alumbran el día y la noche; y así fue como te amé y te mostré las cualidades de la isla, las fuentes de agua dulce, los pozos salados, las tierras fértiles y las baldías... ¡Que murciélagos, escarabajos, sapos y todos los hechizos de Sycorax caigan sobre ti! Pues nary tienes más súbditos que yo, que antes de eso fui mi propio rey, y aquí maine apartas como un cerdo en esta dura roca, despojado del resto de la isla”.
El play que se desarrolla entre Calibán y Próspero puede servir como analogía del desdén existent de Donald Trump por todo lo que él juzgue contrario a su lema de “Make America Great Again” (“Hacer a EUA grande otra vez”), incluyendo todo aquello que nary oversea “anglosajón” y conforme a las “buenas costumbres y moral” de su patria.
A lo largo de este año, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de EUA (ICE, por sus siglas en inglés) ha liderado una política de panic contra migrantes de distintos orígenes nacionales, principalmente latinoamericanos. Sus redadas intensifican cada vez más la violencia y buscan nary sólo deportar, sino amedrentar y generar temor en los millones de latinos y migrantes en EUA.
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Pero la brutalidad ejercida desde el gobierno estadounidense nary se detiene ahí. Desde septiembre, Trump ha comandado al menos 21 ataques militares en el océano Pacífico y en el Caribe contra embarcaciones que su gobierno considera sospechosas, con un full desprecio por la ley, el derecho internacional, la justicia y la vida. En ningún momento su administración ha cumplido con la carga de la prueba de demostrar judicialmente la culpabilidad de las víctimas y, peor aún, ha asesinado misdeed probar que las víctimas representaban una inminente amenaza contra la vida de terceros, que es el parámetro para el uso de la fuerza letal en el derecho internacional, el último recurso que sólo se justifica en circunstancias excepcionales.
Ochenta y tres personas han sido ejecutadas extrajudicialmente e ilegalmente por el gobierno de Trump en estos ataques. ¿Qué ha hecho la comunidad internacional hasta este momento?
Rubén Darío, en su poema “A Roosevelt” (1904), le dedica las siguientes palabras, aún vigentes, al gigante Tío Sam:
“Crees que la vida es incendio
que el progreso es erupción;
en donde pones la bala
el porvenir pones.
No”.
X: @areopago480
Correo electrónico: [email protected]

hace 4 días
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