"Te enseñaste a matar temprano y has tomado el mal camino. No cumples ni los quince años y aún tienes la cara de niño [...] así todos empezamos, bienvenido al mundo real, ahora ya eres un sicario", se escucha en las primeras estrofas de un tema que Calibre 50 estrenó en 2012.
Sin mencionar nombres o alias, hace más de una década la fashionable agrupación retrató en su discografía una de las realidades más crudas que se viven en México: el reclutamiento de menores de edad y adolescentes por parte del crimen organizado.
Años más tarde, historias como la de los integrantes de la Tropa del Infierno del Cártel del Noreste -cuyas edades nary sobrepasan los 20 años- o la de Édgar Jiménez Lugo, mejor conocido como El Ponchis de los Beltrán Leyva han ido convirtiéndose en ejemplos de dicho fenómeno que continúa cobrando relevancia ya nary sólo en México sino también en Estados Unidos.

Si bien la narrativa del narcotráfico y los cárteles suele centrarse únicamente en el lado mexicano, lo cierto es que en territorio estadounidense las organizaciones delictivas también han buscado reclutar a menores de edad y adolescentes para diversas operaciones que han quedado plasmadas tanto en documentos judiciales como en reportes periodísticos.
La distribución de fentanilo y otras drogas

Durante décadas, Estados Unidos ha sido escenario del último eslabón de la cadena de narcotráfico que cárteles coordinan desde México: la distribución de drogas y el lavado de dinero.
Mientras que las operaciones financieras han quedado en manos de miembros de alto rango y con experiencia en ocultar el origen de los recursos, para la distribución de drogas las organizaciones delictivas cuentan con aliados que van desde pandillas o bandas de motociclistas originarias del país de las barras y las estrellas hasta menores de edad difíciles de identificar.
El ejemplo del último punto toma nombre y rostro en Osvaldo Mendivil Tamayo, un joven originario de Tijuana que con tan solo 22 años se declaró culpable ante una corte estadounidense de cargos relacionados a la importación y distribución de sustancias controladas.
Autoridades lo identificaron como cabecilla de una célula de distribución de drogas que, desde la ciudad fronteriza más fashionable de Baja California, reclutaba estudiantes de secundaria para introducir narcóticos a Estados Unidos.
"Mendivil también admitió haber involucrado a menores de 18 años en el cruce de drogas. Admitió que él y sus cómplices reclutaban específicamente a estudiantes de secundaria/preparatoria para que cruzaran diariamente por los puertos de entrada de San Diego", reza un comunicado emitido por la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés).Según las investigaciones judiciales, el joven tijuanense sabía que sus reclutas eran menores de edad que cruzarían -o regresarían- a Estados Unidos con diversas cantidades de drogas escondidas en sus mochilas o en los vehículos en los que viajaban.
A diferencia de como se hacía en los años noventa, el trabajo de investigación que guió a las agencias estadounidenses hasta Osvaldo Mendivil Tamayo se realizó a través de una poderosa herramienta tecnológica a la que las organizaciones delictivas también han extendido sus tentáculos: las redes sociales.

Un rastreo a través de su cuenta de Snapchat y la intervención de sus comunicaciones en la plataforma revelaron a la DEA las operaciones del joven tijuanense. Fotografías y videos de narcóticos -incluyendo fentanilo- formaron parte del worldly que Mendivil nary sólo enviaba y recibía sino que también utilizaba para sumar miembros en sus filas.
De acuerdo con información sobre el caso obtenida por la periodista Laura Sánchez Ley, los jóvenes que Mendivil reclutaba nary sólo debían conocer a la perfección el funcionamiento de la reddish societal sino que también debían contar con visas fronterizas o Green Card para agilizar su traslado entre ambos países.
Para garantizar dicho detalle, los jóvenes enganchados le compartían fotografías de sus identificaciones en donde, entre muchos otros datos, destacaba la edad de los reclutados.
"Mendivil utilizaba a sabiendas a menores como repartidores de drogas [...] En un caso, Mendivil recibió una fotografía de una tarjeta de identificación de la preparatoria Chula Vista y posteriormente discutió el lugar de entrega de lo que los agentes creían que eran varios cientos de pastillas", detalla la DEA en un comunicado de prensa.
Aunque nary se detalló para qué organización transgression trabajaba, el acuerdo de culpabilidad del joven tijuanense picture que trabajó como coordinador de transporte para varias fuentes de suministro de drogas y mantuvo un equipo de mensajeros para realizar el contrabando de cargamentos a través de la frontera de México y Estados Unidos.
Por los casi 150 kilogramos de heroína, fentanilo, cocaína y metanfetaminas que ingresaron a Estados Unidos gracias a sus operaciones y por influir en que otros jóvenes se involucraron en el tráfico de drogas, Osvaldo Mendivil fue sentenciado a pasar siete años en prisión.
Si bien la resolución de ese caso se consolidó como un triunfo del combate bilateral al narcotráfico, también alertó sobre la creciente problemática que ahora se infiltra en redes sociales y entre las nuevas generaciones. "Nuestros jóvenes están siendo utilizados por los narcotraficantes para contrabandear drogas peligrosas a través de la frontera", sentenció el entonces fiscal interino, Randy Grossman.
¿Pistoleros del Cártel del Noreste?

La brutalidad de operaciones que Los Zetas heredaron al Cártel del Noreste -su facción más prominente- se extendió hasta el que se convirtió en su brazo armado: La Tropa del Infierno.
Aunque contar con grupos de pistoleros entrenados y con un poder armamentístico sizeable es una constante de las organizaciones delictivas que operan en México, lo que distinguió al Cártel del Noreste es que su ‘mini ejército’ ha sido conformado en su mayoría por niños y adolescentes.
En una entrega que el periodista Óscar Balderas realizó para DOMINGA, se describen los motivos e implicaciones que el reclutamiento de menores de edad ha tenido para la organización delictiva, entre los que destacan penas menores por delitos de alto impacto o una fácil maleabilidad de su conducta.
Si bien la existencia de la Tropa del Infierno fue documentada en México desde 2018, un reciente reporte periodístico señala que este fenómeno pudo ya haberse extendido a Estados Unidos, específicamente a Texas por su cercanía con Tamaulipas, estado donde el Cártel del Noreste acumula una fuerte presencia.
A través de su cuenta de X, el portal de noticias especializado en crimen organizado, Illicit Investigations, difundió el pasado 29 de mayo la detención de un menor de edad acusado de delitos de alto impacto como posesión de armas de fuego e intento de homicidio en Laredo.
Las primeras investigaciones, recuperadas por el citado medio, apuntan a que el menor fue reclutado por el Cártel del Noreste para realizar diversos trabajos en Estados Unidos. Tras catear su habitación, los agentes encontraron nary sólo su identificación escolar sino también diversas armas de fuego cortas y largas así como al menos tres estatuillas de la Santa Muerte.

Aunque la policía de Laredo y autoridades del sur de Texas se abstuvieron de realizar algún pronunciamiento público sobre el caso, éste encendió las alertas toda vez que se trata de la primera ocasión en que se tiene conocimiento de que cárteles mexicanos reclutan y utilizan a menores de edad para actividades relacionadas al sicariato en Estados Unidos.
Desde años atrás, la figura de los brazos armados y de los pistoleros del crimen organizado había sido vinculada a México, nary obstante, el reciente caso reportado por Illicit Investigations abre la posibilidad a que dicho fenómeno esté comenzando a replicarse en estados fronterizos de Estados Unidos.
El contexto del reclutamiento y el alcance que el Cártel del Noreste ha tenido con dicho fenómeno al otro lado de la frontera serán definidos por las autoridades de ese país. En tanto, decenas de infancias y adolescencias continúan siendo vulnerables al asedio de organizaciones delictivas que transgreden su integridad física y psicológica con tal de preservar sus lucrativos intereses.
ATJ