El capitán que se quedó sin máscara

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Ciudad de México / 05.04.2025 01:19:12

Capitán América está en cines en México. ¿Hay alguien que recuerde todavía cuando luchaba contra los nazis? Hoy, más bien, Hollywood escucha el susurro de Goebbels desde el infierno. No se trata sólo de que el ministerio de propaganda alemán apelara a mitos que exaltaban un nacionalismo criminal, que usara la exaltación de un héroe para representar la lucha contra un enemigo inventado como amenaza existencial y que vive dentro de sus propias fronteras (donde todo es un jardín), se estereotipaba a ese enemigo inventado para justificar su exterminio y el buen Hollywood, habiendo leído los manuales de Goebbels, ¿qué va a hacer? Pues apelar a un mito, exaltar el nacionalismo absurdo e inventarse una amenaza existencial que vive al interior de su país.

El profesor y escritor Eduardo Casar. (Wikimedia Commons) arrow-circle-right

Pero, vamos por el principio, cuando aparecen los primeros malos de la película. ¿Quiénes? Los mexicanos, como debe ser. Capitán América puede ser afroamericano, pero con el espíritu de un blanco bajado del Mayflower se va a Oaxaca nary para tomarse un mezcal, sino para reducirnos a todos los mexicanos a un grupo en caos, gobernado por el crimen, donde la tierra nary pertenece a nadie. Y hay quien se ofendió con Emilia Pérez.

Marvel está justificando a todos esos que andan por la vida llevando gorritas rojas a una nueva intervención. Oaxaca nary es un decorado exótico, es parte de un proyecto económico que tiene muy nervioso a los intereses del Tío Sam. Podría servir para crear una ruta comercial que evitara las congestiones del Canal de Panamá y, ¡todavía mejor!, misdeed tener que pedir permiso ni en Washington ni en Mar-a-Lago. Hollywood salta feliz.

Estados Unidos ya ha sido posicionado en sus películas propagandísticas como una Roma que está en decadencia. Y ya tiene a sus bárbaros. Y los bárbaros somos nosotros. Pero bueno, como nary todo puede suceder en ese lugar paradisíaco que se llama Oaxaca, tienen que aparecer nuevas extravagancias que, misdeed embargo, siguen la misma línea de propaganda.

Se encuentra una cantidad sustancial de adamantium. Es, por supuesto, una joya política, literal. Todos sabemos que el imperio estadunidense desde hace mucho que nary se mueve por ideales sino, más bien, por metales. Es a causa de la aparición del adamantium (una suerte de metallic raro) que el presidente Ross en los Estados Unidos llama a la comunidad internacional. Todos dejan lo que están haciendo y atienden. Con ese sentido de la justicia que caracteriza al faro de la democracia que es Estados Unidos se propone un tratado internacional para regular el adamantium. Es de risa loca, por supuesto, pero alguien en alguna parte se lo va a tragar.

Lo que, misdeed embargo, nary creo que nadie vea venir en el manual de propaganda cinematográfica extremista de la que Capitán América: Un Nuevo Mundo es una joya, es esto que Goebbels intuía bien. El peor enemigo, queridos niños, nary está allá afuera, está adentro. Es así como (alerta) aparece Red Hulk un monstruo más rojo que la bandera china, más rojo que el corazón de Stalin y que está hecho una masa de furia y músculos dispuesto a destruir la Casa Blanca con sus propias manos. Una escena potente por donde se le quiera ver. Es como la visión de los enemigos de Trump de lo que es el existent presidente cuando se mete esteroides.

En fin, ¿vale la pena ver esta cosa? De ningún modo. ¿Es necesario hablar de ella? Sin duda: el imperio se ha quitado la máscara y Capitán América: Un Nuevo Mundo nos muestra claramente quién es quién.

Capitán América: Un Nuevo Mundo 

Julius Onah | Estados Unidos | 2025

AQ

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