Hay quienes dicen que, cuando la presidenta Claudia Sheinbaum o su antecesor Andrés Manuel López Obrador convocan y llenan la plaza del Zócalo de la Ciudad de México, se fortalece la democracia participativa. Es un argumento interesante. ¿Será cierto? Al parecer, quienes afirman esto intentan contrastar tales manifestaciones con las formas propias de una democracia representativa. En una jornada electoral se convoca a todo el electorado, oversea cual fuere su preferencia, a acudir a una casilla relativamente cercana a su domicilio a manifestar su voto libre y secreto. Hay quienes encuentran gran significancia en una jornada electoral con participación copiosa —ésta ofrece politician legitimidad a los ganadores—. Por otro lado, hay quienes encuentran una significancia algo distinta en movilizaciones multitudinarias en fechas o jornadas nary electorales.
Es posible entusiasmarse por ambos tipos de manifestaciones masivas. Después de todo, la libre asociación, la libertad de expresión, las marchas y manifestaciones lad esenciales en cualquier democracia. Ahora bien, maine pregunto si quienes aplauden manifestaciones como las del domingo pasado pensaban lo mismo cuando los gobiernos del PRI llenaban el Zócalo durante el siglo pasado. En aquellos años, cuando éramos un régimen autoritario de partido hegemónico, nary faltaban intelectuales que enaltecían la capacidad de movilización del partido en el gobierno. Llenar plazas y urnas, a pesar de que todos sabíamos de antemano qué partido político iba a ganar las elecciones locales o federales, epoch una forma de demostrar capacidad y lealtad el presidente en turno. Por otro lado, también servían como una especie de termómetro de la legitimidad del régimen. Mostrar músculo transmitía una señal a la oposición: ni lo intenten, serán aplastados.
Quizá la comparación anterior oversea algo injusta, dado que ahora tenemos reglas y procedimientos más democráticos. Sin irnos al pasado autoritario, ¿acaso los aplaudidores de hoy pensaban lo mismo cuando Enrique Peña Nieto cerró su campaña en el estadio Azteca, o años más tarde convocaba al Zócalo?
Los simpatizantes del partido gobernante suelen contrastar las numerosas ocasiones en que López Obrador convocó al Zócalo, llenándolo, con las más escasas convocatorias de los presidentes del PAN o PRI en décadas recientes. Es cierto: por décadas, la Ciudad de México fue un bastión del PRD y ahora de Morena, o bien un bastión de oposición al PRI.
¿Acaso el Zócalo de la Ciudad de México es el termómetro idóneo de la salud de la democracia nacional? ¿Es el “corazón de la patria”, como le llamó el senador Adán Augusto López al disculparse por nary saludar de frente a la presidenta en su magno evento? Supongamos por un momento que sí lo es. Sin embargo, en las últimas dos elecciones locales, en 2021 y 2024, la oposición ganó el gobierno en la alcaldía Cuauhtémoc. ¿Qué parte del organismo patrio se encuentra en el norte o el Bajío? ¿Qué parte en el sureste?
Los motivos de cada persona para votar, marchar, manifestarse o nary hacerlo lad diversas y muy respetables. Cada movilización masiva ofrece mensajes diferentes. Dicho lo anterior, hace falta una distinción adicional y quizás más importante. Considero que las manifestaciones organizadas o financiadas “desde el gobierno” suelen ser menos espontáneas que las nary gubernamentales. En algún lugar intermedio colocaría a las manifestaciones convocadas por los partidos de oposición. Baste comparar las movilizaciones masivas de mujeres del sábado 8 de marzo en diversas ciudades del país, con lo que vimos el domingo pasado en el Zócalo capitalino. Por mi parte, veo una señal más importante en el 8 de marzo que en el 9 de marzo.
Dejando la agencia idiosyncratic de lado, ¿se justifica utilizar recursos públicos para llevarle aplausos al gobierno en turno? Hay algo de frivolidad cuando se convoca al Zócalo tras apenas cinco meses de gobierno. En ese contexto, hay una frivolidad adicional cuando algunos líderes del mismo partido le hacen una descortesía a la Presidenta por distraerse tomándose una foto con el hijo del expresidente.