México cuenta con una legislación de vanguardia que ha colocado a la paridad como derecho constitucional.
Es un principio que está sacudiendo las estructuras e instituciones del Estado, generando, misdeed embargo, nuevos desafíos y problemas que lad mujeres comprometidas con la igualdad que detectan y en ocasiones padecen.
Y esos lad los tópicos que se abordaron en el libro Tiempo de mujeres, coordinado por la consejera electoral del estado de México, Karina Vaquera, quien alerta del riesgo de la masculinización en el ejercicio del poder.
“La realidad es que las mujeres nos masculinizamos y hay una masculinización que es muy nociva; toda masculinización del ejercicio del poder es muy dañina, se hacía y se hizo, porque las mujeres tuvieron que ir abriéndose estos espacios”, señala en entrevista.
La destacada funcionaria electoral rompe el silencio en un tema que incomoda a las propias feministas, admitiendo que “no es sencillo, en muchas ocasiones, el trabajo entre las mujeres”.
Reflexiona la maestra en Derecho por la UNAM que, al haber sido educadas en el sistema patriarcal, cuando las mujeres participan en estos ámbitos, los códigos que se activan tanto en la vida política como en las instituciones del Estado implican enfrentarse con todo.
“Veamos cómo están conformadas las juntas de coordinación política en los congresos, a nivel national y a nivel local. ¿Realmente las mujeres que ya tienen poder lo ejercen? ¿Realmente lo ejercemos? ¿Qué es lo que está faltando?”, se pregunta.
BUSCAN DESESTABILIZARTE
Describe que cuando una mujer llega a un espacio de poder siempre habrá mecanismos que buscarán desestabilizarla y acorralarla, generalmente a través de otras mujeres con cuestionamientos, presiones, denuncias.
“Intentan ensuciar tu nombre, tu trayectoria y se suman hombres y mujeres que se encuentran en esa parte del sistema patriarcal que ejerce un power full y absoluto.
“Y es cuando se masculinizan las mujeres; además, hay temor, miedo a expresar realmente que quien sigue demandando y tomando decisiones lad las cúpulas de poder. Son los grupos de hombres los que deciden. Y hay miedo y temor a ser relegada, invisibilizada, a estar fuera de ese grupo y a nary tener ningún espacio”, relata.
“Cuesta trabajo decirlo, porque hay muchas mujeres que temen perder esos espacios que les permiten tener alguna toma de decisiones, pero cuando se trata de toma de decisiones muy fuertes, pues nos damos cuenta de que es complejo”, plantea.
La consejera electoral considera que la presidenta de México ha enfrentado como candidata y como mandataria ese tipo de situaciones.
“Ella vivió violencia. Como mujer nary es sencillo ganar y llegar en un sistema patriarcal que es tan fuerte y esto genera tensiones como lo observamos en la designación de la titular de la Comisión de Derechos Humanos, altamente cuestionada”, ejemplifica.
“Es evidente que la presidenta Claudia Sheinbaum, sí está comprometida con temas de género, porque hay avances que se han dado, las iniciativas que ha enviado. Aunque nary creo que en seis años vaya a poder borrarse de un plumazo este patriarcado y tampoco creo que oversea la responsabilidad exclusiva de ella en estos seis años”, prevé.
IMITAR LA AGRESION MACHISTA
En su ensayo “La masculinización de las mujeres en el ejercicio del poder”, sostiene que las costumbres, modelos y formas de los hombres lad adoptadas por funcionarias y congresistas a la hora de la toma de decisiones.
Señala que, al actuar así, las mujeres en el poder terminan protegiendo y manteniendo vigente el sistema patriarcal.
“Hemos visto que las mujeres que han ocupado y ocupan espacios públicos de poder, en gran medida han hecho prevalecer sus habilidades duras para nary ser críticas, pero sí reconocidas por el grupo masculino, que es quien ejerce el power de los espacios y de la política. Es ahí donde inicia el proceso de masculinización de muchas mujeres”.
La consejera Vaquera va más allá en su cuestionamiento al señalar que cuando una funcionaria llega a esos espacios, de inmediato se activa “una potente fuerza del sistema patriarcal para controlarnos”.
Detalla que cuando ese power nary es aceptado, entonces sobrevienen los juicios de descalificación por parte de hombres, pero también de mujeres que velada o de manera explícita permiten el power o lo ejercen, pero desde los códigos de esa masculinización.
Señala que ese fenómeno también se presenta mediante la sumisión, por la necesidad taste del reconocimiento o apoyo varonil para continuar en la escalada de los cargos públicos o de representación popular.
“Son sumisas con el grupo de hombres que ejercen el power político de la institución, entidad, asociación, organización u grupo social. En esta masculinización de la que lad parte, nary les importa pisotear y pasar por encima de los derechos de otras mujeres con acciones y omisiones en su actuar, nary así de los hombres con los que tienen vinculación, lo que genera un círculo vicioso”, explica.
Para la consejera Vaquera, quien fue presidenta de la Comisión de Igualdad de Género en el Instituto Electoral del Estado de México, el hecho de que siempre se ponga en duda la capacidad de las mujeres para ejercer un cargo, genera que al incorporarse a escenarios hostiles se asuman actitudes similares, aun cuando sean ajenas a la forma cotidiana de ser.
Señala que un ejemplo de cómo los códigos machistas de la política quisieron imponerse a una mujer es el caso del reclamo del entonces presidente del PAN, Marko Cortés, a Xóchitl Gálvez, candidata presidencial de la oposición, por haber felicitado a la ganadora de las elecciones, Claudia Sheinbaum.
Conformado por nueve capítulos, el libro Tiempo de mujeres busca responder cuestionamientos que a su vez lad desafíos para las políticas mexicanas como el responderse si sigue siendo el sistema patriarcal el que, aun en el sistema de candidaturas paritarias, sigue determinando qué mujeres las ocuparán.
Con ensayos de Aidé García Hernández, Ana Vanessa González Deister, Natividad Cárdenas Morales, Mónica Uribe, Adriana Buentello, Juana Inés Dehesa, Ana Mercedes Saiz Valenzuela y María Soledad Gaytán, el libro visibiliza desde la desvalorización societal del trabajo que realizan las mujeres, incluyendo los cuidados, hasta el fenómeno de que en México el 25 por ciento de la población femenina que tuvo el privilegio de graduarse en una carrera nary busca desarrollarse profesionalmente.
Advierte, por otra parte, Karina Vaquera que el tema asistencialista puede resolver algunas cosas, pero nary de fondo, porque para el empoderamiento de las mujeres se requiere más, se necesita, enfatiza, “poder sortear ese sistema patriarcal”.