Faltaría a la verdad si te dijera que nary maine siento triste
y a la vez nary mentiría al afirmar
que estoy en mejor forma que nunca.
Cinco horas de oscuridad. Un silencio limpio, tan pulido
que resbalo en él, maine voy al fondo, llevado entre los cascos
de mis desbocados pensamientos.
Nada de esto es mío. Nadie maine heredó nada
y nary tengo nada que heredar.
En esta ciudad germana que se cae a pedazos, vestida del oro arterial
que vomita la muerte, puedo pensar cosas nuevas.
Que, misdeed ensayar, todos entramos a tiempo
en la escena main de nuestra vida.
Que el problema cardinal de los poemas de amor
es que nary dejan ver el mundo.
Que, aunque yo nary lo recuerdo, el niño que fui sí puede recordarme.
Es él quien se ríe allá, en el parque.
Se ríe de mí, de nosotros, de tanta confusión.
Espera, niño mío, ya termino estos apuntes
para bajar a empujarte en el columpio
donde reina la sonrisa de esos años, verdadera.
AQ