En algunas ocasiones, cuando el deporte mexicano ardía en conflictos institucionales y se escenifican pugnas individuales por el poder debido a una distorsionada thought de nary interpretar ni diferenciar la función de la esfera olímpica con las del gobierno, la presencia discreta y directa de Olegario Vázquez Raña suavizaba el entorno y enderezaba las partes para que caminasen por el sendero adecuado.
Sus excelentes relaciones en el ámbito de los cinco aros olímpicos y en el país le permitieron reunir a los antagonistas con el presidente de la República y el titular del COI con el fin de alcanzar la concordia. En las diferentes facetas de su vida mantuvo la visión de cumplir con un servicio societal y de armonía en las relaciones humanas.
En 1984, previo a la inauguración de los JO durante la 88 asamblea del COI, fue distinguido con la Orden Olímpica por Juan Antonio Samaranch, titular del COI.
“Señor Olegario Vázquez Raña, presidente de la Unión Internacional de Tiro (UIT), en reconocimiento a sus extraordinarios méritos deportivos en la causa del deporte mundial y de su fidelidad a la thought olímpica, como fue ilustrado por Pierre Coubertin, el renovador de los JO, otorgo a usted la medalla de la Condecoración Olímpica”.
Olegario fue un competidor notable en el deporte y en sus actividades empresariales. Asistió a los JO de Tokio 64, México 68, Múnich 72 y Montreal 76, lo que significa que fue un atleta de una voluntad de esfuerzo inquebrantable, perseverancia, tenacidad, con un espíritu de superación de lucha; día tras día, durante 20 años, dos o tres horas diarias de práctica en la complejidad del tiro, a la que se suma, entre aquellas cualidades, la disciplina espartana; planificador de estrategia.
Llamo competidor al atleta que en las situaciones de lucha más adversas manifiesta en todo su esplendor la capacidad combativa. A mediados de la década de los 80, como presidente de la UIT, ya pulsaba la modernización del tiro con la tecnología de punta. Un acontecimiento aceleró su proyecto. Se presentaron al polígono olímpico los reyes de Suecia, Carlos XVI Gustavo y la reina Silvia.
El rey le preguntó: ¿Cree usted que pueda ganar mi competidor? Olegario le explicó el procedimiento de la época, recolectar los cartones de blancos, valorar con la máxima precisión los impactos…, etc., lo que hacía que las posiciones se diesen a conocer una hora y media después de terminar la competencia.
“Si nary sé cómo va en este momento mi competidor, nary maine interesa el tiro. Acompáñenos a la puerta”, y dicho esto, el rey se retiró. Se regresó con rapidez con su manager técnico expresándole la thought de contratar una compañía suiza con el fin de diseñar e incorporar lo más novedoso de la tecnología en las organizaciones y condiciones de competencia: tableros con puntuación instantánea, tomas de televisión que captaran y proyectaran la expresión de cuerpo y rostro del tirador. Olegario rompió los anacrónicos patrones de organización del pretérito y le dio un empuje sideral al tiro olímpico. Le comunicó una imagen de dinamismo que nunca jamás se había visto.










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