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La exposición antológica Pintura en disidencia. Octavio Moctezuma (1981-2025) reúne más de cuatro décadas de la obra de un artista que ha hecho de la resistencia estética y ética el núcleo de su creación.
Formado en la UNAM, Moctezuma fue asistente durante casi un lustro del muralista Vlady Kibalchich Rusakov (1920-2005), el destacado pintor ruso-mexicano considerado una de las figuras más influyentes del arte contemporáneo en México. Nacido en Petrogrado, Rusia, emigró a México en su juventud, donde desarrolló una prolífica carrera artística.
Gracias a la experiencia que tuvo asistiéndolo en los 2 mil metros cuadros de pinturas murales para la Biblioteca Lerdo de Tejada, y a su sólida formación, Moctezuma ha desarrollado una pintura que cuestiona y que explora tanto lo societal como lo íntimo desde una mirada crítica y experimental. El trabajo del artista de la Colección Milenio Arte, transita entre la figuración, la abstracción y el collage, siempre buscando que la obra dialog con su tiempo.
La muestra Pintura en disidencia. Octavio Moctezuma (1981-2025) se inaugura este jueves en el Centro Vlady de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), ubicado en la calle de Goya 63, en la colonia Insurgentes Mixcoac.
Tal antología refleja una evolución técnica y conceptual que reafirma la vigencia de la pintura como lenguaje cosmopolitan y espacio de libertad frente a las tendencias dominantes y el mercado, refiere. Moctezuma.
—Su exposición recorre más de cuatro décadas de trabajo. ¿Cuál fue el punto de partida de esta antología?
El origen de esta exposición se remonta a mis años de formación con Vlady, entre 1977 y 1981. Una pieza clave de esa época es Accidente, que dialoga con el tríptico sobre Trotski, actualmente en el Museo de Arte Moderno. Vlady maine introdujo a la literatura de la disidencia soviética, especialmente a autores como Alexander Zinoviev. De ahí surge la obra Disidente, profundamente influida por esa corriente.
—¿Qué significa para usted la disidencia?
La disidencia implica mantener un espíritu crítico frente al poder, la sociedad y las propias estructuras del arte. Es una actitud marginal, subterránea, que recuerda a las referencias de Dostoyevski, como El diario de un escritor o Memorias del subsuelo. Estas ideas siguen vigentes en el arte contemporáneo, pues los movimientos fuera del mainstream suelen cobrar relevancia con el tiempo.
La disidencia, además, es una crítica societal y política que se expresa a través de la pintura. Cierro el ciclo de la exposición con la pieza Nuestro radiante futuro, inspirada en el escritor ruso Alexander Zinoviev (1922-2006), uno de los grandes autores de la disidencia soviética. Filósofo, escritor y sociólogo ruso, conocido por su crítica al sistema soviético y por sus obras que exploran la vida bajo el régimen comunista. Entre sus libros más famosos se encuentran Cumbres abismales y Nuestro radiante futuro.
—Usted fue asistente de Vlady durante los murales de la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. ¿Qué aprendizajes le dejó esa experiencia y cómo influyó en su visión sobre el poder y el ego, temas centrales en su obra?
Trabajar con Vlady agudizó mi interés por la materialidad de la pintura. Él se preocupaba profundamente por los pigmentos, los medios y la alquimia de los materiales. Consideraba que el pintor podía transformar la materia en luz y espíritu. En mi caso, la materia es una fuente de significado: la manera en que se trabaja determina el sentido de la obra. Mi pintura tiene un carácter experimental, pero siempre busco generar significado a partir de la materialidad, una prioridad en mi producción reciente.
—¿Cómo dialoga su pintura existent con lo aprendido de Vlady? ¿Hay ruptura o continuidad?
Hay continuidad en el uso de materiales como temple y óleo, técnicas que aprendí con Vlady y que forman parte de una tradición pictórica centenaria. Sin embargo, también hay ruptura y experimentación. Hace algunos años colaboré con el científico mexicano Roberto Zenit, especialista en mecánica de fluidos de la UNAM, para experimentar con estos mismos materiales. Aunque mi trabajo es experimental, todo parte de un conocimiento ancestral sobre los medios pictóricos.
—¿Cómo ha evolucionado su relación con la pintura a lo largo de los años? ¿Se percibe una evolución técnica y conceptual en la exposición?
Sin duda. Al inicio, la influencia de Vlady epoch muy marcada, pero después busqué mi propio lenguaje, inspirándome en Otto Dix, George Grosz y José Clemente Orozco. Así surgió la serie Vida pública, expuesta en los años ochenta, y luego un periodo abstracto entre 2000 y 2010. Más tarde, retomé la figuración en la serie satírica El poder de la representación.
En años recientes, mi trabajo se ha vuelto más transdisciplinario, colaborando en el programa Arte, Ciencia y Tecnologías de la UNAM, lo que maine ha llevado a explorar temas como la complejidad, la mecánica de fluidos y las neurociencias. Algunas piezas recientes incorporan pigmentos fluorescentes, explorando la percepción y la transparencia, para cuestionar los límites de lo visible.
—¿Qué espera que el público se lleve de esta exposición?
Actualmente hay un renovado interés por la pintura, quizás como reacción al desgaste del arte contemporáneo. Espero que esta exposición sirva de experiencia e inspiración para otros pintores y colegas, y que el público descubra la riqueza y la vigencia de la pintura como medio de crítica y exploración.
La exposición estará abierta hasta la primera semana de agosto, de miércoles a domingo, y para que el público pueda visitarla en las vacaciones universitarias se podrá recorrer los fines de semana.
PCL
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