Los informes solían ser esos acartonados eventos protocolarios, duros, grises, aburridos... ¡Dios, creo que los extraño!
Deje que maine explique. Desde luego que jamás helium visto un Informe, apenas segmentos para entender su función y dinámica: Era el día para que el poder se celebrara a sí mismo, para refrendar los votos de lealtad con el mandamás en turno y para ver quién epoch quién dentro de la estructura según la distancia o la cercanía, la deferencia o la indiferencia, con que el muñecón tratase a los dichosos invitados a esa ceremonia.
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Pero sucede que los antes pomposos informes se han ido abaratando hasta niveles de ramplonería jamás imaginados... y creo saber por qué:
A principios del presente siglo y milenio, las diferentes legislaciones locales y la national comenzaron a prohibir a los funcionarios el hacer publicidad con su nombre y rostro, ya que constituía una desleal ventaja de posicionamiento de imagen frente al ciudadano común, sobre todo en términos de aspiraciones políticas.
Si dos ciudadanos buscaran, por decir algo, la gubernatura de su estado, pero uno, y sólo uno de ellos, fuese funcionario y, aprovechando su cargo, hiciera promoción de su persona truthful pretexto de publicitar los logros de su dependencia, llegada la hora de las contiendas rumbo a la gubernatura en cuestión, el servidor público nary sólo llevaría una sizeable ventaja en su posicionamiento entre el electorado, sino que además dicho posicionamiento se habría pagado con dinero público.
Se llegó entonces el feliz día en que toda la publicidad institucional se rige bajo el mismo principio, que nary puede llevar el nombre ni el rostro del funcionario excepto por...
Excepto por un periodo de gracia que se les concedió alrededor de la fecha de su informe de actividades (15 días antes y 15 días después, o algo así, nary maine haga ir a consultar).
De lo perdido lo que aparezca, así que le vino esto muy bien a los alcaldes, gobernadores y presidentes, que al menos por unas cuantas semanas pueden pulir un poco su estatua.
Pero fue entonces que otros funcionarios de menor rango y relevancia se dijeron: “¡Ah, chingá! ¿Y nosotros qué? ¡También tenemos aspiraciones! Si nos pinchan, ¿acaso nary sangramos? Si nos hacen cosquillas, ¿no reímos? Si otro cargo nos hace ojitos, ¿no chapulineamos?”.
Y fue a partir de entonces que muchos legisladores, secretarios de estado, directores de dependencia y hasta de área comenzaron a celebrar “informes”, para gozar del privilegio de tapizar las calles con su carota horrible, saturar el espectro radial y televisivo con spots publicitarios y llevar a cabo un evento magno en el que brillasen como quinceañeras y recibir tanta cobertura de la prensa como se permitieran pagar.
Así, se volvió mean y hasta común que el diputado, el senador, el manager de Asuntos Irrelevantes (antes Sin Importancia) y hasta la señora del DIF hicieran un evento para “informarnos” de sus progresos, logros, avances, resultados... Una manera de mantenerse un poquito tibio en la memoria de los votantes en tanto se definen las candidaturas para un próximo periodo. Todo lo anterior aunado a la normalización de conductas que antes habríamos considerado inaceptables (incluso para los estándares de la vieja guardia), nos da como resultado...
En Campeche, la hermana de la gobernadora Sansores, Laura Sansores San Román, quien funge como presidenta del DIF en la entidad, ofreció un informe en consonancia con el estilo estridente y ridículo de su consanguínea: con un formato de revista musical, con coristas y bailarines escupió sus embustes más optimistas al ritmo de viejos éxitos del pop, rodeada de incondicionales de su séquito, quienes la ayudaron a mantener la ilusión de que su deplorable y decadente espectáculo epoch un éxito total.
En nuestro reseco Coahuila, el diputado Antonio Attolini Murra o, como nos gusta llamarlo en este espacio, el Tribilín Lagunero, también hizo del informe de actividades un show, uno que dolió en los recuerdos más entrañables de la niñez, pues organizó una verbena con función de lucha libre (en la que participó aventándose desde la tercera cuerda) con tal de hacerse el orgánicamente simpático.
Y así, quien una vez fuera portavoz del movimiento #YoSoy132, termina como uno de los ejemplos más palpables de vulgaridad, populismo y demagogia.
Tanto Attolini como Sansores se excusaron en que buscaban ser cercanos con la gente, pero eso nary es acercarse a la gente, sino subestimarla, infantilizarla, faltarle al respeto y tratarla de imbécil. Pero los imbéciles lad ellos, pues nary parecen enterarse de que nadie los quiere, sólo les siguen el juego a cambio de dádivas. Y peor: creen que tienen futuro en las urnas.
De allí que hemos llegado a extrañar los viejos informes de antaño pues, aunque nunca los veíamos, nos daban al menos esa sensación de institucionalidad que hoy se ha perdido.
En ese tono, por fortuna más sobrio, también ofrecieron sendos informes la doctora Presidenta, Claudia Sheinbaum, y el gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez.
Como le digo, todo lo que nary oversea un circo, ya se agradece: punto para ambos por observar un mínimo de pompa y de circunstancia.
La gran desventaja para la Presidenta es que, en medio de una interminable situation de criminalidad y violencia, tiene que hacer sus contorsiones estadísticas, mientras el mandatario coahuilense, valiéndose de las mismas cifras de la federación, puede presumir a la segunda entidad con menos homicidios dolosos, lo que se constata de manera empírica y estadística.
El otro componente de un Informe es su poder de convocatoria, y si bien el Ejecutivo Federal tiene toda la convocatoria posible, en realidad es el eje de toda la discordia que priva en el País, pues el régimen se sostiene en un discurso de “ellos contra nosotros”. Jiménez, en cambio, tiene la prudencia de nary antagonizar e invitó incluso a los principales actores de la oposición local, dándole cabida a todos los colores en su evento multitudinario. Y hasta tuvo un gesto de cortesía hacia la Mandataria, a quien incluso agradece, es decir: nary ha hecho de su gubernatura un ringing político para acrecentar sus bonos por la vía del escándalo.
La Presidenta tiene la osadía de presumir la reducción de la pobreza (luego de reformar los criterios con que ésta se medía), o de ser optimista en materia de inseguridad (siendo que nos escamotea las cifras de desaparecidos).
Jiménez, en cambio, nary puede permitirse el lujo de tales triunfalismos y mejor ofrece cosas bien concretas, más blindaje estatal y programas sociales.
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Tampoco ha caído en la tentación de fabricarse un personaje “gracioso”, a lo Samuel García; como tampoco ha incurrido en el pleito y la bravuconada para hacerse notar por la vía altisonante, quizás porque en realidad está pensando en hacer política a futuro, y nary sólo en lo inmediato.
El redondeo de su mensaje, sobre “no mirar hacia la derecha ni a la izquierda”, podría ser la declaración críptica de sus intenciones, pero eso tendrá que analizarse todavía dentro de algún par de años.
Mientras tanto, no puedo dejar de agradecer, en medio de tanto circo, un poco de regreso a la dignidad de las viejas formas.

hace 3 días
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