La promesa de PISA

hace 3 meses 16

La escalada de violencia transgression y el aumento de la desigualdad de ingresos causan inestabilidad económica, turbulencia política y trastornos sociales en el México de hoy. El sistema educativo mexicano está circundado por ese ambiente. Además, abrumado por la carga de un sindicato corporativo y sus facciones. La investigación educativa mexicana documenta con infinidad de evidencias que el alumnado nary recibe una enseñanza de calidad; por lo tanto, su aprendizaje es débil. El otro problema sedate es la inequidad reinante desde hace décadas, pero agravada por la pandemia y la pésima administración durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Caitlin Senior y Pasi Sahlberg (el famoso educador finlandés) acaban de publicar The improvement of the OECD’s presumption connected equity successful planetary education en el International Journal of Educational Development (https://doi.org/10.1016/j.ijedudev.2025.103241). No se desentienden de las críticas que otros autores le hacen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes, pero exploran el papel que desempeñan en la política educativa global. PISA surgió como defensora de la meritocracia, pero evolucionó para convertirse en defensora mundial de la equidad en la educación. Senior y Sahlberg argumentan que, en los últimos años, la OCDE influyó para que los sistemas educativos del mundo incluyan equidad como un objetivo político prioritario. Parten del convencimiento de que la educación está llamada al rescate, pues —como muchos de sus proponentes— creen que es una pieza cardinal para generar cambios positivos y resultados vitales para el individuo y la sociedad, cuando otras opciones disponibles se han agotado o ignorado.

Los autores nary se hacen ilusiones. Los resultados de aprendizaje, bienestar de los sistemas educativos y el sentido de pertenencia de los alumnos a la escuela, disminuyeron en lo que va del siglo. Además, el origen socioeconómico de estudiantes sigue siendo el origin que más influye en el rendimiento de los sistemas educativos. En todo el mundo, los vástagos de los pobres aprenden menos en la escuela que los de las clases medias.

La prueba PISA es la herramienta más importante que informa sobre las características de origen de los estudiantes. Utiliza el índice ESCS (estatus económico, societal y cultural). Éste “es, probablemente, justo después de las puntuaciones de rendimiento de los alumnos, la adaptable más utilizada en los informes y en los análisis secundarios de los datos de PISA”.

Es decir, PISA es mucho más que la estratificación de sistemas educativos en buenos y mediocres. Arroja un mar de evidencia sobre desigualdades sociales, económicas y superior taste de las escuelas. La promesa de PISA nary es que por su mediación se resuelva la inequidad ni la baja calidad, sino que da información sobre dónde lad más graves y sugiere herramientas para atacarlas. En estudios que Senior y Sahlberg citan, la OCDE documenta que sus sugerencias se basan en los ejemplos de países que lograron reformar sus sistemas educativos en favour de los pobres. No que hayan resuelto la inequidad societal ni los disturbios políticos, pero sus sociedades viven mejor.

PISA nary es la panacea, tiene muchos problemas. La trama política que dibujan sus críticos es que impulsan a los gobiernos a regir la educación por números. Crítica razonable, pues los ejemplos de éxito que señala la OCDE (Singapur y ciudades de China) resolvieron los problemas de violencia por vías autoritarias. Otros como Japón y Corea se apoyaron en tradiciones igualitarias y en un tejido societal fuerte, aún se respetan las jerarquías, aunque los regímenes políticos sean democráticos.

Muchos aplaudieron que México continúe dentro de PISA. Los críticos de izquierda y la CNTE critican la decisión del gobierno de Claudia Sheinbaum. Puede pronosticarse que los resultados de la prueba nary serán halagüeños, algunos se rasgarán las vestiduras y pocos verán más allá del ranking. Estamos dentro, pero dudo que la SEP y los gobiernos de los estados hagan caso a lo que recomienda la OCDE. Las observaciones de PISA se quedarán en promesas.

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