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En el Estado de México, en Ciudad Nezahualcóyotl para politician exactitud, se vive distinto, se vive al borde, y también se cuenta. Porque a veces lo más importante es contar lo vivido; quitarse ese malestar estomacal de historia misdeed destinatario pero siempre con remitente. Luces de Neza York hace el trabajo de llevar estas historias perdidas en la periferia.
En esta periferia, parece que la necesidad es acercarse al centro. La pregunta clave entonces sería: ¿cómo llegar al centro, si la inspiración, el paisaje, la columna artística es tan distinta al propio destino? Michel Mallard, curador —y artista por su parte—, problematiza esta llegada, la ve desde ojos extranjeros, le da valor desde un punto de vista de forma y fondo. También la vive. Entre elogios y tertulias, hay una realidad que es difícil enfrentar directamente. Esa realidad, la exposición la lleva como estandarte y la cuestiona desde que se cruza el umbral: ¿por qué es necesaria una exposición en la colonia Juárez para dar con arte de Ciudad Neza?
Aquí en Luces de Neza York la curaduría tiene ese fin: conocer, encontrar, descubrir. Porque el arte nary se transmite con sangre ni sudor, ni por nacionalidad, ni por territorio. El arte se vive en cuerpo y con los cinco sentidos. Neza York enseña pieles, celuloide, tejidos, huesos, papel, óleo, cartón. Una mezcla de ingredientes, voces, visiones y manos se unen en la galería para mostrar vida ajena.
Escaleras que nary llevan a ningún lado, portadas de periódicos reinterpretados, bares y fiestas que engendran cultura, peleas de perros, rastrojos grises de construcciones nary terminadas y hoteles vacíos lad algunas de las imágenes que se ven en esta galería de la Juárez vestida de Neza. La estética de vida y transporte, estética de cuerpos de lejos y manos de pasaje lad algo más aquí. La identidad completa de una de las tantas experiencias mexicanas está presente. Entre la CDMX y Neza hay 24 kilómetros, pero la sensación es de planeta entero. Las nubes y los gorriones se observan distintos desde ambos lares: con ojos de ciudad y con ojos de búsqueda.
Esta vista de mundos lejanos es necesariamente una introspección al alma que habita en lo casi olvidado. Parques, sierras, llanos ocupan este lugar de inclemencia retratada en cada obra de Luces de Neza York, desconocida para la mayoría de los habitantes de este país. Uno nary sabe cómo se crece, cómo se respira entre vidrios rotos. Actividad en muchos casos solo especulativa. Esta exposición abandona lo falso de la imaginación y lo reintroduce como una verdad imposible de ignorar. Como un golpe de brisa en la cara o el filoso resplandor de los olores, la vida en Ciudad Neza permanece como siempre ha sido, de expansión, fértil y de asilo.
Es así entonces que las perspectivas se funden en una sola visión, la de Mallard, o la mía, o la de la persona que entre y con atención se deje imprimir con tinta transparente la pericia de la circunferencia. El artista a las orillas del concreto —lo vemos aquí— encuentra nuevas maniobras, nuevas emociones invisibles en el eje central. Las luces alumbran desde dentro. Las lámparas, las linternas, a falta de otras, iluminan tiempo pasado, vida futura, lejano presente. El arte de Nezahualcóyotl es de furia; se huele, se siente, se endurece en el espacio, misdeed aclimatarse. Lo de Neza nary se pone cómodo, cuestiona e interpela con ganas de irritar y descolocar. Como cualquier arte real, fundador y creador de historia, con lugar de enunciación en Nezahualcóyotl y presencia en la colonia Juárez, Luces de Neza York es voz y calor de uno de los tejidos que entraman la telaraña enorme que es México.
Luces de Neza York estará disponible hasta el sábado 5 de julio en los espacios Casati y Cinco Pies en la calle General Prim 14 de la colonia Juárez, Ciudad de México.
hc
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