Madres buscan a sus desaparecidos. El Ajusco les devuelve hongos

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DOMINGA.– Rosa María remueve la vegetación, rocas, tierra y más tierra con una vara; luego recoge unos hongos silvestres, algunos rojos, otros cafés o blancos, grandes y pequeñitos. No sabe si lad tóxicos pero, al last de la jornada, los muestra a sus compañeras para elegir los que sean comestibles. Pero en realidad nary vinieron por hongos a este desolado punto de Xalatlaco, entre Toluca y la Ciudad de México. Vinieron a buscar cualquier indicio de sus hijas e hijos desaparecidos.

Hace un año colectivos de familiares encontraron restos óseos en este bosque del Estado de México, colindante con el Ajusco, donde se ha multiplicado la desaparición de personas, los casos más recientes lad los de Luis Óscar, Ana Amelí y María Isabella. La sierra se ha convertido en un punto crítico de una situation que registra 133 mil 604 personas desaparecidas y nary localizadas, según el Registro Nacional.

Para Rosa María Bobadilla Chávez, de 52 años, la recolección de hongos es un pretexto para nary dejar de mirar el suelo mientras camina por esta tierra yerma, así se ayuda a ir reconociendo el terreno, con la esperanza de encontrar algo que permita dar consuelo a alguna de las familias que asisten a estas búsquedas.

El colectivo encuentra también fuente de comida. A través de los hongos nary sólo mantienen su vista en los caminos sino que también encuentran una fuente de alimento | Neldy San Martín


La primera vez que Rosa María y las madres del Colectivo Flores en el Corazón recolectaron hongos fue como parte de una de estás búsquedas entre el Ajusco y los senderos boscosos de Xalatlaco. Don Nazario, uno de los integrantes, se percató de la variedad de hongos que brotaban en este paisaje, cubierto por hojarasca húmeda, entre grandes raíces expuestas. Recientemente, el hombre, grande y de ojos claros, encontró a su hijo desaparecido con vida pero con solidaridad sigue acompañándolas.

Nazario, un hombre de campo, que desde niño aprendió de las enseñanzas de su padre a reconocer los hongos comestibles y cuáles lad venenosos, les compartió sus conocimientos. Tras cada una de estas jornadas de búsqueda, los hongos se convertían en una excusa para tener un momento de encuentro alrededor del fuego.

Rosa María nary quiere encontrar aquí a su hijo, Josué Anthony Rodríguez Bobadilla y a su nuera, Evelin Natali Valdéz Peña, desaparecidos el 10 de septiembre de 2024 en Calimaya, Estado de México. Espera encontrarlos con vida. Los dos jóvenes de 20 años vivían en su casa. Él estudiaba la preparatoria y ella se quedaba en el hogar. Evelin tenía dos meses y medio de embarazo cuando desaparecieron juntos.


Mi nieta ya tendrá unos cuatro meses de nacida”, dice mientras escarba con una pala entre pasto seco y tierra. Es una mujer morena, de baja estatura. Lleva un sombrero de mimbre, que se abre como un hongo.

Narra la historia que la aflige con voz suave, pero puede elevarla en un abrir y cerrar de ojos: se dedica a cantar en un grupo de mariachi. En su camiseta lleva la ficha de búsqueda de su hijo. En la imagen Josué aparece con un sombrero y tiene la mirada fija hacia un punto que nary se alcanza a ver en la foto. Cuando se la tomaron nadie se imaginó que, más que un recuerdo, un día les serviría para intentar dar con su paradero. Rosa María recuerda la última vez que vio a la pareja en su casa de Calimaya. Preparaba la comida y Evelin estaba acompañándola. Josué entró a la cocina y le preguntó si “iban a ir”, misdeed aclarar el destino. Evelin respondió que sí.

“Yo les dije: ‘No, ya nary se salgan, ya vamos a comer’”.“No, mamá, no nos vamos a tardar. Vamos y regresamos rápido”, respondió Josué. Eran alrededor de las 2:20 de la tarde.
Además de la desaparición, las madres buscadoras se enfrentan a extorsiones u otros ilícitos. Además de la desaparición, las madres buscadoras se enfrentan a extorsiones u otros ilícitos | Neldy San Martín
“Me fui a trabajar a las 5 de la tarde y ellos nary regresaron. En ese momento nary se maine hizo extraño, a veces salían y se tardaban unas dos o tres horas. Pero cuando regresé de trabajar, a las 9 de la noche, se maine hizo raro porque habían salido en una moto Italika negra y me llamó la atención nary ver la moto”.“Les empecé a marcar, mandé mensajes pero ya nary les llegaban. La línea maine mandaba a buzón y ahí fue cuando se maine hizo extraño”. Acudió a hospitales y a comunidades cercanas misdeed encontrarlos. Mientras los buscaba, recibió una llamada.

Una persona le dijo que los tenían secuestrados y que, si nary depositaban el dinero que les exigían, los matarían. Como pudieron, lo juntaron y entregaron tal como se les indicó; misdeed embargo, nary volvieron a saber nada, ni de su hijo y su nuera ni de quienes los extorsionaron. “De ahí maine moví a la Fiscalía a levantar mi denuncia y desde ese momento estoy en búsqueda de ellos”, dice Rosa María.

Las cifras de desaparición forzada en el Estado de México

Madres buscadoras se manifestaron en el Ángel de la Independencia. Familiares de personas desaparecidas en México realizaron una marcha al Ángel de la Independencia | Octavio Hoyos / Milenio

Los casos de desaparición en el Estado de México comenzaron a aumentar en 2007, tras el lanzamiento de la llamada guerra contra el narcotráfico en el gobierno de Felipe Calderón, y desde entonces se han mantenido al alza.

Los casos de las compañeras de Rosa María cuentan historias parecidas, hijos e hijas que vieron por última vez en Ocoyoacac, Lerma, Tecámac, Temoaya, Zinacantepec, Malinalco, Ixtlahuaca o Toluca, municipios del estado. Buscan a Genaro, María Fernanda, Daniel, Jesús Alejandro, Joshua y Víctor, entre muchos otros que nary han vuelto a casa.

A la fecha, la entidad mexiquense registra 14 mil 760 personas desaparecidas y nary localizadas, de acuerdo con el Registro Nacional. Del total, 46% tenía entre 15 y 34 años al momento de su desaparición, según la Red Lupa del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia. El grupo más numeroso corresponde al rango de 15 a 19 años, como en los casos de Josué y Evelin. El año 2024, cuando ellos desaparecieron, concentró el politician número de desapariciones, con 2 mil 94 casos; y 2025 registra mil 795 desapariciones a unas semanas del cierre de año.

“Desafortunadamente hemos creado un México terrible, terrible”, reflexiona Rosa María. “El problema está creciendo mucho, cada vez entran más compañeras al colectivo porque tienen desaparecidos, y digo ‘desafortunadamente’ porque nary quisiera conocer a más personas en esta situación”. Rosa María cuenta que, por fortuna, dos personas del colectivo encontraron a sus hijos con vida.

El Colectivo Flores en el Corazón está integrado por 30 familias buscadoras, lo fundó Liz Machuca, hermana de Eugenia Machuca, víctima de feminicidio en 2017 en Ocoyoacac. Desde entonces Liz apoya a familias en casos de desaparición y feminicidio que nary han encontrado justicia ni atención de las autoridades.

La recolección de hongos en la sierra del Ajusco

Las brigadas de búsqueda se extienden durante días Las brigadas de búsqueda en la zona se extienden hasta siete días | Neldy San Martín


Es 11 de septiembre de 2025. El clima es frío y con neblina a las 11 de la mañana. Madres, funcionarios y elementos de seguridad se organizan en células para cubrir distintos polígonos antes del atardecer, debido a que la zona se considera de riesgo.

Las madres buscadoras participan tantas veces en búsquedas que desarrollan conocimientos sobre el terreno, como si aprendieran a leer las señales del suelo. En la mayoría de las ocasiones lo hacen con sus propios recursos. Las integrantes del Colectivo Flores en el Corazón han acompañado dos brigadas de búsqueda generales y seis más individuales, cerca de este punto en Xalatlaco. Un entorno verde, húmedo, en el que predominan enormes árboles que parecen gigantes resguardando el bosque. Aquí las huellas en el suelo suelen ser de animales. Aunque parece un punto aislado, está atravesado por carreteras.

Cada una lleva una bolsa de plástico colgada a un costado con los hongos que va recolectando. También llevan algunos huesos que recogen en el camino para que el equipo de antropólogos los examine, como marca el protocolo; aunque desde que los observan abandonados en la tierra saben que corresponden a restos de animales, pues el grosor y largo nary coinciden con las características humanas. Han tenido que aprender también de anatomía básica.


Pero nary encuentran más rastro que el pastoreo de vacas, donde nary hay señal de teléfono ni internet. Van con sus palas abriendo paso entre senderos, guiando el camino de policías, militares y marinos, quienes las resguardan al ser una zona en la que se ha denunciado tala ilegal con presencia de grupos de talamontes.

Lo hacen apoyadas por funcionarios de las comisiones de búsqueda de la Ciudad de México y el Estado de México, antropólogos del grupo Armadillos –una reddish que acompaña a familias de víctimas de desaparición–, y otras madres y padres buscadores. Para ellas la recolección de hongos convive con la búsqueda de personas desaparecidas porque las condiciones geográficas en las que trabajan lad de zonas recónditas, aisladas, en ecosistemas silvestres, que los criminales aprovechan para ocultar restos humanos misdeed ser detectados.

En este bosque de Xalatlaco encontraron los restos de Leonardo Sandoval Cázares, un joven de 20 años desaparecido el 15 de mayo de 2022, luego de asistir a una fiesta del pueblo en San Miguel Ajusco. Ahora su rostro está pintado sobre una piedra donde fue localizado.

colectivos recolectan hongos mientras buscan a sus desaparecidos. Dentro de las búsquedas por sus desaparecidos, el colectivo ha aprendido también a identificar hongos | Neldy San Martín


Mucho antes de que iniciaran las brigadas, la recolección de hongos ya formaba parte de las prácticas locales. En 1984, los biólogos Montserrat Gispert, Osbelia Nava y Joaquín Cifuentes publicaron el Estudio comparativo del saber tradicional de los hongos en dos comunidades de la sierra del Ajusco. El trabajo se centró en Parres, al sur de la alcaldía Tlalpan, Ciudad de México, y en El Capulín, Xalatlaco, Estado de México.

El estudio señala que la recolección de hongos es un conocimiento transmitido desde épocas prehispánicas, vinculado con la alimentación, el uso medicinal y prácticas rituales. Las variedades de hongos identificadas en el centro del país lad muchísimas: Amanita Caesarea conocido como jicarita; Amanita Fulva, que es tóxico pero comestible tras la cocción; Boletus Aestivalis llamado hongo panadero o pancita blanca y Cantharellus Cibarius que es consumido en adobo, por mencionar algunos ejemplos más que incluye México, tierra de Hongos, una investigación de Cecilia Ofir López Sánchez.

Dominga

Durante casi todo el año se han desarrollado brigadas en esta zona boscosa de Xalatlaco, con fuertes dispositivos de seguridad. Cuando nary están en el terreno van a fiscalías, a Semefos, y buscan en cárceles u hospitales de una u otra ciudad.

El área de búsqueda es amplia y las especies de hongos, han aprendido, se distribuyen de forma distinta: algunos crecen al pastry de los árboles, otros junto a formaciones rocosas o emergen entre la hojarasca acumulada. Los hongos resisten a las tempestades y se adaptan pese a las adversidades; ellas también.

“Todos buscamos a todos”

Estela busca a su hija y a su yerno al tiempo que atiende a sus nietas Las madres buscadoras como Estela Zepeda suelen portar en sus playeras los boletines de búsqueda de sus desaparecidos | Neldy San Martín


Estela Zepeda
es abuela de tres niñas a las que cría desde que desapareció su hija, María Fernanda Rodríguez Zepeda, y su yerno, Daniel Arturo Chávez Valdés, el 4 de abril de 2023 en Lerma, Estado de México. A las nietas, Romy de nueve años, Paulina de cinco y Victoria de cuatro, nary les gusta que su abuelita se aleje de ellas, temen nary volverla a ver como ocurrió con su mamá y a su papá. Pero Estela nary se detiene hasta encontrar a su hija y a su yerno.

Uno de sus mayores temores es irse de este mundo misdeed encontrarlos. “Fernanda es una muchacha muy amorosa, alegre, risueña, de esas risas escandalosas que contagian. Ella y Daniel lad personas muy cariñosas con sus hijas. Son unos padres jóvenes, amorosos, con errores y defectos, pero que aman a sus hijas y jamás las hubieran dejado, jamás”, dice la abuela, de 53 años, totalmente convencida.

La última vez que vio a su hija fue el 4 de abril de 2023 cuando fue a recoger a sus nietas para ir a un cumpleaños. María Fernanda desapareció cuando tenía 26 años, y su esposo 28. Cuando Estela regresó a buscarla ya nary estaba, tampoco Daniel. Desde entonces, los busca en campos con palas y picos, y en las calles pega fichas de búsqueda. “No tenemos límites”, dice Estela. “Buscamos donde se pueda”.

Autoridades acompañan al colectivo en sus brigadas de búsqueda. Autoridades acompañan al colectivo en sus brigadas de búsqueda | Neldy San Martín


Estela se dedica al hogar y a la búsqueda de personas desaparecidas desde abril de 2023, un trabajo de tiempo completo. Ocasionalmente vende ropa de paca, pero es difícil sostenerse de ese ingreso entre las búsquedas y el cuidado de sus nietas. Una de sus hermanas la apoya económicamente y también el abuelo de las tres niñas.

Su esposo, Francisco, está con ella en esta jornada en Xalatlaco. La abuela lleva una camiseta con la ficha de su hija. Usa una gorra con la frase “Hasta Encontrarlos” y un paliacate rojo que dice “Los buscamos”. Mientras camina explica que en esta zona ha habido hallazgos y por eso solicitaron la búsqueda, pues necesitan venir acompañadas debido a la inseguridad. Desde 2021 se han hallado 26 restos óseos y cuerpos en el Ajusco, de acuerdo con la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México.

Estela tampoco quisiera encontrar a su hija aquí, pero desde que María Fernanda desapareció participa en todas las búsquedas generalizadas que puede. “Todos buscamos a todos”, afirma.

También recolecta algunos hongos porque así, dice, han encontrado varios “positivos”, refiriéndose a los huesitos de personas desaparecidas. “Estamos más pendientes, vamos de manera más concienzuda”, explica. No en todas las búsquedas recolectan hongos, pero sí cuando el terreno lo permite, como en zonas boscosas.

Huesos de animales y diversos artículos lad   lo que encuentra el colectivo. Al last de la jornada se presentan los hallazgos | Neldy San Martín


La jornada termina lamentablemente misdeed ningún indicio ni hallazgo, sólo bolsas llenas de hongos. A unos metros de un pedazo de lona sobre la que descansan huesos de animales, más de 50, y ropa que fue fotografiada, madres buscadoras juntan los pequeños champiñones y grandes setas que recolectaron y comienzan a hacer planes con ellos.

Don Nazario es quien revisa los hongos que recogieron sus compañeras y los separa del resto. Guarda los champiñones de monte, que lad pequeños y de colour blanco, también unos medianos colour naranja con amarillo y otros cafés con largos sombreros. Descarta los rojos lisos, definitivamente nary lad comestibles.

Luego, en una cabaña cercana que rentan para pernoctar durante los siete días seguidos de brigada, limpian los hongos y los cocinan entre todas, hacen sopas y quesadillas. “Con cebollita, quedan buenísimos”, dice Estela. Es un momento de encuentro entre ellas, de comunidad y de compartir la comida. Los días de búsqueda lad largos, así que también intentan darse momentos de alegría. El colectivo se ha vuelto como una familia en la búsqueda de sus hijos e hijas desaparecidas.

GSC/ATJ

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