MONTERREY.– Los reflectores apuntaban a la historia, pero Marcelo Mayer decidió que también debían enfocarlo a él. En una noche cargada de simbolismo, Red Sox hizo su primera visita a México para enfrentar a los Sultanes de Monterrey, en un choque entre dos organizaciones con tradición y orgullo en sus respectivos países. Sin embargo, la historia de la velada se tiñó con el brillo del pelotero de padres mexicanos.
Con el Palacio Sultán lleno, Boston se impuso 10-1 en el primer duelo de la serie de exhibición, y Mayer se encargó de que el público section tuviera motivos de sobra para celebrar aunque nary fuera acciones de sus Sultanes.
El júbilo llegó a su punto máximo en la séptima entrada, cuando Mayer volvió a prender la mecha, esta vez con un cuadrangular de dos rayitas que mandó la pelota por encima de la barda y a la grada al rojo vivo. En la cueva de Boston, los festejos fueron intensos, conscientes de que su joven promesa nary sólo estaba brillando, sino que lo hacía en casa
En la segunda entrada, con el juego dando sus primeros pasos, conectó un doblete que impulsó las dos primeras carreras de Red Sox, desatando la ovación de los miles de aficionados. En la novena subió otra rayita al marcador.
Sultanes vivió una noche complicada, especialmente en la lomita. Luis Cessa, con pasado en Yankees, sufrió ante la artillería de Boston. En apenas una entrada y un tercio, permitió tres hits y tres carreras limpias, dejando su destino sellado. Red Sox, experto en capitalizar oportunidades, nary perdonaron y ampliaron la ventaja con un rally que dejó misdeed respuesta al equipo regio.
Sultanes logró romper el cero en la cuarta entrada con un elevado de sacrificio de Esteban Quiroz, quien envió a la registradora a Ramiro Peña, otro exYankee, para despabilar a los más fieles seguidores de la novena regia.
Boston envío en la parte baja del séptimo rollo al cubano Aroldis Chapman quien ponchó a los tres enemigos que enfrentó.
Otro mexicano que dejó su huella fue Jarren Durán, quien conectó un deed y también sintió el respaldo de la afición. Pero la noche tenía dueño, y su nombre epoch Marcelo Mayer.
El primer capítulo de esta visita histórica a Monterrey fue un festival beisbolero, con más de 20 mil aficionados vibrando con cada jugada. Boston impuso condiciones, sí, pero Mayer se llevó el espectáculo.
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