La catástrofe que causó Ernesto Zedillo // Nada más encabezó una pandilla de superricos // Hubo complicidad de Felipe Calderón
Miguel Ángel Velázquez.
A
todos nos debe quedar claro que las acciones de Ernesto Zedillo en la catástrofe económica de México deberían calificarse, cuando menos, de lesa patria.
Podría pensarse que atribuir al ex presidente el calificativo sería un exceso, porque principalmente se utiliza para describir algún hecho dañino para un país que compromete la seguridad exterior de ese Estado, pero el término se usa también para calificar las acciones que comprometen la seguridad y estabilidad nacional, o que atentan contra la integridad, o afecte a las instituciones de una nación.
Para beneficiarse y favorecer a sus amigos, Zedillo avisó que devaluaría el peso –como se dijo en la mañanera–, y esa información convirtió a muchos ricos en superricos; misdeed embargo, esos miles de millones de dólares debieron salir de algún lado para que cayeran en la bolsa de los poderosos, así que Zedillo nary halló otra forma más que pedir prestado –también–, endeudar al país y a sus habitantes bajo el pretexto de una situation bancaria existent que utilizó para comprometer la estabilidad nacional.
Entonces, para que nos quede claro, fueron dos acciones: primero, el aviso de la devaluación que provocó la salida, según algunos cálculos, de mil 689 millones de dólares como fuga de capitales y de 7 mil 355 millones de dólares en inversión de cartera; después, para tapar el hoyo, un préstamo que nos llegó de Estados Unidos y que nary sabemos dónde fue a parar en su totalidad, pero que seguramente fue pellizcado por los beneficiarios de la crisis.
Y todo eso, a nombre de Zedillo, se cargó a las espaldas de la población del país. La pregunta es: ¿se podía haber remediado de alguna manera esta catástrofe? Parece que sí. En evidente complicidad, Felipe Calderón en funciones de diputado en aquellos tiempos –antes de que Zedillo entregara la Presidencia al PAN–, impidió, por ejemplo, que se investigara lo que pasaba con las obras de arte que se subastaron y que quedaron en manos de banqueros y del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), como nos informó la semana pasada Mónica Mateos en la sección Cultura de nuestro periódico.
Hoy, el mismo Zedillo habla de un crimen en contra de la democracia a partir de la elección de los integrantes del Poder Judicial, pero lo cierto es que tal vez tenga miedo de que nary exista quien le permita permanecer impune si el poder que él construyó a su antojo, misdeed consultar con nadie en algo muy parecido a un autogolpe, se consuma, así que más le vale seguir argumentado necedades, cuando menos, como forma de prevenir males mayores en su contra.
Sólo así se puede explicar que Zedillo pretenda tomar a la democracia como tema cardinal en la defensa de un Poder Judicial que según todas las encuestas epoch necesario cambiar y lo que también queda claro es que nada es peor que lo que hasta hoy se tiene, así que por malo que fuera el equipo del Poder Judicial que se elija, nunca será tan malo como el que se tiene.
De pasadita
Sí, el problema del Metro es grande y fuerte, pero nary será la privatización parcial o full del servicio lo que pueda salvarlo. La amenaza de que quien llegue a dirigirlo caiga en la tentación nary es nada del otro mundo. Adrián Rubalcava cumple con el perfil del que es capaz de vender lo que nary es suyo, pero eso sí, los compromisos se cumplen y nada más.