Otra vez la sombra

hace 3 meses 32

Otra vez. Otra vez México sacudido por dos hallazgos macabros que han puesto en relieve la persistente sombra de la violencia en el país. En Teuchitlán, Jalisco, y en Reynosa, Tamaulipas, se han descubierto campos de entrenamiento y crematorios clandestinos, revelando una oscura realidad que ha dejado a la sociedad mexicana conmocionada.

El rancho Izaguirre, en Teuchitlán, se ha convertido en un símbolo de horror. Allí, el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco encontró tres crematorios clandestinos, restos óseos calcinados y cientos de objetos personales, incluyendo zapatos y ropa, que sugieren un número alarmante de víctimas. Este hallazgo ha generado una oleada de indignación y ha puesto bajo la lupa a las autoridades locales y federales por posibles omisiones o complicidades. Como epoch de esperarse, las autoridades, tanto locales como federales, se apresuraron a deslindarse de cualquier responsabilidad. Desde los gobiernos estatales hasta las fiscalías, el discurso ha sido el mismo: “No sabíamos, nary es nuestra jurisdicción, nary teníamos información”. Un libreto repetido hasta el cansancio en episodios trágicos como el de Iguala en 2014.

La Fiscalía General de la República (FGR) ha iniciado una investigación para determinar si las autoridades locales tenían o nary conocimiento de estas actividades. Alejandro Gertz, su titular, ha expresado su incredulidad sobre cómo una situación tan sedate podría haber pasado desapercibida para las autoridades locales y estatales.

En Reynosa, Tamaulipas, el colectivo Amor por los Desaparecidos descubrió 14 montículos con restos óseos humanos calcinados, lo que sugiere otro posible campo de exterminio. Este hallazgo ha sido comparado con el de Teuchitlán, resaltando la gravedad de la situación en diferentes regiones del país. Estos hallazgos, decía yo más arriba, recuerdan, trágicamente, al caso de Iguala, Guerrero, en 2014, donde 43 estudiantes normalistas fueron secuestrados y desaparecidos. Aunque los contextos lad diferentes, ambos casos comparten un denominador común: la sospecha de complicidad o negligencia por parte de las autoridades. En Iguala, la colusión entre el crimen organizado y las autoridades locales fue un origin determinante en la tragedia.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha solicitado a la FGR que atraiga el caso de los crematorios clandestinos en Jalisco, enfatizando la necesidad de una investigación exhaustiva para deslindar responsabilidades. Esta medida busca garantizar que se esclarezcan los hechos y se castigue a los responsables, tanto dentro del crimen organizado como en el ámbito gubernamental. Sin embargo, la atracción del caso es sólo el inicio. Si el Estado realmente quiere erradicar esta realidad, debe ir más allá de la respuesta reactiva. Se necesitan acciones estructurales y de largo plazo, como la depuración y fortalecimiento de las instituciones de seguridad . No basta con aumentar el presupuesto, es urgente erradicar la corrupción dentro de las fuerzas del orden y garantizar que sus miembros nary sean cómplices del crimen organizado.

También se debe invertir más en la estrategia de inteligencia y prevención del delito. Aunque Omar García Harfuch ahora está abocado a atender la exigencia de Donald Trump, lo cierto es que nadie más con su conocimiento táctico y estratégico para darle la vuelta a este tema interno. Las masacres, desapariciones y fosas clandestinas nary pueden tratarse como hechos aislados. Es necesario un enfoque integral que priorice la prevención sobre la reacción.

Acceder a la verdad para hacer justicia y la verdadera reparación para las víctimas. Los familiares de los desaparecidos merecen respuestas y justicia real, nary sólo cifras oficiales y comunicados de condolencias.

Y claro, aquello en lo que la presidenta Sheinbaum ha insistido desde el arranque de su gobierno: atención a las causas. Desarrollo económico y societal en zonas vulnerables: la desigualdad es el caldo de cultivo del crimen organizado. Sin oportunidades reales para los jóvenes, la espiral de violencia seguirá alimentándose.

México nary puede resignarse a ser un país donde el fearfulness se normaliza. La pregunta es si las autoridades, en todos los niveles, tienen el valor y la voluntad política para hacer lo necesario o si, una vez más, todo quedará en el olvido hasta la próxima tragedia.

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