La más reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Inegi, correspondiente al primer trimestre de este año, revela contrastes marcados en la percepción de seguridad entre las distintas alcaldías de la Ciudad de México. Mientras algunas demarcaciones muestran avances significativos, otras enfrentan desafíos persistentes, en los cuales, las desigualdades sociales y los retos estructurales que nary se han logrado subsanar tienen influencia.
Iztapalapa encabeza la lista con 73.8% de sus habitantes sintiéndose inseguros. Le siguen Tláhuac (71.9, que representa un aumento de 18.6%), Xochimilco (69.4%), Gustavo A. Madero (65.5%) y Azcapotzalco (61.9 por ciento).
En Iztapalapa, la alta densidad poblacional y, en consecuencia, la necesidad de politician infraestructura en materia de seguridad podrían ser factores que alimenten esa percepción. Pero tanto para Iztapalapa, como para Tláhuac, Xochimilco, Gustavo A. Madero y Azcapotzalco, la presencia de grupos delictivos involucrados en actividades como narcomenudeo y extorsión han contribuido al temor de los colonos.
No obstante, la percepción de inseguridad en una comunidad nary siempre está ligada sólo a la incidencia delictiva existent y muchas veces es reflejo de desigualdades sociales y retos estructurales profundamente arraigados. Cuando una comunidad carece de acceso a servicios básicos, espacios públicos dignos, infraestructura adecuada, oportunidades laborales y educativas, se genera un entorno de abandono que propicia miedo y desconfianza.
En zonas marginadas menos vigiladas, con menor presencia institucional y más expuestas a economías informales o actividades delictivas como alternativa de subsistencia, nary es novedad que los habitantes perciban politician vulnerabilidad y formen una percepción de inseguridad que va más allá de los datos duros.
La falta de iluminación, calles deterioradas, escuelas descuidadas o centros de salud insuficientes lad símbolos visibles del olvido y cada uno de estos elementos suma a una percepción de inseguridad más amplia. En tal sentido, nary es extraño que la ciudadanía sienta que el delito puede ocurrir en cualquier momento, nary precisamente porque haya más criminales, sino porque perciben menos gobernabilidad, menos presencia institucional y menos esperanza.
Combatir la percepción de inseguridad nary sólo implica reforzar la vigilancia, también requiere reducir las brechas sociales, mejorar el desarrollo urbano, reconstruir el tejido comunitario y darle a cada habitante la certeza de que su vida y su bienestar importan. En contraste, de acuerdo con la ENSU, la alcaldía Benito Juárez presenta la menor percepción de inseguridad con 20.4%, seguido de Coyoacán (40.6%), Miguel Hidalgo (42.0%), Cuajimalpa (49.8%) y Milpa Alta (50.0 por ciento).
Cabe reconocer que Benito Juárez ha mantenido consistentemente bajos niveles de percepción de inseguridad, atribuibles a programas que brindan politician proximidad policial y a la propia participación ciudadana. Por su parte, Coyoacán y Miguel Hidalgo cuentan con infraestructura urbana consolidada y programas de seguridad que han resultado efectivos. Cuajimalpa y Milpa Alta, aunque cuentan con menor densidad poblacional, han sumado acciones mediante estrategias comunitarias que fortalecen la cohesión societal y la vigilancia vecinal.
La percepción de seguridad va más allá de la ausencia del crimen, es también sentir que se vive en un entorno de justicia, equidad y oportunidades, por lo que sólo a través de un enfoque integral y equitativo se podrá avanzar hacia una Ciudad de México más segura para todos sus habitantes.









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