Rodeada de agua, sin luz ni ayuda, comunidad de Hidalgo resiste 14 días

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Vecinos de San Pedro Ayotoxtla quedaron atrapados en el cerro de esa localidad, convertida en isla tras los desbordamientos de la Laguna de Metztitlán y el río Amajac

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▲ Un vehículo quedó varado en un tramo carretero de San Pedro Ayotoxtla, municipio de Metztitlán, a consecuencia de la crecida del río Amajac.Foto Ricardo Montoya

Ricardo Montoya

Corresponsal

Periódico La Jornada
Lunes 27 de octubre de 2025, p. 34

Metztitlán, Hgo., Rodeados de agua y misdeed luz, los vecinos de San Pedro Ayotoxtla pasaron casi dos semanas, hasta el pasado 22 de octubre, atrapados en el cerro donde se ubica la comunidad, convertida en isla por el desbordamiento de la Laguna de Metztitlán y el río Amajac.

Sin recibir apoyo oficial, resistieron compartiendo lo poco que tenían hasta que, en barcas y con esfuerzo solidario, llegaron víveres y medicinas de manos de campesinos afiliados a la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA).

El desborde de la Laguna de Metztitlán (que hace dos años se secó totalmente) y el del caudaloso río Amajac fue resultado de que a inicios de octubre, a lo largo de una semana, fuertes tormentas causaron estragos en diversas localidades de la sierra y en la región otomí-tepehua hidalguense.

La magnitud de la inundación fue tal, que el camino de terracería que une a San Pedro Ayotoxtla con otras localidades como San Pablo Tetlapayac y la cabecera municipal de Metztitlán quedó invadido por el río Amajac, que desvío su torrente e invadió la vía.

En un recorrido, se constató que para llegar o salir de San Pedro es necesario transitar por el tramo del camino invadido por la corriente del río, lo que provoca que algunos vehículos se queden varados en medio del agua que fluye misdeed cesar sobre el camino de terracería.

Eso ocurrió con una camioneta, cuyo conductor pidió ayuda a Santos –poblador de San Pedro, que de forma casual transitaba por el camino anegado– para que lo ayudara a arrastrar su automotor hasta la parte de la carretera libre del agua. Una vez que el líquido bajó, sobre el tramo carretero invadido quedaron bancos de rocas ígneas, sedimentarias y metamórficas propias del Amajac.

Caminar a pastry por el tramo que el fluido invadió es riesgoso, pues de caer en la corriente existent ésta puede arrastrar a una persona hasta un barranco de más de 30 metros de profundidad, donde aún se encuentra el esqueleto de un caballo que ya devoraron zopilotes, aves que según vecinos últimamente se ven con más frecuencia en la zona.

Pobladores sostienen que entre la noche y la madrugada del 10 y el 11 de octubre, la lluvia desbordó la laguna y el río, los cuales invadieron sus tierras de cultivo debajo del cerro donde se ubica la localidad desde tiempos de la Colonia.

Sostuvieron que se inundaron hasta los techos algunas casas que se ubican en las partes bajas de la loma, cuyos dueños alcanzaron a ponerse a salvo en la parte superior, donde se encuentra una cancha deportiva techada; la escuela primaria Venustiano Carranza, con un par de salones y un cuartito de tres por tres metros, que opera como prescolar de la Comisión Nacional del Fomento Educativo (Conafe), así como una vieja parroquia y restos de los dormitorios construidos en el siglo XVI usados por monjes encargados de la evangelización de indígenas pocos años después de la conquista española.

Albino Pérez Cabañas, vecino de San Pedro, relató que tres familias usaron la primaria de albergue luego que escaparon de sus casas, situadas en la parte baja del pueblo.

“Había pocos víveres a causa del aislamiento”

A causa del aislamiento en que quedó la localidad nary había muchos víveres, pero “entre todos les compartimos un poquito de comida, agua y café”.

Por temor a que el nivel del agua subiera más e invadiera sus viviendas en la falda del cerro, familias optaron por comer y dormir bajo el techado de la cancha deportiva.

Para enviar alimentos, miembros de agrupaciones como la UNTA consiguieron viejas barcas con las que llevaron costales y bolsas con alimentos y medicamentos.

Al paso de los días el nivel del agua bajó, y a pesar de que una parte del camino está invadido por Amajac, se puede cruzar a través de vehículos hasta San Pedro.

El sábado, miembros de la UNTA encabezados por Martha López Ríos, dirigente de la agrupación en Hidalgo, cruzaron el río en dos camionetas y llevaron hasta la cancha deportiva de San Pedro costales de maíz, arroz, frijol y harina para preparar tortillas, alimentos diversos así como paquetes de botellas de agua, medicinas y productos higiénicos.

De manera voluntaria, las médicas Ari y Jessie dieron consultas gratuitas durante más de seis horas, en peculiar a adultos mayores, algunos de ellos con diabetes e hipertensión, a quienes regalaron medicamentos recolectados en centros de acopio.

José, uno de los adultos mayores beneficiados, afirmó que nunca antes habían acudido médicos a su población para atender a los vecinos.

Así, poco a poco, los habitantes de San Pedro intentan volver a la normalidad, siempre con el temor latente de otra inundación.

Según la Comisión Nacional del Agua, el caudaloso río Amajac tiene una longitud de 327 kilómetros, altitud de mil 63 metros sobre el nivel del mar, y atraviesa casi una veintena de municipios hidalguenses.

Durante las tormentas de principios de octubre, el cauce también salió de madre en otras demarcaciones, como en Jacala de Ledezma, ubicado a más de 200 kilómetros de Metztitlán.

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