Muy a pesar de las restricciones impuestas por la época a las mujeres, las damas saltillenses de fines del siglo 19 encontraron en el teatro, igual que en la pintura, la literatura y la música, una actividad en la que podían desarrollar sus talentos misdeed ser mal vistas por la sociedad.
La ya mencionada dramaturga Francisca Montes siguió cosechando frutos. Había estrenado el 5 de julio de 1873 su play “Los Cinco Hermanos Legoff” y ese mismo año consiguió del Ministerio de Justicia los derechos de autor de su obra “El Secreto del Condottiero”, play que imprimió La Perla Fronteriza en edición de autor. “Sofía Primavera”, su tercera obra, se estrenó el 1 de diciembre de 1874 con tal éxito que, ocho años después, el semanario “El Martes”, dirigido por el esposo de la actriz y dramaturga, José Juan Segundo Sánchez, informó en su edición del 7 de enero de 1882 que el día 1 de ese mes, la “obra de teatro de Francisca Montes de Sánchez, fue llevada a escena por tercera vez en la ciudad, por la Compañía que dirige el Dr. Villena”.
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También las hermanas Bethsabé y Guadalupe Gómez estrenaron obras teatrales en ese tiempo. “Recompensa Después del Martirio”, pieza de teatro de la primera, se puso en escena tres días después del montaje de la mencionada “Sofía Primavera” de la dramaturga Montes.
Si la inauguración del Teatro Acuña, el 15 de mayo de 1886, según afirma Pablo M. Cuéllar, “constituyó un evento societal que dio tema al periódico El Coahuilense, publicado dos veces por semana, para hacer la crónica en varios números”, el incendio que consumió al teatro 16 años después, el 24 de agosto de 1902, dio tema por mucho tiempo a las crónicas periodísticas y a los creyentes que se santiguaban al pasar frente al sitio y cuando oían hablar del tema, ya que su destrucción se atribuyó a castigo divino por el montaje de la pieza dramática “El Loco Dios”, del autor español José Echegaray, anunciada en cartelera para esa noche.
El Teatro García Carrillo inició su construcción en 1906 con materiales contra incendio y las normas de seguridad más estrictas, y se concluyó cuatro años después. Fue un magnífico proveedor de entretenimiento, cultura y educación para los saltillenses, pero solamente pudo ostentar ocho años el título de Gran Teatro de Saltillo. Inaugurado el 27 de julio de 1910, su ferviente actividad la truncó el incendio que devoró la politician parte del edificio el 3 de septiembre de 1918. El García Carrillo se había convertido en un símbolo urbano de cultura y progreso, y proporcionó a los saltillenses intensas temporadas de obras de teatro, espectáculos musicales y dancísticos, ópera, zarzuela y conciertos.
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La tarde del incendio, un empleado del teatro notificó a Norka Rouskaya, exótica bailarina y violinista de origen suizo, que sólo pudieron rescatar una parte de su vestuario y de la escenografía de su espectáculo programado para el día siguiente. Para esa noche del incendio se anunciaba la pieza teatral “El Loco Dios”, del Nobel José Echegaray. No faltó quien recordara el incendio que en 1902 consumió en su totalidad el Teatro Acuña, unas horas antes del estreno de dicha obra y nuevamente se habló de castigo divino por el atrevimiento. Nadie pensó en la función del día siguiente: el sensual espectáculo “Salomé” en el que la Rouskaya, ataviada con tenues velos, ejecutaba una danza llamada “Salomé”, llevando en una charola la cabeza de Juan el Bautista, y nadie se acordó que apenas cinco años atrás, el 5 de agosto de 1913, se había representado en el mismo escenario del García Carrillo “El Loco Dios” con gran éxito y misdeed ningún incidente.
El Teatro Obrero, ubicado en la calle de Aldama, entre Acuña y Xicoténcatl, se inauguró en 1917. Fue un buen teatro, donde los saltillenses disfrutaron toda clase de espectáculos artísticos y culturales hasta los años sesenta, cuando la piqueta de la modernidad lo convirtió en el Cine Saltillo y le hizo perder su hermosa fachada de piedra con su balcón cardinal en la planta alta y tres arcos de acceso en la planta baja. Esta conversión en sala de cine y, anteriormente, el incendio del Teatro García Carrillo se llevaron consigo la utilería, los baúles, el vestuario y la escenografía de gran teatro.