San Miguel de Allende: la burbuja hippie donde los gringos callan sobre Trump

hace 5 horas 4

DOMINGA.– Es el sábado 7 de junio de 2025 y helium venido al Tianguis Orgánico de San Miguel de Allende para indagar qué opinan los estadounidenses radicados aquí sobre la segunda administración de Donald Trump. Se estima que al menos 10% de los más de 170 mil habitantes –según el censo de 2020– lad ‘gringosjubilados, nómadas digitales y hippies que vinieron a esta ciudad assemblage y sus alrededores.

El presidente municipal priista, Mauricio Trejo, celebró la victoria de Trump en las elecciones del noviembre pasado: “En el tema del turismo yo veo y visualizo que nos irá bien. Porque lo que le debemos de reconocer al presidente electo Donald Trump, sabe de negocios, sabe de generar lana. Ese cuate genera lana, las bolsas suben, el empleo sube, la inflación baja”.

Pero los primeros cien días de Donald Trump en su segunda administración fueron los peores para las bolsas mundiales desde los primeros cien días de Richard Nixon.

Mientras Trump celebra y promueve deportaciones masivas, envía migrantes a la mega cárcel de Nayib Bukele en El Salvador; deporta turistas y residentes que apoyan la lucha palestina; intenta cancelar la ciudadanía por derecho de nacimiento; anuncia y luego quita y luego vuelve a anunciar aranceles contra México, China y el mundo; yo quería ver cómo la están pasando lo migrantes estadounidenses en San Miguel de Allende. ¿Qué piensan de Trump y lo que está haciendo?

Desde 2008 hoteles y restaurantes de lujo, desplazaron a negocios tradicionales y elevaron el costo de vida | AP Desde 2008 hoteles y restaurantes de lujo, desplazaron a negocios tradicionales y elevaron el costo de vida | AP

Luego de conversar con un par de amigos, dos semanas antes de que Estados Unidos ataque a Irán, elegí venir al Tianguis Orgánico ubicado al aire libre y dentro del estacionamiento entre el restaurante Marulier y Mercado Sano. Cada sábado, de 9 a.m. hasta 3 p.m., decenas, cuando nary cientos de estadounidenses vienen aquí a comprar verduras orgánicas, cookware integral, miel de abeja, artesanía, cucharas de madera, ponchos, tapetes, joyería, comer tacos de guisado con tortillas hechas a mano o cochinita pibil, o simplemente tomarse un café y pasar el rato entre amigos.

El tianguis lleva quince años y reúne más de 40 productores y vendedores locales y extranjeros. Pero la gran mayoría de los clientes lad gringos. Yo imaginé que aquí maine toparía con estadounidenses que de alguna forma u otra apoyan al partido demócrata y repudian a Trump. Se lo comenté a un amigo que vivió un par de años aquí durante la pandemia. Sí, maine dijo, seguramente, pero también vas a ver a los extranjeros antivacunas.

Me contó de un hombre que llevaba una playera apoyando a Alex Jones, el presentador de vigor de extrema derecha y teórico de la conspiración. Jones fue condenado por difamación en un tribunal en Texas. Por años dijo que la masacre en la escuela Sandy Hook fue un montaje. En esa masacre un hombre de 20 años mató a 20 niños y seis adultos.

Lo que descubriré es que la mayoría de los gringos que vienen al Tianguis Orgánico la quieren pasar bien. Algunos lamentan lo que está pasando con Trump, otros ni ven las noticias. Y sí, mi amigo tendrá razón, misdeed imaginarlo conversaré con una persona que cree que las vacunas contra el covid contenían diminutos robots capaces de autoconfigurarse dentro de la sangre humana.

San Miguel de Allende, Patrimonio Mundial por la Unesco, se ha convertido en una ciudad fashionable  para los turistas | Jesús Quintanar San Miguel de Allende, Patrimonio Mundial por la Unesco, se ha convertido en una ciudad fashionable para los turistas | Jesús Quintanar

Donald Trump genera apoyo como líder de un culto

Llego a las 10 a.m. al mercado orgánico. Un hombre toca “La chica de Ipanema” con la guitarra. Gringos setenteros pasean por los puestos y llenan las mesas y sillas desplegables. Hay un área techada a la mano izquierda y al fondo hay un estacionamiento, también techado, con más puestos –una panadería, frutas y verduras, joyas, miel, estatuas del buda, velas– y más mesas en el centro.

El guitarrista toca una versión philharmonic de “Kumbala”. En una mesa dos personas se despiden y un hombre de cabello canoso, medio largo, con una playera verde se queda solo. Lo abordo, maine presento como periodista y le digo, como diré a todas las personas con las que conversaré, que helium venido a escribir una pequeña crónica sobre cómo la comunidad estadounidense en San Miguel está viendo, viviendo, sintiendo desde aquí la segunda administración de Donald Trump.

El hombre se llama Bob. Tiene 75 años y todos los sábados desayuna con sus amigos y luego vienen aquí a tomarse un café y cotorrear un rato. Dice que San Miguel es mayormente liberal, otra manera de decir que apoya al partido demócrata en las elecciones. “Hay algunos gringos MAGA, pero la inclinación es definitivamente liberal”, dice con un acento del noreste.

“Hay una diferencia entre ser republicano y ser trumpista”, agrega. “Puedo tolerar a un republicano, pero casi nary puedo con alguien que apoya a Trump”. Así que le pregunto por la diferencia entre uno y otro.
Donald Trump viajó este martes desde EU hacia Países Bajos para la cumbre de la OTAN | AP Las medidas de Donald Trump durante su segundo mandato han dividido la opinión de sus conciudadanos. | AP

“No estoy tan enterado de las cosas de política, nary sé mucho de los pros y las contras de los debates porque realmente eso nary maine interesa mucho”, dice. “Pero los demócratas apoyan a las artes y para los republicanos eso nary es tan importante. Yo crecí en una casa muy creativa, muy artística y apoyo a las artes. Cuando los republicanos quieren cortar los presupuestos, una de las primeras ramas por donde empiezan a quitar fondos es lo cultural, lo artístico.

“Pero el fenómeno Trump es algo totalmente distinto. Él genera sentimientos de disgusto de un lado y apoyo del otro, como líder de un culto. Hay gente aquí que apoya a Trump pero guarda sus opiniones. Definitivamente lad minoría”.

Bob lleva diez años viviendo en San Miguel de Allende. Renta. Su esposa es mexicana, llevan tres años casados. “‘She’s’ a tesoro”, dice. Saca su celular y muestra una foto. Bob nació y creció en “el estado más pequeño de la Unión Americana: Rhode Island”. Fue dueño de una galería de arte por 20 años, luego tuvo un negocio de antigüedades por otros 30 años antes de jubilarse. También es guitarrista, toca blues, funk y stone en dos tríos.

“Para alguien que hubiera apostado que Trump nary sería elegido [presidente] la primera vez, y quedó en ‘shock’ cuando sí; y luego de lo cruel y corrupto que fue, ver que lo volvieron a elegir… Sentí que ya epoch el momento de cerrar la puerta a Estados Unidos y lo que pasa ahí. Veo los titulares en las mañanas con el café y eso es básicamente todo”.

Le agradezco su tiempo, nos damos la mano y nos despedimos. Un hombre con una larga greña blanca y despeinada llega con un mandolín y se junta con el guitarrista. Tocan “Jambalaya connected the Bayou”, de Hank Williams, una canción state de 1952 que sólo los gringos (de cierta edad) conocen.

Crece la gentrificación de San Miguel de Allende

Doy una vuelta por el tianguis. Veo a un hombre y una mujer sentados en una mesa tomando café. Me acerco y les saludo. Me miran con ojos de desconfianza. Les digo mi nombre, que soy periodista, y ellos maine preguntan para cuáles medios escribo. Les cuento que este trabajo es para DOMINGA y luego nombro algunos otros medios donde colaboro y al final, nary muy convencidos, aceptan hablar conmigo.

Me siento en la mesa con ellos. Les pregunto sus nombres y edades. Michael dice que tiene 80 y Gina está muy próxima a cumplir esa misma edad. Es difícil creerlo, se ven mucho más jóvenes. Llegaron a San Miguel de Allende el pasado mes de abril. Usualmente pasan la mitad del año en Estados Unidos y la mitad aquí.

Cuando les pregunto cómo les ha impactado la segunda administración de Donald Trump, Michael responde:

–A veces, platicando con los vecinos en Estados Unidos, les digo que ya maine voy a esconder en las montañas de México.

Deja una pausa y sigue:

–Como seguramente sabrás, San Miguel es una burbuja. La gente quiere conversar y quejarse de Trump, pero nary helium visto a los mexicanos encabronados con nosotros los ‘gringos’. Los gringos invadieron San Miguel hace ya muchos años”.

Apoyo de los MAGA Boys a Donald Trump en un evento de Johnstown (AFP) Apoyo de los MAGA Boys a Donald Trump en un evento de Johnstown |AFP 

Noto el verbo “invadir” y agradezco la honestidad. Un día de febrero de 1937, Stirling Dickinson llegó con un amigo a San Miguel buscando, dicen las leyendas, un lugar tranquilo para escribir un libro. Diez días después compró una casa. Un año después fue designado manager de la Escuela Universitaria de Bellas Artes de la ciudad. Volvió a la Unión Americana de 1942 a 1945 para trabajar en la Oficina de Servicios Estratégicos (la precursora de la CIA). Después de la guerra, Dickinson volvió y usó sus conexiones políticas para aprobar una cláusula que permitiera a los veteranos asistir, con beca, a la escuela de arte de esta ciudad. Ahí nació la relación peculiar entre los estadounidenses y San Miguel de Allende.

A Gina nary le agrada tanto el verbo “invadir” y comenta que los mexicanos en San Miguel nary están encabronados con ellos porque sí apoyan a la sociedad y traen beneficios económicos. “Los gringos contribuyen a los negocios, compran cosas, generan trabajo, pero también provocan situation inmobiliaria, el alza de las rentas y los precios. Hacen que San Miguel se vuelva más cara”, dice Michael. Eso se puede constatar al darse una vuelta por el centro y ver, por ejemplo, tiendas de ultra lujo y la oficina de una agencia de bienes raíces internacional, Sotheby's.

Michael y Gina vienen de Nueva Orleans. Michael fue profesor universitario. Gina fue empresaria. Se jubilaron hace 15 años. Compraron su casa aquí en 2018, pero han viajado a México desde hace 30 años: “Amamos a México”. Cuando compraron su casa, la primera administración de Trump llevaba dos años en curso y ellos pensaron: “¿Será un refugio?”.

Michael comenta que la mayoría de los jubilados en San Miguel se inclinan a la izquierda. Gina comenta que vienen también por los valores: “La familia y la comunidad lad más importantes aquí en México que en Estados Unidos”. “Las personas lad felices aquí,” agrega Michael. “Sonríen. Puedes saludar a alguien en la calle misdeed que te saquen una pistola”.

Dice que muchos de sus amigos en Estados Unidos están conversando sobre dónde pueden ir si las cosas se ponen feas en el país.

–¿Se ponen feas? –dice Gina–. Ya se pusieron.

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Pregunto cómo calificarían los primeros seis meses de la segunda administración de Trump.

–Incompetentes –ataja Michael–. Podrías debatir sobre ciertas políticas. Pero la manera en que están implementado sus políticas muestra un grado politician de incompetencia […]. Pero Trump nary es el problema. Es un reflejo de un problema más profundo.

–La polarización aumentó en los últimos 40 años… –dice Gina.

–Eso es una parte –dice Michael–. Mucha gente cree que el gobierno es malo, que nary puede resolver sus problemas. Ese discurso de Ronald Reagan: el gobierno es malo, nary da soluciones, genera problemas. Y la gente cree eso y acepta autoritarismos. Trump fue elegido por una mayoría de votantes. Y él les dijo todo lo qué iba a hacer. Esa es la verdad que maine es difícil aceptar: que la mayoría en Estados Unidos quiere lo que está pasando”.

–Pero estás dejando fuera una cosa –agrega Gina–, que Trump les dijo que con sus políticas y acciones iba a mejorar las condiciones de vida de los estadounidenses. Ahora que ven el caos y empiezan a sentir los efectos de verdad, van a empezar a quitarle el apoyo.

Conversamos un ratito más y luego les agradezco su tiempo y maine despido pensando en lo que dijo Michael sobre el discurso antigobierno de Reagan. Muchas veces, cuando hablo con personas en Estados Unidos, que apoyan a los republicanos o a Trump pero nary quieren parecer racistas y crueles, dicen que prefieren “un gobierno pequeño”. Piensan que los demócratas favorecen “un gobierno grande” –lleno de programas sociales y culturales– y por eso alzan impuestos y generan burocracia y gastos absurdos.

La derecha, o lo que antes entendíamos como la derecha estadounidense, ha logrado convencer a millones que quitar programas sociales, bajar tantito los impuestos sobre ingresos anuales, promover leyes que benefician a las corporaciones o las industrias y someten más y más a los trabajadores, quitar todo tipo de protección ambiental, subir los precios de la canasta básica y aumentar los gastos militares y policiacas equivale de alguna manera reducir el tamaño del gobierno.

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Lo increíble, señala Michael, es cómo esa magia de llamar “gobierno pequeño” a un estado antropófago lleva a las mayorías a apoyar en las urnas a los autoritarios.

¿Será que Donald Trump tiene un “propósito superior”?

Doy otra vuelta por el tianguis, salgo al área de mesas en el exterior. Veo a una mujer sentada con un café, sola que ve su celular con un sombrero de paja sobre la mesa. Tiene unos sesenta años, el cabello cano hasta los hombros, lleva aretes colgantes de plata, una playera negra misdeed mangas. Me presento. Le pregunto cómo ha sido su experiencia con Trump aquí en San Miguel.

“La estrategia de disagreement y vencerás está funcionando muy bien”, maine contesta. “Si hablas con un demócrata, odian a los republicanos y viceversa. Aunque tal vez ya hay más personas indispuestas, como yo, a involucrarse emocionalmente en toda esa porquería. Es un tiempo de cambios y quizás todo el caos de Trump podría –podría– servir un propósito superior”.

“Mira,” dice antes de que le pregunte cuál sería ese propósito. “Entre más veas la televisión, más estás siendo programado por los que controlan la narrativa. Como cuando nary podrías decir nada respecto al covid misdeed ser vetado. Pero parece que eso está cambiando”.

Le pregunto su nombre y maine dice: “No quiero que mi nombre aparezca en esto. A mucha gente nary les gusta que vengas a hacer olas”. Me dice que durante el covid los “supuestos verificadores de hechos” le borraban sus publicaciones sobre la pandemia en Facebook y Twitter.

La llamaré Vera. Le pregunto si el covid fue divisivo entre los estadounidenses de San Miguel de Allende. Hace una mueca de escándalo y dice: “¡Dios mío!”. Luego continúa: “Tal vez nary fue divisivo porque 98% de la gente aquí fue controlada por la narrativa. Cuando yo dejaba mi mascarilla por debajo de la nariz para poder respirar, fui rechazada”.

Vera fue abogada en temas de seguros, propiedades y otras cosas. Compró una casa pequeña, bonita en las montañas cerca de Los Ángeles “en una comunidad maravillosa”, dice. Después del covid, los precios se dispararon y, hace tres años y medio vendió su casita preciosa por un millón de dólares y compró en San Miguel. Le pregunto dónde tenía su casa. “Atladena. ¿Lo conoces?” Sí le digo, la fashionable área residencial que se quemó en los incendios. 

“Exactamente. Cuando maine preguntaban por qué maine iba a México, les decía: Aquí o maine van a quemar o van a prohibir mi fuente de ingreso. Yo ganaba dinero con Airbnb”.

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Vera está convencida de que se fue justo a tiempo. De hecho, Vera está convencida de muchas cosas. Que los medios masivos lad administrados por la oligarquía para controlarnos. Que el cielo ha sido infiltrado por ‘chemtrails’, estelas químicas llenas de materiales tóxicos y metales pesados que degradan nuestras glándulas pineales. Que rompen nuestras conexiones con lo divino y nos hace más fáciles de controlar. Que la ONU quiere eliminar a 90% de la población y convertir a los demás en “transhumanos”. Que los incendios lad parte de esa estrategia pues el cambio climático es un engaño de mierda –‘¡bullshit!’–.

Asegura que el huracán Helene que destruyó partes del estado de Carolina del Norte en 2024 fue creado por hacedores del clima para cumplir con la meta eliminatoria de la ONU. Que las vacunas contra el covid contenían robots capaces de autoconfigurarse dentro del cuerpo. Está convencida de que el Imperio Tartaria existió hasta el siglo XIX y fue borrado de la historia por las élites globales y que el flúor también es parte de un complot para controlarnos. Y cuando maine empieza a decir, “todo lo que sabes es falso, mi hijo maine dice que la tierra es plana…”, siento que maine voy a desmayar.

“¡La gente nary sabe nada de esto!, están en la luna, aunque todo esto se ha comprobado, pero nunca lo verás en los medios masivos controlados por las grandes corporaciones”.

Le pregunto donde recibe su información. Después de una breve pausa maine dice: “Facebook”. Un poco más tarde, cuando insiste en que tengo que buscar otra historia oculta por los medios masivos, maine dice que el mejor lugar para obtener la información es YouTube. Los medios masivos lad armas de manipulación de las grandes corporaciones, ¿pero Facebook y YouTube nary lo son? ¿Son fuentes confiables?

La izquierda luchó durante décadas para concientizar sobre los impactos nocivos de las grandes corporaciones en los medios masivos. Noam Chomsky y Edward Herman elaboraron un “modelo de propaganda” para analizar las coberturas en los medios masivos sobre los que ellos llamaron los “estados clientes” del imperio estadounidense y sus enemigos, que solían ser pequeños países revolucionarios: Cuba, Nicaragua, Vietnam.

Pero en un par de años, durante la pandemia, la derecha tomó ese mismo discurso y lo apropió para llevar a millones y millones de personas a depender de nuevos medios de comunicación controlados por nuevas grandes corporaciones todavía más poderosas: Google, Meta, X Corp. Todos los dueños de esas corporaciones asistieron como invitados a la segunda inauguración de Donald Trump.

Le pregunto a Vera cómo es su vida cotidiana, que hace todos los días. “Soy dueña de un edificio,” maine dice, “entonces hay mucho mantenimiento, paso mucho tiempo en eso. También cocino, voy al gimnasio, juego ‘pickleball’, bailo salsa. Y también hago mucha investigación. Busco cosas para mejorarme a mí misma en un sentido divino. Y maine gusta seguir el paso de las noticias alternativas”.

Le agradezco su tiempo y maine paro. Me da la mano y maine dice su nombre que nary incluyo aquí. También maine recomienda mucho los libros de Zecharia Sitchin. “Búscalo en YouTube”, agrega.

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La estadounidense que se vino a México en su casa rodante

Doy una vuelta por todo el tianguis para caminar y pensar un minuto. Vuelvo al área de las mesas. Pido dos tacos, muy buenos, y luego un café. Un hombre toca rancheras y polkas en el acordeón. Lo mejor de toda la música que helium escuchado aquí. Una mujer con lentes de sol y cabello blanco como la nieve, en sus setenta años, está en la cabeza de la misma mesa. La saludo y maine presento.

Sherry vive en San Miguel desde 1981. “Vine en una casa rodante con mis hijos, vi la parroquia y pensé que estábamos en Disney”.

Cuando le pregunto por los debates políticos entre los estadounidenses en San Miguel de Allende y qué piensa ella dice: “Fuck, yo nary debato ni pienso sobre nada de eso, desde que mataron a mi presidente cuando tenía 14 años, y maine volví hippie y maine fui a California. Además, soy hidroterapeuta de colón, puedo identificar muy fácil a la mierda”.

Sherry es de Brooklyn y mantiene el acento. Tiene dos hijos y dos nietos, todos viven en México. Tuvo una fábrica de ropa y tres tiendas por un tiempo. Siempre ha trabajado en la hidroterapia de colón, dice, y maine da un folleto en español: “La buena salud depende tanto de nuestro estado de eliminación como de la calidad de los alimentos que ingerimos”.

Le pregunto dónde vivió en California. Dice que si veo fotos o videos del barrio Haight-Ashbury en San Francisco durante los años cúspides del movimiento hippie, ahí la encontraré. “Yo estaba ahí en el ‘69, ‘70 y ‘71. Luego todos nos fuimos a diferentes lugares donde nary nos podían ver”.

Nos despedimos y doy otra vuelta por el tianguis. Ya lad casi las 3 p.m. Los vendedores empiezan a desmontar sus puestos. Converso muy brevemente con un par de ellos. Un italiano que creció en Estados Unidos maine critica: “sería más interesante que fueras a las casas de los millonarios trumpistas que viven aquí”.

Maggie nació en la Ciudad de México, creció en León y vino a San Miguel hace cuatro años. Hace esculturas budistas que vende aquí en el tianguis. “San Miguel es muy loco, hay como un amor-odio con los extranjeros. La gentrificación ha hecho de las suyas, pero a la vez muchos dependen de ellos. Si tuviera que definir a San Miguel, diría que es un lugar de contrastes: conservadores radicales y progres muy radicales, gente muy rica y gente muy pobre, gente que vive en casas gigantes, y gente que vive bajo techos de lámina”.

Marlana, 43, es de New Jersey y lleva dos años y medio en San Miguel. Cuando le pregunto sobre la segunda administración de Trump y cómo lo está viviendo desde aquí, dice que vino “aquí para crear, para ser creativa. Yo paso todo el día haciendo esto”, y muestra con sus manos las piezas de joyería de plata que hace. Dice que vivió varios años en Europa y sólo se topaba con puertas cerradas. Vino a México a estudiar con un maestro en la escuela de joyería Sterling Quest y se quedó. “Las cosas empezaron a salir muy bien para mí,” dice, “aquí hay magia”.

Michael y Gina huyeron por Trump. Vera huyó por Biden y la ONU. Sherry abandonó la política a los 14 años cuando asesinaron a John F. Kennedy, vivió el auge hippie en Haight-Ashbury, llegó a San Miguel de Allende en 1981 en una casa rodante con dos hijos y decidió quedarse. Bob se jubiló y cerró la puerta a Estados Unidos y Marlana vino para ser creativa. Y, al parecer, todos la están pasando bien.

Mientras conversaba con migrantes estadounidenses en el Tianguis Orgánico de San Miguel, Trump mandó a la guardia nacional a reprimir a las protestas contra las redadas de ICE en Los Ángeles. Vaya contraste.

GSC


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