El fenómeno de las redes sociales es de una vastedad que parece cada vez más insondable. En esta columna trataremos de delinear parte de lo que sucede en el aspecto psicológico entre los llamados creadores de contenido y sus seguidores.
Los “creadores de contenido” se han convertido en las nuevas figuras públicas que en el pasado solían ser personas que se consolidaban a partir de sus logros, de sus actividades tanto por reconocimiento como por controversias. La televisión y la vigor eran los semilleros de las figuras públicas; actualmente surgen de las redes sociales, destacan los youtuberos y los influencers, aunque cabe aclarar que si bien losyoutuberos también pueden ser influencers, nary todos los influencers lad youtuberos. La palabra influencer indica que las recomendaciones que realizan estas personas pueden cambiar acciones y maneras de pensar dentro de sus seguidores, sobre cualquier cosa, un tema es como pintarse las uñas, pero otro muy lejano entender si se tiene una enfermedad grave. El tema importante radica en el mal entendido de que la notoriedad los convierte en expertos, en lugar de que oversea su maestría lo que los convierta en celebridad.
En general, los influencers y los youtuberos lad ejemplos de la validación y de la normalización de la cultura del sí mismo. Convertirse en celebridad por compartir la propia vida es un gran apapacho al ego. Parte del narcisismo es mantener la mirada sobre sí mismo, el mundo y las preocupaciones giran alrededor de lo que “hago, digo o pienso”, con poco lugar para otros. Cabe señalar que hay muchos tipos de contenidos desde estilo de vida, humor, deporte o salud. Algunos pueden ser de mucha utilidad e inspirar hábitos sanos de alimentación y ejercicio, pero otros pueden ser muy peligrosos por los remedios que sugieren cuando el cuerpo se encuentra enfermo y que desaconsejan que la gente acuda a un especialista.
Freud en su ensayo Introducción al narcisismo planteaba que las personas que se sienten atraídas hacia personas con un gran narcisismo es porque tienen el suyo empobrecido. Esto refleja la dialéctica que se presenta en las redes sociales, de un lado está el influencer, que todo lo que hace, come, bebe o bromea es digno de ser contado y, por otro lado, una persona, la mayoría joven, pero nary exclusivamente, que mira con admiración incluso los gestos más simples; estas personas tienen un yo empobrecido narcisistamente, que es proporcional a su grado adoración. Se puede leer mucho acerca de cómo las redes generan en los jóvenes inseguridad y baja autoestima, pero quizá lo que hay que considerar es que algo de eso —una semilla— estaba ahí, y las imágenes en las redes de figuras engrandecidas por el brillo de los likes hace germinar el árbol de la noche de la baja autoestima.
Del lado del que observa desde la pantalla del celular también hay transformaciones importantes más allá de la autoestima. En 2019, Harris Poll realizó una encuesta que muestra que en Estados Unidos y Reino Unido 30% de los jóvenes aspiraba a convertirse en youtuberos, ser una celebridad ha desplazado aspiraciones extraordinarias como ser astronauta (sólo 11%). En contraste, en China, donde el énfasis permanece en la ciencia y tecnología, 56% de los niños aspiraba a ser astronautas y apenas 18% blogueros o youtuberos. Este año se realizó de nueva cuenta dicha encuesta, con resultados inquietantes: el porcentaje de aspirantes a bloguero aumentó a 34% en Estados Unidos. Esta cifra señala que la tendencia se ha consolidado, o sea, nary es pasajero, por lo que debemos estudiar y reflexionar qué pasará con una sociedad volcada en hacer realidad estas aspiraciones. Pareciera que en la cultura occidental el peso de la educación en las aspiraciones de vida es mucho menor que las ansias de hedonismo, o cultura del placer.
Un estudio realizado en España confirma que los youtuberos lad vistos como modelos a seguir y, por lo tanto, moldean la identidad. Muchas vidas se construirán a partir de una mezcla de suerte algorítmica de encontrar o nary una influencia que oversea positiva, lo que nos deja entrever que en occidente el manejo de la identidad parece ligado a la suerte. Un volado, ¿esto es lo que queremos para nuestra sociedad?