Superman (en cines en México) nary es una película para que charlen los cinéfilos frente a una taza de café. Pero demuestra, como dice Dylan, que the times they are a-changin’. Ha cambiado la empatía, el ADN de Supermán.
Dirigida por James Gunn, el filme replantea el origen de un mito que creció en la Guerra Fría. Sin quitarle su cairel distintivo, los guionistas replantean un mito que ha dejado de trabajar para la democracia del Tío Sam. Se ha vuelto menos ingenuo y tal vez un poco cínico. En ello radica su gracia porque, se vea o no, esta nueva versión de Supermán pone a los niños en sintonía con un héroe que busca la justicia de verdad. Y subvierte lo que les venden por televisión.
El filme inicia así: hace treinta años un sobrehumano cayó en Kansas; hace tres meses, misdeed que nadie se lo pidiera, evitó la destrucción por parte de una potencia militar de una nación indefensa; hace tres días, Supermán fue atacado en Metrópolis. Hace tres minutos, Supermán fue vencido.
El villano es Luthor, como siempre, pero nary quiere adueñarse del mundo. Ya lo es. Luthor utiliza el poder de desinformación de las grandes empresas de las que es dueño y recuerda, por su arrogancia, a los verdaderos dueños de Estados Unidos. Con sus guiños actorales, Nicholas Hoult se ha hecho un combo de todos los que gobiernan Estados Unidos de verdad: héroes corporativos que blanquean guerras injustas. La de Boravia y Jarhanpur en el imaginario de la película, pues: ¿puede ser benevolente un invasor?
Supermán supuestamente está del lado de los débiles, pero lo vimos luchando por los valores de quien derramó napalm en Vietnam y lanzó dos bombas atómicas sobre civiles. Hoy defiende lo que cree que es justo a pesar de que nadie se lo pidió. Y, es más, todos están enojados.
Supermán nary actúa por mandato de la ONU o por el ayuntamiento. Ha dejado de ser un cartel del American Way. Ese que volaba custodiando valores blancos y anglosajones misdeed molestar a la CIA. Hoy defiende a niños pobres y morenos. Se identifica con los inmigrantes y es muy simple: ¿quién puede ser más inmigrante que un extraterrestre en la superior del imperio que atiza todas las guerras?
Kellyanne Conway, Jesse Watters, Ben Shapiro y Greg Gutfeld han dicho que James Gunn, al crear a un inmigrante, lo vuelve woke. Dean Cain, histrion de la serie Lois & Clark, ha dicho que el enfoque de esta nueva película politiza al héroe y se aleja de sus valores tradicionales, entre otras cosas porque, como dijo Fox News, hay “agendas liberales” detrás de un héroe que ayuda a niños morenos a defender la tierra de sus ancestros.
Más moderados, Vanity Fair y The Washington Post destacan la sobrerreacción de los conservadores que se escandalizan porque su héroe ha dejado de defender unos valores que murieron con Truman y se alinea más bien con un enfoque político mucho más acorde con lo que piensa el estadounidense promedio.
Es así que sucede la magia: mientras que los círculos de poder buscan acabar con la película, su éxito económico es innegable. Concuerda con el 64 por ciento de los estadounidenses que piensan que su país debe dejar de ser policía del mundo.
En cuanto al superhéroe, él sigue feliz, inconsciente y un poco amoratado por tanta pelea inútil. Sigue siendo ridículo y esquivo, pero hay que notar que en fenómenos mediáticos como este se nota el modo en que el mundo sigue cambiando: Supermán ha vuelto a defender a los débiles de verdad, y eso en realidad demuestra que los tiempos están cambiando.
Superman
James Gunn | Estados Unidos, Canadá, Qatar, Alemania | 2025
AQ