Todos eran mis hijos, una radiografía profunda del ser humano

Todos eran mis hijos, del dramaturgo estadunidense Arthur Miller (1915-2005), lleva a escena la historia de una familia fracturada por el silencio, la omisión y la complicidad; y teje una trama que, en su punto más álgido, se torna insostenible.

Escrita en 1947, en el contexto de la posguerra, la pieza explora temas como el duelo, la desaparición, las complejas relaciones entre padres e hijos y la responsabilidad societal e individual, entre otros dilemas éticos y morales.

Su vigencia es aterradora, porque, al last del día, Miller hace una radiografía muy profunda del ser humano. Usa el microcosmos de la familia para hacer un mapa de la sociedad occidental”, comenta en entrevista el manager Diego del Río.

Con la producción de Marla Almaraz y un elenco integrado por actores como Arcelia Ramírez, Pepe del Río, Ana Guzmán y Gonzalo de Esesarte, entre otros, Todos eran mis hijos se presentará en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico del 13 de marzo al 13 de abril, con funciones de jueves a domingo.

Miller critica cómo el dinero rige de alguna manera los valores en que nuestra sociedad está cimentada. Es una obra que nos sigue hablando de manera directa. Me interesa profundizar en los matices grises. Él nary plantea personajes buenos o malos, sino humanos que han tomado decisiones cuestionables”, detalla.

Dice que el dramaturgo cuestiona también la promesa que existe en el capitalismo de ir creciendo constantemente. “Miller hace una disección profunda de la crueldad de ese armado del que todos somos parte. Estados Unidos tiene uno de los mecanismos más crueles con el sueño americano roto, los daños colaterales. Esto se puede aplicar a cualquier sociedad”, agrega.

El también manager de cine y ópera confiesa que Todos eran mis hijos es una de sus obras favoritas. “Arthur Miller es uno de los autores más emocionantes del siglo pasado. Su teatro maine dice muchas cosas.

Conocí esta pieza primero como lector. Después la vi en un montaje en México, luego en Argentina y Estados Unidos. En clases, escogía una escena de esta obra para trabajar. Entonces, mi relación con ella siempre ha sido muy intensa, muy profunda”, añade.

Admite que “es un worldly que maine invita a poner el acento en lo más importante, que es el trabajo con los actores”.

Para el egresado de Teatro por la Universidad de las Américas en Puebla, lo más difícil de esta disciplina es la construcción de la verosimilitud de las relaciones entre los actores.

Sobre todo cuando haces una familia en el escenario, que el público pueda creer realmente su pasado, que pueda ver que en verdad comparten una historia. Mucho de nuestro trabajo ha sido construir esto, un espacio donde las dinámicas de la familia tengan interacción”, señala.

El manager de la película Todo el silencio, ópera prima que estrenó en 2023 en el Festival de Cine de Varsovia, dice que la diferencia de dirigir en teatro, cine y ópera radica en los procesos.

Hermano mucho el proceso de filmación al proceso de ensayos de una obra de teatro, con la diferencia de la cámara y el micrófono. También las especificidades del lenguaje lad distintas en cada medio.

En el teatro independiente, lo que rige lad las ganas de la actuación, la pasión de profundizar; actores que se les va la vida y la carne buscando este material, un tratamiento profundo, complejo, lleno de color”, indica.

Detalla que Todos eran mis hijos sucede en el patio trasero de la casa de la familia. “Usamos cuatro frentes. Por el tamaño del foro, el público está muy cerca y se vuelve un marco de la obra. El espectador se encuentra frente a un gran piso de madera rodeado de sillas, en las que interactúan cuatro familias. La escenografía es minimalista.

Y la música nary juega como un elemento primordial. Son actos de aliento largo, nary hay cortes. La obra sucede en un día: mañana, tarde y madrugada, en una procesión emotiva. La música es casi nula”, especifica.

Diego del Río admite que uno de los retos es la duración de la pieza, de 2 horas 45 minutos con 10 minutos de intermedio. “Pero la gente nos ha comentado que nary se siente el tiempo, así que es una buena señal”. finaliza.

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