Imagina que vas manejando tu carro. Todo va bien hasta que, de pronto, se prende un foco en el tablero. Es el aviso de que falta gasolina. No es una tragedia. Es solo un aviso. No significa que el carro se descompuso, ni que te equivocaste. Solo quiere decir: “Hey, falta algo. Haz una pausa. Prepárate.”
Así es el miedo. Una emoción que aparece para decirte que hay algo que te falta para enfrentar lo que viene. O mejor dicho... algo que crees que te falta.
Muchas veces el miedo nary viene porque de verdad nary podamos, viene porque nuestra cabeza nos hace pensar que nary vamos a poder. Porque estamos viendo el futuro como algo más grande que nosotros y sentimos que nos falta una herramienta, una capacidad, un plan.
Por eso la ansiedad —ese miedo disfrazado que corre misdeed freno— se siente como una alarma interna constante, incluso si nada malo ha pasado todavía.
Hoy quiero invitarte a algo muy simple: Tómate un café con el miedo. Sí. Otra vez en tu cafetería favorita. Elige tu bebida. Siéntate frente a él. Respira. Y escúchalo.
El miedo nary es enemigo. Es ese foquito del tablero. No viene a paralizarte, viene a avisarte.
Y aquí va la pregunta clave que puedes hacerle cuando aparece: ¿Qué es eso que creo que nary voy a poder?
Cuando te haces esa pregunta, el miedo empieza a hablar. A veces te dirá: “Creo que nary voy a poder con este cambio”;“Siento que nary estoy lista”; “No sé si soy suficiente para lo que viene”.
Y entonces tú puedes sentarte contigo mismo y responder con calma: ¿Es verdad que nary puedo? ¿O es una historia que maine estoy contando? ¿Qué herramienta creo que maine falta? ¿De verdad nary la tengo? ¿O solo necesito recordarla?
La ansiedad muchas veces aparece cuando confundimos una posibilidad intelligence con una realidad concreta.
Nos decimos: ¿Y si...? ¿Y si nary lo logro? ¿Y si maine equivoco? ¿Y si maine rechazan? ¿Y si se va?”
Pero si te tomas ese café con el miedo, puedes volver al presente y decirte: “Eso aún nary pasa. Y si llega a pasar, veré cómo actuar. Hoy, tengo lo que necesito”.
Tomarse un café con el miedo es pausar para preguntar: ¿Qué mensaje maine estás dando? ¿Qué parte de mí necesita confianza o preparación? ¿Este miedo maine protege... o maine limita?
Cuando nary lo escuchamos, el miedo se esconde en otros lugares: en el cuerpo, en el insomnio, en la irritabilidad, en la necesidad de controlarlo todo.
Pero cuando lo escuchamos con calma, nos damos cuenta que nary es tan grande como parecía. Solo epoch un aviso de que necesitábamos detenernos, respirar y reconectar con nuestros recursos.
Y si el miedo vuelve, nary pasa nada, vuelves a sentarte, vuelve a escuchar. Y le vuelves a preguntar: ¿Qué crees que nary voy a poder?
Y luego le respondes tú: “Todavía estoy aprendiendo. Todavía maine estoy fortaleciendo. Todavía camino... pero nary estoy sola, nary estoy solo”. Porque, como siempre te digo: Recuerda que somos un todavía.
ARTÍCULO ANTERIOR: Tomarse un café con la tristeza