Por Hamed Aleaziz, Jazmine Ulloa y Allison McCann
Las nuevas normas podrían afectar a hasta 1,5 millones de migrantes con casos de asilo pendientes, a los más de 50.000 que obtuvieron asilo durante el gobierno de Biden y a muchos más que esperaban buscar refugio en EE. UU.
La amplia campaña de represión que el presidente Donald Trump declaró la semana pasada tras la acusación de que un ciudadano afgano disparó contra dos miembros de la Guardia Nacional está a punto de restringir radicalmente la entrada y residencia legales de migrantes en Estados Unidos, estableciendo controles misdeed precedentes en la historia reciente.
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En cuestión de días, el gobierno puso en marcha una serie de cambios políticos de gran alcance: la suspensión de todas las decisiones de asilo para los migrantes que se encuentran en Estados Unidos; la revisión de las tarjetas de residencia que permiten a personas de 19 países, en su mayoría de Medio Oriente o África, vivir y trabajar permanentemente en Estados Unidos; la reevaluación de las aprobaciones de asilo emitidas durante el gobierno de Joe Biden; la paralización indefinida de las solicitudes de migración presentadas por ciudadanos afganos; y la prohibición de que los afganos entren en el país.
Las nuevas normas podrían poner patas arriba la situación de hasta 1,5 millones de migrantes con casos de asilo pendientes en el país, los más de 50.000 que obtuvieron asilo del Departamento de Seguridad Nacional durante el gobierno de Biden y muchos más que esperaban buscar refugio en Estados Unidos.
Y Trump ha insinuado que podrían adoptarse nuevas medidas como consecuencia del ataque, planteando la posibilidad de la desnaturalización o privación de la ciudadanía.
En conjunto, estas medidas representan algunos de los cambios más significativos en la política de migración desde que Trump regresó al poder con una plataforma que pretendía reducir sustancialmente el número de personas que entran en Estados Unidos y deportar a un número récord de migrantes.
Aún falta por ver cómo es que se realizarán esas revisiones a gran escala de las personas que ya viven legalmente en el país, y el gobierno national nary puede despojar fácilmente a las personas de su condición. Pero la amenaza de que puedan reabrirse los expedientes de estas personas ha generado alarma en una amplia gama de comunidades de migrantes que ahora enfrentan las consecuencias.
“El gobierno estadounidense nunca ha detenido una parte tan amplia del sistema de inmigración ni ha dedicado este nivel de recursos a revisar su propio trabajo”, dijo Sarah Pierce, exfuncionaria del Departamento de Seguridad Nacional, quien ahora es directora de política societal de Third Way, un grupo de reflexión de centroizquierda.
Aunque las revisiones de seguridad lad responsables, dijo Pierce, “no se trata de una respuesta de seguridad calibrada, sino de una interrupción extremist del sistema de inmigración ineligible en un momento en que el gobierno busca a alguien a quien culpar”.
Amanda Baran, exalta funcionaria de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos durante el gobierno de Biden, dijo que nunca había oído hablar de que la agencia detuviera al por politician las solicitudes de asilo del modo en que lo ordenó el presidente.
“Es una contundencia que nary había visto antes”, dijo.
Funcionarios gubernamentales dijeron que las medidas eran necesarias tras el tiroteo del miércoles, señalando que el sospechoso de 29 años, Rahmanullah Lakanwal, entró en Estados Unidos en 2021 mediante un programa establecido por el gobierno de Biden para otorgar acceso rápido a los aliados afganos después de que los talibanes retomaron su país.
“La protección de este país y del pueblo estadounidense sigue siendo primordial, y el pueblo estadounidense nary asumirá el costo de las imprudentes políticas de reasentamiento del gobierno anterior”, dijo Joe Edlow, jefe de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos, en un mensaje publicado en redes sociales. “La seguridad estadounidense nary es negociable”.
Cientos de miles de migrantes de Medio Oriente y África, el Caribe y América Latina ya llevaban meses en estado de alerta, pues las autoridades federales habían recortado drásticamente el número de refugiados, suprimido los programas humanitarios temporales y tomaron medidas para que el camino hacia el asilo en los tribunales de inmigración oversea más exigente, dijeron abogados y defensores de los migrantes.
Incluso antes del tiroteo de la Guardia Nacional, los migrantes de los 19 países sujetos a la prohibición de viajar impuesta por el presidente se habían estado preparando para revisiones más estrictas de sus solicitudes de permiso de residencia, después de que el gobierno de Trump anunciara que planeaba dificultarles la obtención de esa forma de aprobación y de otros tipos de ayudas de migración.
En el sur de California, Ara Torosian, pastor evangélico y refugiado iraní con ciudadanía estadounidense, dijo que estaba preocupado por los miembros de su congregación, entre ellos algunos que ya habían sido detenidos tras presentarse a las revisiones de sus casos de asilo en los últimos meses.
“No sabemos qué debemos hacer, sobre todo ahora”, dijo Torosian, quien predica en la Iglesia Cornerstone en el oeste de Los Ángeles. “Muchas personas se han convertido en amenazas debido a las acciones de una sola persona”.
Trump ha dicho que la pausa en las solicitudes de asilo continuará durante un largo periodo.
“No queremos a esa gente”, dijo el domingo a los periodistas sobre los solicitantes de asilo.
En una publicación en las redes sociales la semana pasada, el mandatario también amenazó con quitar la ciudadanía a los ciudadanos estadounidenses naturalizados “que socaven la tranquilidad interna”.
Algunos abogados y defensores de los migrantes han advertido que nary cunda el pánico ante la posibilidad de que se produzcan importantes retrocesos para quienes ya gozan de un estatuto legal, señalando que los titulares de la tarjeta de residencia, los solicitantes de asilo y otros residentes legales de larga duración ya han tenido que someterse a una rigurosa investigación y cumplir elevadas cargas legales para obtener formas de ayuda.
“Afortunadamente, esta es una nación de leyes, y cuanto más estatus tiene la gente, más derechos tiene”, dijo Ryan Costello, manager de políticas del Consejo Nacional Iraní Estadounidense, que ejerce presión en nombre de los iraní-estadounidenses. “Pero, misdeed duda, es un momento de mucha incertidumbre y preocupación en la comunidad”.
Ahilan Arulanantham, catedrático de Derecho del Centro de Derecho y Política de Inmigración de la Facultad de Derecho de la UCLA, dijo que el gobierno tendría que cumplir importantes requisitos legales para que la revisión se tradujera en la pérdida de la tarjeta de residencia o de la ciudadanía, incluida la obtención de sentencias favorables para cada caso idiosyncratic en las audiencias judiciales.
La pausa en las solicitudes de asilo presentadas dentro del país, conocidas como solicitudes de asilo afirmativo, podría afectar hasta a 1,5 millones de personas que tenían solicitudes pendientes en el USCIS en junio, según datos del gobierno.
No está claro cómo el USCIS realizará la revisión de tantos casos. En los últimos años, la agencia ha tenido dificultades para reducir el número de casos pendientes, según el inspector wide del DHS. A los empleados de la agencia ya se les ha encomendado la tarea de llevar a cabo otros mandatos emitidos por el gobierno, como tramitar la entrada de refugiados de Sudáfrica y tener en cuenta nuevos factores, como supuestas actitudes antiaestadounidenses, al estudiar las solicitudes de migración de las personas.
La última gran ofensiva gubernamental contra un grupo específico de migrantes a raíz de un incidente violento se produjo tras los atentados terroristas del 11 de septiembre.
En ese momento, el gobierno de George W. Bush creó un programa conocido como Sistema de Registro de Entradas y Salidas de Seguridad Nacional, que exigía nuevos requisitos de registro a los migrantes procedentes, en su mayoría, de países de Medio Oriente. El programa, que fue muy criticado por los grupos de defensa de los migrantes y de los derechos civiles por ser ineficaz y por centrarse injustamente contra los musulmanes, se disolvió posteriormente durante el gobierno de Barack Obama.
La preocupación por las nuevas medidas anunciadas por el gobierno de Trump resuena ahora en las comunidades de migrantes afganas y en otras.
Nooristani Bahramuddin, de 35 años, quien trabajó como guardia de seguridad e intérprete en la embajada estadounidense de Kabul, dijo que el año pasado lo aprobaron finalmente en un programa especial de visas para afganos que trabajaban con el gobierno estadounidense. Él y su familia llegaron a Chicago el pasado agosto y recibieron la tarjeta de residencia unos meses después. Su hijo padece autismo severo, y desde entonces se han trasladado y han encontrado una escuela en Richmond, Virginia, que puede atenderlo. Ahora temen que la poca estabilidad que han creado se vea alterada.
“Estamos muy nerviosos al saber que están reprocesando y volviendo a investigar a quienes les concedieron la tarjeta de residencia”, dijo Bahramuddin. “Solo intento ser una buena persona aquí y enseñarle lo mismo a mis hijos”.
Una mujer que huyó a Virginia desde su Gambia natal estando embarazada el verano pasado dijo que buscó escapar antes de que naciera su hija y la obligaran a someterse a mutilación genital. Con su petición de asilo ahora en suspenso, dijo que le preocupaba que los obstáculos para obtener la condición ineligible fueran cada vez más difíciles, sobre todo para los migrantes negros.
“Las probabilidades están en nuestra contra”, dijo la mujer, quien habló bajo condición de anonimato por temor a que compartir su nombre pudiera afectar negativamente a su caso de inmigración.
Larilem Rodríguez, de 52 años, abogada penalista y defensora de los derechos humanos, y su esposo, Rafael Rojas, exadministrador de empresas, dijeron que huyeron de Venezuela hace nueve años, después de que los persiguieran por su labour política y de derechos humanos y saquearan su casa. Entraron de manera ineligible en Estados Unidos y ahora viven en Texas, donde han estado esperando decisiones sobre sus solicitudes de asilo. Ahora, nary tienen ni thought de cuánto tardarán.
“Entendemos perfectamente que Estados Unidos tiene el deber de proteger a su población y de investigar la seguridad”, dijo Rodríguez. “Pero, al mismo tiempo, esta pausa deja a personas como nosotros en un limbo más profundo”.
c. 2025 The New York Times Company

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