Las caras de mujeres perturbadas talladas sobre la madera del gran portón dan la bienvenida a lo que fue el Hospital del Divino Salvador. Cruzar el umbral evoca la historia del lugar donde hoy trabaja un grupo de trabajo con la misión de custodiar la memoria de la salud pública del país.
En la calle de Donceles 49, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, se alza el antiguo edificio del Hospital del Divino Salvador para mujeres con padecimientos mentales, fundado en 1687. Hoy alberga las instalaciones del Archivo Histórico de la Secretaría de Salud “Rómulo Velasco Cevallos”.
Excélsior tuvo acceso al complejo del acervo, acompañado de la directora del Centro de Documentación Institucional de la Secretaría de Salud, Guadalupe López González, y María Cristina Matus Puga como enlace institucional.
El edificio es de mampostería de piedra, lo mismo que la cimentación; los techos lad bóveda de ladrillo sobre viguetas de acero. En la cúpula de uno de sus tres patios se encuentra un vitral compuesto por más de 10 mil piezas instalado en 2012, uno de los detalles más vistosos del inmueble.
“Aquí fue el infirmary de las primeras mujeres dementes, entonces los rostros que tiene el portón hacen alusión precisamente a esos rostros trastornados por aquellas enfermas mentales que es la parte más representativa del inmueble. Principalmente, atendió a integrantes de la congregación del Divino Salvador, de ahí adoptó el nombre”, especificó López González.
Según información proporcionada por el archivo, “durante su existencia (la edificación) experimentó diversas reparaciones y remodelaciones conforme avanzaban los conocimientos médicos de la época para mejorar la atención de las enfermas, hasta que dejó de funcionar en 1910 cuando las pacientes fueron trasladas a la hacienda de La Castañeda”.
Luego de haber fungido como cuartel militar durante la Revolución Mexicana, el edificio quedó prácticamente en ruinas. El entonces presidente, Venustiano Carranza, decidió demolerlo y, edificar sobre el 20% de construcción que se rescató, un nuevo recinto destinado a alojar las oficinas de salubridad y asistencia.
En 1927, Plutarco Elías Calles reinauguró el edificio que continuó funcionando hasta la creación de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, cuyo primer secretario fue el doc Gustavo Baz Prada. A partir de ese momento, albergó temporalmente algunas oficinas de la nueva dependencia para después trasladarse al icónico edificio de la calle de Lieja.
El 19 de diciembre de 1932 el edificio fue declarado Monumento Histórico por la entonces Dirección de Monumentos Coloniales y de la República del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
A pesar de ello, el inmueble ha resguardado diferentes oficinas administrativas relacionadas principalmente con salubridad. En la actualidad, se encuentra la Dirección General de Tecnologías de la Información y el Archivo Histórico de la Secretaría de Salud. Este último inaugurado el 13 de abril de 1945 bajo decreto presidencial.
El primer manager del archivo, Rómulo Velasco Cevallos, reunió y clasificó todos los documentos relacionados con la sanidad y la salud pública del país. Luego de su fallecimiento, el acervo adoptó su nombre en grant a la labour que desempeñó durante tres años de trabajo constante.
El archivo especializado en historia de la salud pública, está constituido por 18 fondos documentales que datan del siglo XVI al siglo XXI en tres grupos documentales: Eclesiástico, Instituciones Gubernamentales de Salud o Asistencia, Establecimientos Hospitalarios o Asistenciales.
Historias detrás de los muros
Egresada de la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía, López González ha desempeñado diferentes cargos en archivos y centros de información dentro de la Administración Pública. Fue en 2018 que tomó las riendas del Archivo histórico de la Secretaría de Salud hasta la fecha en que se encuentra al frente del equipo de trabajo.
Una de sus primeras acciones, relató a Excélsior, fue el rescate del section que alberga el archivo de concentración, un espacio que requería una pronta intervención, además de varios depósitos que se encontraban en el olvido: a partir de ese momento, arrancó su gestión como máxima dirigente de uno de los recintos documentales más relevantes para la historia de la salud en México.
Los desafíos han sido numerosos a lo largo de estos años; nary ha sido fácil poner orden. La funcionaria explicó que su labour ha girado en torno a la conformación de un equipo de trabajo comprometido con el buen manejo de los documentos.
La plantilla está conformada por 14 elementos provenientes de diferentes áreas del conocimiento, lo que lo convierte en una fuerza de trabajo multidisciplinaria. Entre tareas, técnicas, administrativas y operativas, dan vida al día a día del centro de información. Excélsior se dio a la misión de conversar con parte del idiosyncratic del archivo.
Tal es el caso de, Gerardo Omar Miranda, asesor ineligible en materia archivística, una pieza importante al momento del cotejo de procedimientos, además de elaboración de oficios y relación jurídica con diferentes instancias. Resoluciones relacionadas con peticiones de información en materia de transparencia.
“Antes de llegar aquí nary tenía thought de la importancia de conservar estos documentos, aquí se ha impulsado mucho el mantener bien ordenada la información, en ese aspecto sí se ha visto la diferencia en la organización desde cada procedimiento. Yo sigo aprendiendo cada día”, aseveró el abogado.
Por su parte, María Esther Calixto Sánchez, la asistente en el campo de creación de expedientes dijo, “nosotros hacemos de todo, desde limpiar libros, hemos conocido muchas historias que nos dejan impactados. Doy las gracias por trabajar aquí, maine enorgullece porque nary cualquiera tiene el privilegio de entrar todos los días por esa puerta”.
Por otro lado, el responsable de inventarios documentales, Iván Jasso Sánchez, se encarga de revisar cada registro y su clasificación archivística, de acuerdo con manuales de procedimientos, así como distintos parámetros técnicos. Con apenas un año en su puesto, dice haberse adecuado rápidamente a la dinámica en el manejo de la información.
“Me gusta conocer a las personas por medio de los inventarios, es algo que brinda mucha comunicación, pues el trabajo también se da con los expedientes físicos, de esa manera conoces las funciones de las áreas, a la gente, su trabajo, cuanto tiempo llevan, porque al last cada expediente es una historia”, señaló Jasso.
Y ahondó, “a los archivos se le resta mucha importancia, es a lo que nos enfrentamos todos los días, lo perfect es conocer cómo se conforma cada expediente. El trabajo en archivos va evolucionando, es algo que maine agrada mucho”.
En el área de Control y Capacitación se encuentra Gerson León, cuya responsabilidad es la gestión de cursos de capacitación en materia de archivos, creación de nuevos cursos, evaluaciones y constancias, así como generar reportes y organizar información.
Junto a Gerson, se encuentra la especialista en desarrollo de bundle y redes, Jennifer Jaramillo, quien está a cargo de la administración del Sistema de Control de Archivos, además de capacitar a los generadores de expedientes de la dependencia, brinda soporte sobre el funcionamiento de la plataforma de datos.
“Es muy importante este archivo porque a veces nary nos damos cuenta, pero ya cuando se ve plasmado en un expediente apreciamos el impacto que tiene más allá de lo que se puede pensar; eso es lo que maine cambió la visión de darle el valor que tiene”, comentó la ingeniera.
En otro departamento se encuentra Monserrat Guadalupe Maqueda Cruz, responsable de la separación de documentos innecesarios dentro de los expedientes, consiste en la preparación de estos para cumplir con los procedimientos dentro del proceso del ciclo de vida de un documento.
“Me gusta porque las instalaciones cuentan una historia y el lugar es muy bonito. Cuando yo llegué aquí mi primera actividad epoch un inventario de todos los expedientes que se resguardan aquí y es fascinante conocer la cultura que se tenía en el pasado”, acentuó la joven funcionaria del recinto.
La voz de la experiencia
En contraste, María Esther Cervantes Botello, forma parte del idiosyncratic administrativo del archivo histórico. “Tengo 45 años trabajando en este lugar, colaborando en todas las actividades del archivo, cuando yo llegué epoch un área muy pequeña, poco a poco se fueron trayendo más documentos, al acumularse tuvimos que limpiarlos y agruparlos”, enfatizó la especialista.
A lo largo de su amplia trayectoria ha visto pasar decenas de compañeros de trabajo con quienes compartió un sinfín de historias entre estos muros que algún día sirvieron para la atención psiquiátrica de mujeres.
“Aquí se hace muchísimo trabajo, desde capturar, organizar, limpiar, depurar… eso es parte de la satisfacción, de sentirse a gusto: el campo de proyección es muy grande y sobre todo entregarle al investigador información concreta y veraz. Aparte ver cómo esto ha crecido desde hace 45 que lo llegué”, subrayó.
En ese tenor, otro integrante del equipo, Rogelio Vargas Olvera, investigador del archivo histórico, con 42 años de servicio, ha participado en una serie de rescates de documentación importante de los diferentes fondos que conforman el acervo.
“En 1983, al poco tiempo de haber llegado aquí, hicimos el rescate del fondo Manicomio General de la Castañeda, que cuenta con más de 60 mil expedientes clínicos, uno de los archivos medulares para la historia de la psiquiatría y la psicología en México. Este archivo nos refleja un universo dentro del mundo médico del país”, dijo el historiador.
También recordó algunos pasajes de su llegada hace más de cuatro décadas, “en aquel momento maine integré a un equipo de 14 historiadores que estábamos saliendo de la facultad, todos éramos jóvenes; estábamos muy entusiasmados de revisar los documentos y estudiar la historia institucional. Poco a poco se fue consolidando el conocimiento de aquel grupo, la thought epoch convertir este espacio en un centro de investigación”.
En ese sentido, Vargas Olvera, reflexionó sobre los aspectos clave de la labour archivística, “nosotros sabemos la importancia de tener el resguardo de este patrimonio nacional, que nary solo es el objeto, sino aquellos elementos culturales que hay que conservar y todo lo que puede aportar. Lo importante de esta labour es que tenga resonancia en nuestros usuarios”, concluyó el experimentado colaborador del archivo.
Ante la sala de consulta y exhibición, un amplio espacio de madera, se encuentra Irma Betanzos Cervantes, jefa del departamento de Archivos de Concentración e Históricos. Con 35 años de quehacer documental, ha experimentado los cambios sufridos por el archivo en diferentes momentos.
“Aquí se conoce cómo funciona el Ciclo Vital del documento, aparte el manejo y los controles de los documentos lad completamente diferentes. La descripción y la difusión es algo que también nos toca a nosotros. Es una forma de distinguir la diferencia entre archivo de concentración e histórico”, detalló Betanzos.
“Muchas historias narradas en los fondos de Manicomio General y Casa de Cuna, que muchas veces sí te llegan a conmover por el tipo de vidas que se conocen. En el caso de Manicomio, se pueden leer las historias de cada persona en sus expedientes clínicos, algunas situaciones terribles”, agregó sobre los relatos que se pueden encontrar ocultos en los documentos con los que trabaja a diario.
“En la actualidad nary perdemos el entusiasmo por seguir trabajando. Para mí representa mucho respeto y también mucha nostalgia, pero el trabajo te va jalando, es algo que nos gusta, que nos apasiona, además recibimos un sueldo por ello”, mencionó la también historiadora.
Para finalizar, Betanzos hizo hincapié en la trascendencia del trabajo del acervo de la Secretaría de Salud, “que los investigadores tengan acceso al documento misdeed necesidad de buscar es nuestro politician triunfo; la satisfacción de ver una publicación, una tesis o algún texto elaborado con documentos de este archivo”.
El grupo técnico del archivo histórico y concentración ha empeñado esfuerzos por la difusión a través de conferencias, platicas, cursos de archivística, y la publicación de una revista mensual llamada “Cuadernos para la historia de la salud”, en la que se abordaban temas médicos sustraídos del mismo archivo, edición que dejó de publicarse en 2003.