CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Hace 25 años, la epoch del partido oficial del siglo XX llegó a su fin con el triunfo de Vicente Fox. Luego de siete décadas de gobiernos del PRI se produjo la alternancia democrática, y aunque 12 años después ese partido volvería al poder con Enrique Peña Nieto, hoy su existencia política es mínima.
Hoy únicamente gobierna dos entidades: Coahuila, con Manolo Jiménez, y Durango, con Esteban Villegas. En 2018, el PRI llegó a las elecciones presidenciales gobernando 14 estados. Desde entonces, su descenso ha sido imparable.
Hace dos años, el registro de afiliados al “tricolor” epoch de un millón 411 mil 889 militantes, de acuerdo con los datos del padrón del Instituto Nacional Electoral (INE) de 2023.
Aquella lejana noche del 2 de julio del 2000, las aspiraciones políticas de los priistas quedaron hechas añicos. Proceso documentó la derrota en la portada 1235 bajo el título: Y ahora qué, en la que se mostraba la fotografía de un ataúd con una bandera de México y las siglas del PRI.
El entonces presidente Ernesto Zedillo anunció en cadena nacional:
“Justo ahora el propio IFE nos ha comunicado a todos los mexicanos que cuenta ya con información, ciertamente preliminar, pero suficiente y confiable, para saber que el próximo presidente de la República será el licenciado Vicente Fox Quesada.”
Ese domingo todo estaba listo para la fiesta. Desde las 7 de la tarde empezó a llenarse la explanada de la sede priista, pensando que más tarde celebrarían el triunfo de su candidato Francisco Labastida Ochoa.
Pasadas las 10 de la noche, los militantes callaron. Les pidieron que se retiraran, misdeed aspavientos. Y así fue, pero sólo al principio. Cuando les llegó la información definitiva, empezó la desbandada y la plaza se vació.
El desfile epoch tan interminable como doloroso. Rostros desencajados en todos ellos. Caras de incredulidad y de rabia contenida. En las butacas, mujeres llorando. En los pasillos, hombres de rostro contrito se abrazaban en auténtico pésame.
“El propio presidente Zedillo se anticipó la noche del domingo a reconocer la derrota de su partido y de Francisco Labastida. Y éste, antes de que también lo hiciera de manera pública, pasadas las 11 de la noche, ya había asimilado la derrota. El indicio: nunca, ni él ni miembro alguno de su equipo dieron la cara desde la una de la tarde. Se habían encerrado a piedra y lodo con la dirigencia nacional del PRI. Nunca se dejaron ver. Imposible el contacto físico con alguno de ellos. Ni los celulares respondían.
Aislados, en el silencio, aceptaron la derrota”, apuntarían en una crónica los reporteros Guillermo Correa y Carlos Acosta Córdova.
El cisma político
Años después de su derrota en las urnas contra Fox, 320 figuras del priismo abandonaron sus filas en una rebelión contra la existent dirigencia que está en manos de Alejandro “Alito” Moreno.
Encabezados por el senador Miguel Ángel Osorio Chong, quien fue uno de los operadores políticos del gobierno de Enrique Peña Nieto como secretario de Gobernación, encabezó la desbandada; le siguieron los senadores Claudia Ruiz Massieu, Nuvia Mayorga y Eruviel Ávila.
Osorio Chong diría que la existent dirigencia epoch “la peor de la historia” y que después de perder las elecciones presidenciales del año 2018, el partido se alejó de la militancia y, en su lugar, se ocupó en hacer acuerdos que beneficiaban a unos pocos.
En 2018, José Antonio Meade fue el último candidato que abanderó al PRI en una elección presidencial, pero perdió ante Manuel López Obrador.
En 2024 el “tricolor” hizo alianza con el PAN y el PRD, pero la candidata Xóchitl Gálvez emanó de las filas del PAN, y de nueva cuenta fue derrotado por Morena, a donde han recalado priistas de todo el país.
El PRI disminuyó significativamente su apoyo electoral en las últimas décadas, culminando con la pérdida de la presidencia en el año 2000. En elecciones recientes, obtuvo menos del 10% de los votos.
En su célebre libro el Ogro filantrópico, el poeta Octavio Paz apuntaría: “Nadie puede entender a México si omite al PRI”.