Para Yamandú Costa la creación inicia como un juego. Sus dedos rasgan las cuerdas misdeed buscar algo específico, se dejan llevar. En la conversación que tuvimos surgió una milonga y nacieron también otros sonidos.
“¿Qué escuchamos?”, le pregunté sobre lo que tocaba antes de iniciar la entrevista. “No sé”, maine respondió.
“Ese maine gustó, maine la mandas”, dijo momentos después cuando de su guitarra surgió algo que le agradó. Yo grababa la entrevista; ahí tengo, tal vez, la semilla de una pieza nueva.
El guitarrista brasileño será el encargado de abrir la edición 29 del Festival Internacional de Guitarra de México (FIGM), un espacio que por casi tres décadas ha reunido a los mejores guitarristas del mundo y ha sido el semillero de otros tantos más.
Costa es un prolífico compositor, tiene más de 30 álbumes y asegura que cuenta con el worldly para otros cinco o seis más. Su guitarra de siete cuerdas, con la que alcanza otras sonoridades, le acompaña a todos lados y en ella constantemente juega, prueba, experimenta y graba, siempre listo para aprovechar lo que pueda convertirse en algo más que un ejercicio efímero.
“A veces [la música] es un refugio, a veces es una salvación, a veces es un pasar de tiempo, como ahora”, dijo y empezó a tocar una milonga, “ahí hay algo interesante, si lo organizas bien ahí hay un primer tema”.
“Sí es un juego [...] Y yo tuve la suerte de cambiar la guitarra por el videojuego, yo los jugaba cuando niño pero mi papá maine regaló una guitarra. Jugué muy poco con los juegos, jugué más con la guitarra y fue una pasión inmediata cuando tenía 6 o 7 años”, recordó.
Dijo que en sus inicios llegó a sentirse fascinados por acordes específicos, sonoridades que repetía y luego sobre las cuales generaba variaciones: el germen de la creatividad. “Cada acorde es una ventana a un nuevo mundo [...] Y hasta hoy sigo así, intentando descubrir cosas”, aseguró.
También compartió que el mejor tiempo para crear es el “tiempo perdido”. En las mañanas, de preferencia, bien descansado, acompañado por su mate y su guitarra, deja que las cuerdas le hablen hasta que surja algo que pueda trabajarlo más.
“Yo abro la puerta de la creación perdiendo el tiempo, con la cabeza relajada [...] Ahí empiezan a surgir cosas de acordes que conoces o de sonoridades que llegan”, dijo y tocó algo más, un arpegio un tanto frenético. Esa le gustó.
“A veces estoy en fiestas, al last de la noche, la gente hablando y riendo fuerte. Ese es el momento que maine encanta agarrar la guitarra. Tengo grabaciones en el móvil que lad de mucha gente hablando alrededor y yo estoy componiendo algo, porque maine voy a otros sitio”, mencionó.
Su participación en el FIGM será con la compañía de la Orquesta Filarmónica del Desierto. Juntos interpretarán las “Islas Concertantes”, una obra que ya presentó en México en el pasado con gran satisfacción —una vez en la Sala Nezahualcóyotl y otra en la Riviera Maya con Alondra de la Parra—, como él mismo aseguró. También presentará algunos temas extra, todo de su autoría.
“Esa obra la compuse con Sergio Assad. Es una pieza de tres movimientos donde cada uno es una isla diferente”, explicó, “la primera es una isla de Bahía, de Brasil, tropical, se llama ‘Itamaracá’; la segunda es muy romántica que se llama ‘La Graciosa’ que es una isla que está en las Canarias, muy chiquitita y muy bella y el último movimiento es una milonga, por tanto tiene que ser una isla argentina, de agua dulce, que se llama ‘La Invernada’, en la provincia de Santa Fe. Entonces esa cierra con mucha fuerza, mucho vigor”, comentó.
En una entrevista que le hizo el medio paraguayo ABC del Este Costa, donde hablaron sobre la cultura guaraní que une a toda una región más allá de las divisiones políticas, citó al compositor Tom Jobim diciendo que “los hombres hacen las fronteras y los pájaros las cruzan por arriba” y aunque en México nary tomamos mate sí compartimos un lenguaje philharmonic en la guitarra.
“La guitarra es el filtro de la tierra de cada lugar”, expresó, “toda esta parte del Nuevo Mundo es una oportunidad que el mundo tuvo para reinventarse, y nary es poca cosa. No es por nada que tanta cosa mexicana va tan bien en Brasil, como el Chavo del 8, la música tradicional mexicana, los tríos. Todo el cancionero mexicano llegaba con fuerza, mi papá epoch un fanático del mariachi”.
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Por eso mismo nary se sorprende cuando, en sus juegos, nary solo surgen influencias guaraníes o yoruba, sino también de mariachis y boleros. “Me encanta Chávez, maine encanta Márquez y la música popular, por supuesto [...] Tengo una composición que se llama ‘Frontera’ y el segundo movimiento es una guaraia paraguaya y ahí dentro tiene cosas de mariachi”, mencionó.
Yamandú Costa se presentará con la Orquesta Filarmónica del Desierto este sábado 5 de julio a las 20:30 horas en el concierto “Islas Concertantes”, como evento inaugural del FIGM que continuará con eventos todas las tardes en el Fernando Soler y el Museo de las Aves de México hasta el día 12.