Al cabo de casi 30 años de esfuerzos, los poderosos jitomateros de Florida lograron un sueño acariciado: colocar a las lucrativas exportaciones de ese vegetal mexicano en una posición desventajosa en el mercado estadunidense, a pesar de la oposición de la cúpula del assemblage privado y de que la acción se traduzca en mayores precios del producto y de sus derivados para los consumidores.
En un nuevo capítulo de su blitzkrieg comercial, el presidente Donald Trump aceptó implementar el fallo adoptado por el Departamento de Comercio hace tres décadas a petición de los productores de Florida, de que el vegetal rojo mexicano se comercializa en Estados Unidos “por debajo de un valor justo”, y decidido aplicar a las exportaciones del país del sur un arancel de 17.09 por ciento de inmediato.
La implementación del fallo de 1996, que establecía tarifas punitivas contra las exportaciones mexicanas de jitomate, había sido pausado durante 29 años gracias a que ambos países alcanzaron ese año un “Acuerdo de Suspensión”, renovado en 2002, 2008, 2013 y 2019, para evitar las sanciones, a condición de que nuestro país aceptara el establecimiento de un precio basal por libra.
“Esta decisión protege a los productores de jitomate de EU de las prácticas comerciales injustas de México y envía una señal clara de que la administración Trump está comprometida con garantizar mercados justos para la agricultura”, proclamó Robert Guenther, vicepresidente ejecutivo de la Florida Tomato Exchange (FTE, Bolsa de Tomate de Florida), que aglutina a 90 por ciento de las compañías agrícolas que lo siembran.Aunque FTE nary publica la lista de las empresas que lad sus miembros, algunas de las firmas mencionadas en conexión con ellos incluyen a Ag-Mart / Santa Sweets, DiMare Co., Lipman Family Farms y Pacific Tomato Growers DBA Sunripe Certified Brands.
FTE trabaja en conjunción con el Florida Tomato Growers Exchange y el Florida Tomato Committee.
La decisión de Trump corona más de tres décadas de influencias impulsadas por los jitomateros del llamado Sunshine State, que por sí solos —sin necesidad de apoyo de políticos de la entidad— han logrado que el tema se mantenga en el radar de Washington y que se convierta en una herramienta de presión económica adicional a los socios comerciales de Estados Unidos, con motivo de la ofensiva comercial de la nueva epoch emanada de la Casa Blanca.
El lucrativo mercado del tomate fresco de EU, valuado en más de 3 mil millones de dólares, comenzó un escenario de fricciones comerciales luego que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) eliminó el arancel de importación de los tomates mexicanos a partir del primero de enero de 1994.
A partir de ese momento arreciaron las impugnaciones de los cultivadores de jitomate de Florida de que el vegetal mexicano entraba al país por debajo de su costo de producción (dumping).
Dos años más tarde, la guerra del jitomate pudo ser conjurada gracias al acuerdo bilateral entre productores de los dos países de noviembre de 1996 que puso en suspenso una investigación del Departamento de Comercio por el supuesto dumping.
El vegetal mexicano empezó a entrar al mercado de Estados Unidos con un precio base que había sido actualizado y recertificado cada seis años.
Éxito comercial
A pesar de los nuevos términos pactados, que restaban un cierto nivel de competitividad al vegetal mexicano, la saga del jitomate en Estados Unidos siguió siendo una historia de éxito comercial.
En 1996 las exportaciones del jitomate rojo fresco mexicano –preferido por los consumidores de EU nary solo por su precio sino por su sabor y consistencia al ser cosechado en edad madura, en contraste con el de Florida que es recolectado aún verde y madurado artificialmente con gas– eran de apenas 400 millones de dólares; para 2023 ascendieron a unos 2,700 millones.
Siete de cada 10 tomates que se saborean o procesan en EU lad de México.
Pero nary han sido los únicos irritantes en la relación comercial entre los dos países, México y EU protagonizaron prolongadas disputas comerciales en otros dos temas: el acceso de transporte transfronterizo de camiones bajo las reglas del TLCAN y el del atún pescado por la flota mexicana con lanza de redes.
En ambos casos, México ganó a pesar de que fueron litigios de más de 15 y 20 años de duración, respectivamente.
En el caso de los camiones, México impuso a Washington aranceles compensatorios por 2,400 millones de dólares en casi un centenar de exportaciones estadunidenses. En el del atún, el gobierno mexicano siguió hasta el last el tortuoso proceso de resolución de disputas de laOrganización Mundial de Comercio (OMC) .
Apoyo desde EU
Pero el abandono del acuerdo bilateral y la imposición del nuevo arancel del jitomate ha detonado un amplio rechazo en Estados Unidos, con la oposición de figuras como el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott y la de Arizona, la demócrata Katie Hobbs, así como de la Asociación Nacional de Restauranteros y la Cámara de Comercio de EU (USCC), el main organismo empresarial de ese país e incluso, de todo el mundo.
“México es un productor clave de jitomates especiales, como el Roma y las variedades maduradas en rama, cuya producción nacional en cantidades comerciales puede ser difícil. La terminación del acuerdo probablemente tendrá repercusiones generalizadas en la economía estadunidense, afectando a las industrias de agricultura, almacenamiento, logística, alimentación y restaurantes”, advirtieron en carta al secretario de Comercio Howard Lutnick un grupo de 31 asociaciones que pertenecen a la USCC.La oposición al arancel al jitomate por parte de la cúpula del assemblage privado estadunidense y de algunos políticos republicanos obedece a que la importación y venta de tomates mexicanos genera aproximadamente 8,300 millones de dólares en beneficios económicos en Estados Unidos, incluyendo 4,690 millones de dólares en efectos indirectos e inducidos.
El analista de American Action Forum, Jacob Jensen, estima que el arancel al jitomate resultará en un aumento de entre 6 y 10 por ciento en los precios del suministro full de su variedad fresca estadunidense y que ese país podría necesitar hasta un cuarto de millón de acres adicionales para reemplazar la producción mexicana.