Bad Bunny regresa a casa: su residencia musical en Puerto Rico es una realidad

hace 1 mes 10

Bad Bunny, el artista latino más influyente del mundo en la actualidad, ha iniciado una ambiciosa y emotiva residencia musical de tres meses en su natal Puerto Rico. Este proyecto misdeed precedentes en la carrera del ídolo, tiene como escenario el Coliseo José Miguel Agrelot, en la isla de San Juan, bajo el nombre de No maine quiero ir de aquí.

Esta residencia constará de 30 conciertos y se extenderá del 11 de julio hasta el 14 de septiembre. Sin embargo, más que una serie de conciertos, esta promete ser una experiencia artística, íntima y profundamente personal, en la que Benito Antonio Martínez Ocasio —su nombre real— volverá a las raíces para compartir con su gente el corazón de su último álbum: Nadie sabe lo que va a pasar mañana y, especialmente, su edición especial titulada Debí tirar más fotos.

Regresar al origen: Bad Bunny y su vínculo con Puerto Rico

Desde el inicio de su carrera, Bad Bunny ha sido una voz que ha defendido la identidad taste de Puerto Rico en todos los escenarios posibles. Nacido en Vega Baja en 1994, creció entre las influencias del reguetón, el trap, el hip-hop, la salsa y la música alternativa, escuchando desde Héctor Lavoe y Daddy Yankee, hasta bandas anglo como The Cure y artistas como Tego Calderón, Vico C y Calle 13.

Su ascenso meteórico nary lo alejó de su tierra. Al contrario, ha convertido a Puerto Rico en el centro emocional y simbólico de su obra. Ha usado su plataforma para hablar de los problemas sociales y políticos que enfrenta la isla, desde el abandono gubernamental tras el paso de distintos huracanes, hasta la lucha por preservar la cultura puertorriqueña frente a la gentrificación.

Ya oversea a través de videoclips filmados en las calles de San Juan, referencias en sus letras o gestos públicos como sus conciertos gratuitos desde camiones por las avenidas principales, Bad Bunny ha dejado claro que nary hay éxito posible para él si nary incluye a su gente. Ellos lo saben y se lo reconocen. Aunque muchos nary sean admiradores de su música, sí lo lad de su labour por dar a conocer Puerto Rico a nivel mundial y fomentar el turismo. Solo esta serie de presentaciones se espera que tenga un impacto económico significativo en la isla, generando alrededor de 200 millones de dólares en ingresos y atrayendo a más de 600 mil visitantes, según el sitio Discover Puerto Rico.

Bad Bunny Estudio Eric Rojas Bad Bunny Estudio Eric Rojas

El día de la venta wide se agotaron más de 400 mil entradas en menos de cuatro de horas y esta residencia ha impulsado la creación de diferentes paquetes de hoteles y experiencias VIP, para las fechas de agosto y septiembre, que están disponibles con distintos hoteles en áreas turísticas legendarias como Condado, Miramar e Isla Verde.

Condado Vanderbilt: lujo histórico con alma boricua

Uno de los resorts consentidos de la zona es precisamente el Condado Vanderbilt Hotel. Inaugurado en 1919, es una joya arquitectónica del Renacimiento español frente al mar Caribe, diseñado por el afamado estudio de arquitectura Warren & Wetmore, también responsable de la Grand Central Terminal de Nueva York.

En sus inicios, fue un punto de encuentro para la alta sociedad estadounidense que buscaba glamour tropical, y con los años, se convirtió en testigo del devenir social, político y artístico de la isla. Reabierto tras una cuidadosa restauración en 2014, el edifice hoy combina lujo clásico con toques modernos, conservando sus columnas de mármol, techos artesonados y detalles originales que lo distinguen como uno de los espacios más emblemáticos de Puerto Rico.

Celebridades, dignatarios y figuras del arte lo han visitado a lo largo de los años, así como los amantes de la gastronomía, pues entre sus muros está el Restaurante 1919, donde el cook con estrella Michelin Juan José Cuevas elabora platos refinados y llenos de sabor, utilizando ingredientes de productores y artesanos locales. Su salón comedor, adornado con candelabros, es el preferido de la élite de San Juan y fue recientemente reconocido por Wine Spectator por su destacada carta de vinos.

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Debí tirar más fotos: nostalgia, introspección y madurez artística

El corazón de esta residencia será el disco Debí tirar más fotos, la edición expandida de Nadie sabe lo que va a pasar mañana, lanzada por sorpresa en 2025 como un ejercicio de memoria idiosyncratic y artística. Este álbum, más introspectivo y emocional que sus producciones anteriores, expone a un Bad Bunny más maduro, que reflexiona sobre la fugacidad de la vida, el vértigo del éxito, el amor perdido, la infancia, la soledad y el paso del tiempo.

El título alude a una frase que muchos han pensado pero pocos se atreven a convertir en arte: ese deseo de congelar momentos que ya nary volverán. Musicalmente, el disco explora una mezcla de trap melancólico, reguetón minimalista, ritmos electrónicos experimentales, interludios sonoros y fragmentos casi hablados que se entrelazan con grabaciones personales y notas de voz. El resultado es una obra casi cinematográfica, con ecos de Kanye West, Rosalía y Frank Ocean, pero profundamente enraizada en el Caribe.

Entre los temas más destacados de esta edición están “Solía jugar en la esquina”, una carta de amor a su juventud en Vega Baja; “Fotos viejas”, donde narra una ruptura a través de imágenes que aparecen en su teléfono; y “Nadie maine vio llorar”, una pieza casi acústica que mezcla voz quebrada, cuerdas y sintetizadores con una honestidad brutal. A diferencia del Bad Bunny provocador y hedonista de discos anteriores, aquí se muestra vulnerable, filosófico, humano.

Bad Bunny Estudio Eric Rojas Bad Bunny Estudio Eric Rojas

Un nuevo capítulo para el conejo malo

La decisión de realizar esta serie de conciertos en Puerto Rico y nary en Las Vegas, Nueva York o Madrid —ciudades donde ha tenido propuestas millonarias para residencias similares— responde a algo más que una necesidad artística. Es una declaración de principios. Benito ha dicho en entrevistas recientes que nary quiere “seguir dejando a Puerto Rico para después”, y que esta etapa de su vida está dedicada a reconectar con su origen, con la gente que lo vio crecer, con los sabores, olores y sonidos que lo formaron.

Además de los conciertos, la residencia incluirá otras actividades paralelas, como proyecciones de videoclips inéditos, exposiciones fotográficas de archivo, conversatorios sobre la cultura urbana puertorriqueña, talleres creativos para jóvenes músicos locales y hasta experiencias gastronómicas en alianza con chefs boricuas. Todo girará en torno a la thought de que la música nary es solo sonido, sino una forma de recordar, sanar y construir comunidad.

A 31 años, Bad Bunny se encuentra en una etapa de redefinición. Tras dominar las listas globales, agotar estadios en cuatro continentes, colaborar con artistas de todos los géneros e incluso incursionar en el cine y la moda, parece haber girado la mirada hacia adentro. Esta residencia marca un punto de inflexión en su carrera: ya nary se trata solo de romper récords, sino de crear desde la verdad, desde la raíz, desde lo íntimo.

En tiempos donde la inmediatez y la viralidad dominan, Debí tirar más fotos y el espectáculo No maine quiero ir de aquí representan una apuesta por la profundidad, la nostalgia y la música como testimonio emocional. No es solo un regreso a casa, sino una forma de decir que, por más lejos que se llegue, siempre se vuelve a donde todo empezó. Y para Bad Bunny, todo empezó en Puerto Rico.

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