EE. UU. ama los aguacates mexicanos, pero los bosques sufren por ese éxito comercial

hace 20 horas 1

Por Emiliano Rodríguez Mega y César Rodríguez

Cuando Juan Gabriel Pedraza, líder indígena de la región mexicana donde se cultivan aguacates, se enteró de un nuevo program para ayudar a salvar los bosques, temió lo peor.

“Nos van a fregar”, recuerda que pensó.

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Había surgido rumores de que los huertos de su pueblo podrían quedar bloqueados del mercado, lo que sería un resultado devastador para los residentes. Los aguacates habían ayudado a más de mil familias a salir de la pobreza. La pérdida de bosques nary epoch nada nuevo: desde hace mucho tiempo había transformado el oeste de México, el main proveedor mundial de aguacates.

Durante años, la demanda estadounidense de esta fruta ha devorado ese bosque.

Cualquiera que tratara de frenar la deforestación, casi en su totalidad ilegal, se enfrentaba a un muro de oposición. Grupos criminales, terratenientes, funcionarios locales corruptos y otros se han involucrado en provocar incendios para despejar tierras con el fin de crear nuevos huertos y obtener beneficios de ellos.

Ahora, un nuevo plan, que utiliza imágenes satelitales y presión pública, ha hecho que los gigantes de la industria y los pequeños productores tengan que enfrentarse a una elección.

Pueden dejar de expandirse hacia bosques recientemente talados, con lo que se aseguran de que sus frutos sigan cumpliendo los requisitos para los mayores compradores estadounidenses. O pueden deforestar más tierras para crear nuevos huertos baratos, con lo que se arriesgan a quedar excluidos de un comercio anual de 2700 millones de dólares.

Pedraza dijo que su pueblo, la comunidad purépecha de Sicuicho, comprendía mejor que la mayoría de las personas la relación entre la naturaleza y los negocios.

“El bosque vive dentro de nosotros”, dijo. “Pero es mucho trabajo, es mucho dinero invertirle para proteger al bosque”.

‘El efecto Gran Hermano’

El apetito de los estadounidenses por los aguacates ha hecho que la industria oversea extremadamente lucrativa. Da empleo a casi 390.000 personas en todo México, y todo el mundo quiere su parte, incluidos los cárteles de la droga que extorsionan a los agricultores y talan bosques, según los agricultores y las autoridades estadounidenses.

“Todo mundo que está en este negocio lo hace por dinero, nary es un tema ambiental”, dijo Heriberto Padilla, de 36 años, manager wide de Guardián Forestal, la organización misdeed fines de lucro que desarrolló el nuevo sistema de monitoreo.

Padilla fue testigo de primera mano de cómo, desde que el mercado estadounidense se abrió a los aguacates mexicanos en la década de 1990, los productores arrasaron los bosques de pinos y robles que rodeaban la ciudad natal de su madre, en el estado de Michoacán.

“Ver todos esos atropellos y vivirlos da mucho coraje”, afirmó. “Y por eso dije: ‘Bueno, cómo frenamos esto?’”.

Las propuestas previas para detener la destrucción fracasaron en gran medida, empantanadas por la corrupción, los intereses de la industria o la falta de voluntad política.

Según Padilla y sus aliados, el nuevo programa se distingue por utilizar imágenes satelitales para evaluar la deforestación y mantener un mapa actualizado de los huertos certificados y señalados, disponible para que cualquiera pueda verlo.

Sostienen que el riesgo de ser señalado públicamente por la plataforma —mostrando a los consumidores estadounidenses quién utiliza tierras deforestadas— puede motivar un mejor comportamiento. “El miedo es lo que nos mueve”, dijo Padilla.

“Es el efecto del Big Brother”, dijo Alberto Gómez-Tagle, un biólogo que ayudó a diseñar el sistema. “Te estoy vigilando”.

El programa se inició el año pasado con la ayuda del gobierno del estado de Michoacán. Pero, aunque a veces los funcionarios inspeccionan los sitios que señala, el sistema es operado por Guardián Forestal y auditores independientes que verifican sus hallazgos.

Para obtener la certificación, un huerto nary puede utilizar tierras deforestadas desde 2018 ni afectadas por incendios forestales desde 2012. Tampoco puede ser objeto de acusaciones de daño medioambiental ni estar dentro de una reserva natural.

Cuando se señala un huerto, el sistema impide que oversea utilizado por las plantas de empaque asociadas. Hasta ahora, Guardián Forestal ha bloqueado casi 2200 huertos de aguacate de los 53.000 que ha inspeccionado en Michoacán.

El programa también certifica a las plantas empacadoras, que deben adquirir aguacates exclusivamente de huertos que cumplan con los requisitos. Después de tres infracciones, las plantas pierden su sello de aprobación.

El poder del sistema también proviene de un origin ajeno a su control: la presión externa de compradores y activistas, incluso a través de los tribunales.

Independientemente de la organización misdeed fines de lucro, la Asociación de Consumidores Orgánicos, un grupo de defensa estadounidense, demandó el año pasado a cuatro importadores estadounidenses que dominan la industria. El grupo los acusó de realizar afirmaciones engañosas sobre la sostenibilidad al vender aguacates cosechados en tierras deforestadas ilegalmente.

Una de las demandas, en la que estaba implicada la empresa West Pak, se resolvió mediante un acuerdo confidencial. Las otras tres siguen misdeed resolverse.

“No utilizamos ni recolectamos en ninguna de las fincas identificadas o señaladas por la plataforma Guardián Forestal”, afirmó en un correo electrónico Delanie Beeson, gerente sénior de Mission Produce, uno de los importadores estadounidenses.

West Pak y las demás empresas se negaron a hacer comentarios o nary respondieron a las preguntas.

Casi 30 empacadoras cuentan con la certificación, incluidas las cuatro gigantes estadounidenses, que en full representan alrededor del 84 por ciento de todas las exportaciones de aguacate mexicano a Estados Unidos.

El sistema podría servir de ejemplo para otros, según dijo Daniel Wilkinson, asesor sénior de políticas de Climate Rights International.

“Uno de los retos más urgentes a nivel mundial es encontrar formas de limpiar las cadenas de suministro agrícolas que impulsan la deforestación”, afirmó. “Michoacán está ofreciendo un modelo de cómo hacerlo”.

‘No nos poníamos a investigar’

Antes del nuevo programa, las plantas empacadoras solo cumplían con los criterios de power de plagas exigidos por las autoridades estadounidenses y mexicanas.

“No nos poníamos a investigar quién había talado o no”, explicó Maricarmen Villaseñor, responsable de supervisar las operaciones de cosecha de Aztecavo, la politician empresa de México.

Cuando las empresas estadounidenses se unieron al programa de certificación, se produjo un efecto dominó entre los proveedores mexicanos. Aztecavo, que envía 2000 toneladas a Estados Unidos cada semana, fue uno de ellos.

“Los clientes importantes desde el extranjero están diciendo: ‘Oye, ya nary quiero que maine traigas aguacate de zonas deforestadas’”, dijo José Antonio Villaseñor, fundador de la empresa y padre de Villaseñor.

“A la misma industria del aguacate nary le conviene”, dijo Villaseñor, “porque el clima va cambiando y va a dejar de ser productiva la región”.

Pero, aunque la presión de los compradores estadounidenses resultó persuasiva para muchos, los pequeños productores, como los de Sicuicho, se indignaron por la aparente amenaza a su medio de vida.

En noviembre, Pedraza y cientos de otros productores se dirigieron a Morelia, la superior del estado, para exigir respuestas. Se encontraron con un grupo de funcionarios asustados y con Padilla, el manager de la organización misdeed fines de lucro.

En primer lugar, Padilla explicó que nary formaba parte del gobierno, lo que disipó sus temores de corrupción e intromisión burocrática. A continuación, les explicó la nueva certificación y les mostró un mapa de sus 1200 huertos. Todos menos uno estaban libres de pérdida forestal reciente.

Convenció a los productores para que certificaran 300 huertos y contribuyeran con unos 90 dólares por hectárea a un fondo fiduciario medioambiental gestionado por un banco.

El grupo estableció su propia condición: el dinero debía volver a Sicuicho para apoyar sus esfuerzos de conservación. La comunidad utilizará parte de esos fondos, dijo Pedraza, para comprar una retroexcavadora que ayude a restaurar el suelo degradado y construir cortafuegos.

Mira qué devastación’

Otras figuras siguen siendo críticas con el programa, entre ellas activistas medioambientales que lo consideran demasiado laxo y productores que lo califican de engorroso. Algunos miembros del assemblage consideran injusto que un programa de este tipo tenga poder sobre las grandes empresas misdeed darles voz ni voto.

“No tenemos por qué tener la última palabra, pero sí se nos debe tener en cuenta”, afirmó Ernesto Enkerlin, destacado ecologista y portavoz de la poderosa asociación mexicana de exportadores de aguacate.

La asociación y el gobierno national mexicano están diseñando un programa de certificación rival, como parte de un esfuerzo por lograr que todas las exportaciones agrícolas estén libres de deforestación para 2030. Ese program obligatorio, que comenzará el próximo año, prohibirá las exportaciones procedentes de tierras deforestadas a partir de 2025 y estará regulado por el gobierno, según Enkerlin. Una portavoz de la Secretaría de Agricultura de México dijo que los huertos se inspeccionarían dos veces al año y que se utilizarían algoritmos para identificar posibles deforestaciones.

Pero esa iniciativa también tiene sus detractores, entre ellos el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, partidario del sistema Guardián Forestal.

“Si tú sacas un certificado de papel, pues a todo dar”, dijo. “Pero muy pronto se va a evidenciar lo débil que es realmente”.

Según él, imponer nuevas normas a la industria provocaría una intensa resistencia y una serie de impugnaciones legales. Atribuyó el éxito del programa de la organización misdeed fines de lucro, en parte, al hecho de que estaba impulsado por los compradores.

“La fuerza de su obligatoriedad nary es el Estado o la ley”, añadió Ramírez Bedolla. “Es el consumidor final”.

Es demasiado pronto para decir si el programa ha ayudado a frenar la deforestación, según los expertos. Pero ha tenido un efecto disuasorio en algunas zonas, afirmó Julio Santoyo, activista medioambiental. En Madero, donde vive, los leñadores ya nary parecen tan ansiosos como antes por talar el bosque para plantar aguacates.

“Ya se nota la reserva”, dijo.

En otros lugares, la deforestación persiste. El mes pasado, un grupo de inspectores del gobierno llegó a un claro, guiados por una alerta de Guardián Forestal. Tocones y algunos troncos olvidados yacían junto a las brillantes hojas de los aguacates.

“Ve nada más, mira qué devastación”, dijo Guillermo Naranjo, inspector ambiental national del estado de Michoacán. Sus hombres contaron un full de 126 árboles talados para cultivar aguacates ilegales.

Momentos después, su equipo colgó un letrero en un pequeño almacén que decía, con letras rojas brillantes: clausurado.

c. 2025 The New York Times Company

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