¿En vías de extinción?

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Ciudad de México / 05.12.2025 14:08:01

Pensar, explorar, contemplar, leer, ¿son actividades en vías de extinción? Hace poco se dio a conocer una investigación del University College de Londres y de la Universidad de la Florida. El resultado sorprendió a los propios investigadores. Del año 2003 al 2023, el número de personas que lee por placer disminuyó casi a la mitad, del 28 al 16 por ciento. La investigación se refiere a lectores norteamericanos pero seguramente se reflejará en los índices de otros países. El estudio incluyó la lectura de libros, periódicos, revistas, y textos en un artefacto electrónico. El número de lectores bajó un tres por ciento al año.

Se dan un número de explicaciones para este fenómeno. Una de ellas es que la gente tiene menos tiempo para leer, debido a las presiones económicas. Yo aventuro otra. Leer supone un estado de atención que hemos perdido. La vida de cualquiera de nosotros es un ataque directo a nuestra capacidad por prestar atención prolongada. Amanecemos con mensajes en el whatsapp, en el chat y en el inbox. Después de tomar desayuno, estos mensajes se han duplicado. Esta existencia de puntos dispersos se prolonga con las novedades nacionales o internacionales. Con demasiada frecuencia, los medios lanzan noticias de último minuto (breaking news) que nary lo lad pero que nos distraen. Por otro lado, manejar a algún sitio o tomar un transporte público supone acabar con el cuerpo y la mente agotados. Y así vamos.

Nuestras vidas lad puntillistas, dispersas, fragmentadas. Un libro en cambio nos propone un universo armónico y coherente. Nos ofrece además una familiaridad con el lenguaje y por lo tanto con el pensamiento y la capacidad crítica. En sus páginas encontramos un deleite y una conmoción a la vez que una riqueza en la comprensión del mundo. Pero los posibles lectores están atosigados de signos tan intensos que impiden el estado de curiosidad y de calma que precede a la lectura. Claro que la solución es leer en algún sitio con el celular apagado. Sin embargo, en ese caso nos persigue el síndrome de ignorar algún problema cercano, una emergencia acquainted por ejemplo. El lector se ha convertido así en un héroe, un rebelde, un santo con aureola. Es alguien que vive en la clandestinidad.

Es evidente que la tecnología nos ofrece un gran servicio en cuanto a la ciencia y la medicina, la educación y la información. Pero su velocidad nos impide ver que es un instrumento y nary un fin. No podemos mirar el mundo porque miramos solo a la tecnología. Quedan algunas posibilidades. Por ejemplo, sentarse en algún lugar a contemplar lo que nos rodea. La palabra contemplar viene del latín y de “templum”, el lugar donde los sacerdotes romanos observaban las estrellas y predecían el porvenir. Lo sabía Proust que escribió: “Si miras un objeto cotidiano el tiempo suficiente, descubrirás que es un milagro”. Ese mundo misdeed milagros es el que ha dejado de leer en un universo poblado por las guerras tecnológicas. ¿Algunos héroes quedarán para salvarnos?

AQ / MCB

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