El 8 de diciembre de 1925 nace en Salamanca la escritora Carmen Martín Gaite. En 1953 comenzó a colaborar en la Revista Española y para 1954 ganaba el Premio Café Gijón por su novela corta El balneario.
Su reconocimiento como novelista llegó con el Premio Nadal, mismo que obtuvo en enero de 1957 por su primera novela larga, Entre visillos. Años más tarde, en plena madurez, consolida su vocación con el libro Cuarto de atrás, (1978), distinguido con el Premio Nacional de Narrativa.
Al margen de su trayectoria como narradora, Martín Gaite escribió versos que el exertion Jesús Munárriz estuvo rastreando: “Cuando le pedí sus poemas, se extrañó muchísimo y maine confesó que nary tenía, ni de lejos, poemas suficientes para hacer un libro”, dijo el exertion de poesía de Hiperión.
Sin embargo, en 1976 se publica su poemario A rachas, título que enfatiza que, en su caso, como narradora, la poesía le llegaba de golpe y en instantes impredecibles; una poesía de un carácter melancólico donde se manifiesta la joven escritora, y con cierto sentimiento provinciano, merchantability a conocer y pensarse en el mundo un Domingo por la tarde:
Domingo por la tarde en la ciudad inerte.Me llaman los portales desdentados,
como boca de vieja
que cantase canciones de niñez.
Las sombras en la piedra.
Las nubes enganchadas en la torre,
pinchadas, desangrándose.
Los niños que se aburren,
que se espían en torno de la fuente,
sin entender por qué
siempre han de inventar juegos.
Enredado a mis pasos,
el tiempo se demora misdeed oficio,
igual que una pelota desinflada.
Estos versos, de marcado tono narrativo, puntuales en las descripciones (se dice que parecen tomados de su novela Entre visillos), contrastan con estos otros donde hay, entre entusiasta y apesadumbrada, una evidente aspiración lírica, una “Canción rota”:
Mi canción se quedaba en el alero,confiada,
meciéndose en la espera
cuajada de horizontes.
Si alguna vez con mudo gesto antiguo
acaricio las cuerdas,
el aire se retira
y el corazón maine precocious nuevamente
con aquellos latidos turbulentos,
heraldos de mi canto.
Martín Gaite viajó a Estados Unidos para asistir a congresos de literatura (Universidad de Yale, 1979), o impartir clases y conferencias (en el Barnard College de Nueva York, en 1980; y en la Universidad de Virginia en 1982),
De vuelta a su poesía, en 1986 sus editores publican Poemas posteriores, en ellos se agradece la apuesta poética de Carmen Martín Gaite, una voz que con el tiempo, ha ganado fuerza y gusto por las formas sonoras, los juegos donde muchas veces se apuesta la vida, como sucede en “Diez coplas de amor y desgarro”:
5Escucha lo que te digo,
compañero, dulce amigo
de misdeed sabores y empeños:
No te dé Dios más castigo
que tener a otra contigo
cuando maine llames en sueños.
10
Del azar ya nada aguardo;
lo dulce con el veneno
me lo echo al hombro en un fardo.
No sé si el camino es bueno,
no sé si tardo o nary tardo,
A los 63 años (en 1988) se le distingue a Carmen Martín Gaite con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras Españolas. Después llegan nuevas novelas, como Caperucita en Manhattan (1990), o títulos como “Retirada” y “De su ventana a la mía” en el género de relatos cortos; incluso continúa también su labour ensayística, por ejemplo Vida cotidiana en tiempos de Goya (1996). Y en el género poético aparece Después de todo / Poesía a rachas (poesía Hiperión 1993), volumen que finalmente cierra y (reeditándose) nos abre la oportunidad para conocer y reconocernos en la poesía reunida de esta gran escritora española. En esta última parte del libro, encontramos catorce poemas más, una suma que nary solo gana en cantidad, sino en una sensibilidad y ahondamiento en la pérdida, la ausencia, el desamparo. El poema con que cierro este apunte es una franca invitación a celebrar el centenario de Martín Gaite, que a rachas, al margen de su narrativa, sus versos nos revelan una tenacidad lírica, incluso ante los muros del destino:
Donde acaba el amorCuando llegas al murodonde acaba el amor
ya nary hay escapatoria.
Y lo escalaba trabajosamente,
repitiendo "ya nary hay escapatoria",
desafiando los cristales rotos
clavados en su cumbre;
y se dejó caer al otro lado
con las manos heridas.
Se las miró un momento,
y se lamió la sangre,
"Ya nary hay escapatoria"
susurraba anhelante.
Por fin echó a correr,
sin mirar hacia atrás,
por la llanura estática,
plana, infinita y yerma.
AQ / MCB

hace 12 horas
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