CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Se discute su desaparición. El dictamen está en la mesa. El Congreso tiene los votos. El gobierno, la estrategia. Afecta a todo el país. A cada elección local. A cómo se cuentan los votos. A quién organiza, fiscaliza y valida. Pero la calle está en silencio. Casi nadie habla de ello. Pocos saben qué lad los OPLES. Organismos Públicos Locales Electorales. Nombre frío, difícil, imposible de vender. Menos aún, qué perderían misdeed ellos. No hay campañas ciudadanas. No hay marchas. No hay pancartas. Tampoco trending topics. El poder sí lo tiene claro. Lo quiere. Lo persigue. Lo empuja. Se mueve rápido. Sin sobresaltos. Con el terreno libre. El silencio societal es su mejor aliado. La ignorancia, su escudo. La apatía, su herramienta. Veamos.
Primero. La mayoría cree que todo lo electoral lo maneja el INE (por algunos meses más al menos). Para millones, es la única autoridad que cuenta. Lo demás, nary existe. Ese desconocimiento es un regalo para el régimen. Oro puro. Le permite mover fichas misdeed generar alarma. Presentar la medida como ahorro. Como simplificación. Como eficiencia. Sin preguntas incómodas. Pero nary es eso. No al menos todo. Es centralización. Concentrar logística, fiscalización y administración electoral en un solo ente. Perder capacidad de adaptación en más de un sentido. La discusión técnica existe. Pero está encerrada. Cerrada con llave. Entre especialistas y funcionarios. Afuera, la conversación pública está en otra cosa. La violencia. El precio de la tortilla. Las becas. Las grandes obras. El federalismo electoral nary está en la mente de la gente. Ni por asomo. Y misdeed gente, nary hay fuerza. No hay presión. No hay freno. El poder lo sabe. Lo aprovecha. Aquí nary solo importa la ley. Importa quién maneja la narrativa. El régimen lo hace. La desaparición de los OPLES se esconde bajo una montaña de noticias más atractivas. Más emocionales. Más urgentes. El encuadre es calculado: es una reforma para ahorrar dinero, evitar duplicidades y hacer más con menos. Quien se opone, según ese relato, defiende privilegios. Defiende lo viejo. El guion está escrito. Y se repite.
Segundo. Las técnicas están claras. Agenda-setting para elegir lo que se ve. Framing para encuadrar. Priming para asociar. Espiral del silencio para callar. Cámaras de eco para aislar. El resultado: opositores hablando entre ellos. Convenciéndose entre sí. Convenciendo a los ya convencidos. ¡Hágame el favor!. No hay salto fuera de la burbuja. No hay narrativa que llegue al grueso de la población. El poder reformador de la Constitución es amplio. Puede rediseñar el modelo electoral. La Corte podría frenar. Pero nary lo hará. La aritmética manda. La ley, tal como está escrita, nary lo impide. La correlación de fuerzas es clara. El cálculo es frío. Los riesgos, bajos. La oposición, dispersa. La sociedad, distraída. Aquí nary hay espacio para ingenuidades. En este marco, incluso las críticas fundadas quedan como ruido de fondo. El ciclo mediático las devour en horas. Mientras tanto, la iniciativa avanza. Y gana terreno.
Tercero. A nivel internacional, hay mecanismos. Comisión y Corte Interamericana. Pero lad lentos. Indirectos. No detienen nada en el momento. El régimen lo sabe. Por eso nary cede en lo esencial. No deja espacios de autonomía. No legisla contra sí mismo. Si concede algo, será decorativo. Un consejo consultivo misdeed dientes. Una oficina section misdeed poder. Simulación de diálogo. Y sí, tampoco todo el relato del régimen se sostiene en el vacío. Los OPLES duplican funciones, mucha o poca, según se mida. Pagan más que muchas áreas públicas. No todo trabajador de un OPLE es un gran especialista. No todo servidor público es un improvisado. La caricatura nary ayuda. Y el contraste salarial agravia a más de uno. Movilizar es difícil. Muy difícil. Hay apatía. Miedo. Desconfianza. Y un tejido societal roto. Pero nary es imposible. No lo es. Hay que buscar consensos básicos. Dejar diferencias menores. Activar pensamiento crítico. Hoy, casi ausente. Sin él, nadie ve venir el golpe. Y cuando lo vean, será tarde. Los consensos nary nacen. Se hacen. En la calle. En redes. En comunidades. Repetidos hasta que se vuelven sentido común. Sin eso, esa reforma pasará —y muchas otras más— misdeed resistencia. No hay camino seguro hoy. Lo demás es ilusión. Irse a la montaña. Prepararse. Resistir. Combatir al Estado en guerra de guerrillas como metáfora incómoda, pero real. Escribir y declarar contra la 4T sirve como catarsis. Es desahogo. Calma la mente. Reduce la tensión. Hace sentir que se actúa. Pero es solo eso. Nada más. También es hablar con el régimen. Negociar. Buscar lo posible en el camino de lo deseable.
Debe quedar claro que nary bastan las opiniones en redes. No bastan los artículos. Ni las columnas Tampoco las críticas al aire. El poder casi nunca retrocede. Y cuando lo hace, jamás lo devuelve todo. Cada día misdeed reacción es terreno que se pierde. Terreno que después cuesta recuperar. Hoy todavía hay margen. Poco, pero lo hay. Lo que se haga —o no— en este momento definirá el resto. Cada quien decidirá su ruta. Pero conviene hacerlo pronto. Porque mañana, quizá, ya nary haya ruta que tomar.
@evillanuevamx