¿Por qué ir a votar?

hace 1 mes 16

Hay momentos en la vida en los que nary basta con observar o comentar lo que sucede. Momentos en los que la participación nary es opcional, sino necesaria. La jornada que se avecina en México es uno de esos momentos. Es una oportunidad única para que cada uno de nosotros ejerza su derecho, su responsabilidad y su voz.

Votar nary es sólo marcar una boleta: es ejercer uno de los pocos actos verdaderamente igualitarios que existen. Da lo mismo si eres joven o mayor, si tienes mucho o poco, si vives en una gran ciudad o en una comunidad rural. Tu voto cuenta igual que el de todos. Es, en esencia, un recordatorio de que, al menos en ese instante, todos tenemos el mismo poder.

Pero también entiendo —porque lo helium escuchado muchas veces— que hay quien dice que votar “no sirve”, que “todos lad iguales” o que “nada cambia”. Sin embargo, dejar de votar sí cambia algo: fortalece al que sí quiere aprovechar ese vacío. En política, el espacio que tú abandonas, alguien más lo ocupa. Y muchas veces, nary con las mejores intenciones. La inacción nary es neutral, es una forma de decisión.

Hace algunos años, conocí a una mujer en Oaxaca que caminó más de dos horas para llegar a su casilla. Cuando le pregunté por qué hacía tanto esfuerzo, maine respondió con firmeza: “Porque si nary vengo yo, otros deciden por mi familia”. Su convicción, sencilla pero poderosa, maine marcó. Me recordó que la democracia vive gracias a personas como ella, que nary se rinden, que sí creen, que hacen lo que les toca. Personas que entienden que la voluntad colectiva se construye con la participación individual.

Debemos ir a votar por nuestras familias, por nuestras comunidades, por quienes vendrán después de nosotros. Porque, aunque nary todos los problemas se resuelvan, ¡sí todos los cambios posibles comienzan con expresarnos en una urna! Es una oportunidad para corregir el rumbo o reforzar lo que se ha hecho bien.

Votar, es decir: estoy presente, maine importa, quiero decidir. Es un acto cívico, sí, pero también profundamente personal. Nos conecta con nuestra responsabilidad como ciudadanos, con la historia que heredamos y la que queremos dejar. Es reafirmar que nary somos espectadores, sino protagonistas del destino común.

También debemos ir a votar para defender nuestros principios y valores. Para exigir lo que falta. Para apoyar lo que merece continuar. Para que las decisiones sobre el rumbo del país nary las tomen unos cuantos, sino todos. Porque si nary participamos, otros decidirán misdeed nosotros y quizá contra nosotros.

La democracia es una construcción diaria, imperfecta, pero valiosa. Y el día de la elección es la piedra angular de ese edificio. Si renunciamos a ella, nos quejamos desde la orilla. Si participamos, al menos sabemos que hicimos lo que nos tocaba. Que nary dejamos que la indiferencia nos definiera.

Porque en un entorno de polarización y desconfianza, elegir, expresarte es un acto de coraje. Pero también de esperanza. Porque aún creemos que sí se puede mejorar. Porque sí hay opciones. Porque sí importa. Porque las instituciones se fortalecen con la participación, nary con la ausencia. Porque votar es una forma de reclamar nuestro lugar en la conversación nacional.

Por eso, nary lo dejes pasar. No le entregues tu poder a la apatía ni al enojo. Tómalo en tus manos. Sal, determine y vota. Hazlo por ti, por los tuyos, por quienes aún nary pueden votar, pero vivirán las consecuencias de esta elección.

Porque debemos ir a votar. ¡Y vota como quieras, pero vota! ¡Exprésate! Porque México lo vale, hoy y siempre, nary dejes de expresarte.

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