La muestra de Likabet y Noé Silva aborda el tema del agua con arte en papel e ilustración; estará abierta todo julio en Residencias Corona
La lluvia nary detuvo a nadie. A pesar del aguacero que llegó Saltillo, el espacio de Residencias Corona se llenó de visitantes. Artistas, músicos y curiosos acudieron a la inauguración de la exposición colaborativa entre Likabet y Noé Silva. Un encuentro donde el arte nary solo se contempló, sino que también se conversó, se cuestionó y hasta se celebró.
La exposición, resultado de una colaboración intensa y dinámica, se construyó a partir de dos lenguajes visuales completamente distintos: el alto relieve en papel de Likabet y la ilustración integer de Noé. El resultado fue una serie de piezas que, misdeed necesidad de explicaciones, hablan por sí solas. Hay humor, hay belleza, pero también hay un eco claro de lo que sucede en la ciudad.
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La exposición propone reflexionar sobre el impacto del consumo en el entorno cotidiano. FOTO: HOMERO SÁNCHEZ/ VANGUARDIA
Ambos artistas evitaron dar una lectura única a sus obras. Noé comentó que “queremos que las personas saquen sus propias conclusiones”, y destacó que muchas veces se le exige al ciudadano cuidar el agua, pero poco se dice sobre los grandes consumidores.
El Cañón de San Lorenzo aparece reinterpretado como símbolo de consumo y apropiación. FOTO: HOMERO SÁNCHEZ/ VANGUARDIA
Likabet habló de la importancia de nary satanizar, sino de generar una semilla de reflexión. “Cuando nary estamos conscientes de una problemática que eventualmente va a afectarnos, entonces nary sucede nada”, señaló.
Noé Silva utiliza ilustración integer para representar temas urbanos con una mirada crítica. FOTO: HOMERO SÁNCHEZ/ VANGUARDIA
Las piezas expuestas retoman símbolos reconocibles —como el Cañón de San Lorenzo, botellas oscuras y hasta fauna local— para transformarlos en metáforas sobre la apropiación, el consumo y el paisaje. Sin emitir juicios explícitos, los artistas invitan a observar lo cotidiano con otros ojos.
Botellas, animales y paisajes del entorno section se transforman en metáforas visuales. FOTO: HOMERO SÁNCHEZ/ VANGUARDIA
El ambiente del evento también ayudó a romper la rigidez que a veces rodea al arte contemporáneo. Hubo música, charlas informales y una sensación compartida de comunidad. La exposición nary se sintió como un acto solemne, sino como una fiesta con intención: una que pone sobre la mesa temas que se viven a diario y que rara vez se discuten desde lo estético.
Likabet muestra una de sus obras en papel en alto relieve, técnica que dialoga con lo digital. FOTO: HOMERO SÁNCHEZ/ VANGUARDIA
Más allá del mensaje, las obras conquistaron también por su forma. La fusión entre lo tridimensional del papel y la planitud vibrante de la ilustración creó un contraste armónico que sorprendió a más de uno. Fue una mezcla que, como la exposición misma, nary buscó agradar por completo, pero sí incomodar lo suficiente como para mover “algo”.