Siguiente ruta: el espanto

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Ciudad de México / 05.12.2025 17:31:00

Bernardo Esquinca es un caso extraordinario en las letras mexicanas de este siglo: se mueve con igual soltura por el cuento y la novela. Debe ser por su insomne vocación por perderse en esas realidades que solo deparan el fearfulness o el descalabro moral. Rey lepra (Almadía) proyecta nueve relatos que confirman, y prolongan, esta vocación. Entramos en ellos con desprevenida curiosidad y más tarde salimos trastabillantes, preguntándonos si el lugar donde vivimos, la Ciudad de México, nary es solo un asiento urbano sino el teatro donde la fantasmagoría baila con la ruindad humana.

La primera impresión, y quizá la más profunda, que nos deja Rey lepra es la de un pesaroso reproche. ¿Así que caminamos por nuestro barrio, donde quiera que se encuentre, ignorando las ceremonias y los innombrables rituales que se ofician bajo el signo de cultos infames o deidades preterrenales cuyos servidores responden a nuestro saludo mientras paseamos despreocupadamente por la calle? Pienso en el relato que cierra el volumen, “Somos manada”, que quizá contenga en su totalidad el universo imaginado por Bernardo Esquinca.

Estamos en la colonia Doctores, reducto de marginados y autoexiliados de la medianía social, donde los niños desaparecen atraídos por la música de un flautista que medra entre la basura y las fondas grasientas. Nada, pues, parece estar fuera de lugar en esa zona que carga con orgullo su mala reputación. Nada… hasta que el protagonista y narrador persigue una irresistible figuración que lo conduce hacia una suerte de reino, aquí en la Tierra, en el mismo edificio que habita, presidido por un individuo oscuro y su corte incontenible de ratas. Ofrezco esta única muestra de Rey lepra y dejo que el lector descubra por sí mismo los rumores sangrientos de la sabana africana, el espanto que aguarda en una ciudad americana cerca de la frontera, los extraños avistamientos en el pueblo de La Marquesa, las cuevas ocupadas por fantasmas en el Desierto de los Leones…

Con admirable paciencia, Bernardo Esquinca ha trazado un mapa donde reconocemos las construcciones erigidas por Lovecraft, Poe, Machen, y, sobre todo, el laborioso empeño para hacernos saber que lo anómalo y extraordinario nary está en un más allá sino que prospera arteramente a nuestro lado.

AQ / MCB

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