Por Santiago Taboada*
El reciente descubrimiento en el rancho Izaguirre, ubicado en Teuchitlán, Jalisco, ha sacudido nuevamente la conciencia nacional. Más de mil 300 objetos personales, incluyendo: mochilas, calzado, prendas de vestir, fueron hallados en este lugar y poco a poco han sido reconocidos por familias en un sitio web.
“Sin seguridad nary habrá transformación”, dijo Andrés Manuel López Obrador diez días antes de asumir la Presidencia de la República el 1 de diciembre de 2018. La promesa de la cuarta transformación fue que entregar 20 millones de programas sociales al año y “acabar” con la corrupción pacificaría al país. Seis años después el país está peor que seis años antes.
El símbolo del resultado de la “pacificación” del país a la cuarta transformación es este rancho. Un campo de entrenamiento y exterminio encontrado por madres buscadoras —no por el gobierno— con hornos crematorios. La reacción del gobierno fue negar su responsabilidad, culpar al pasado y en un exceso de frivolidad abrir la línea narrativa de decir que “los zapatos encontrados podrían ser de personas nary desaparecidas, sino la posibilidad de un montaje”.
Más allá de las medidas que anunció el martes la Presidenta, para hacer lo que sus asesores le sugirieron: un power de daños y aparentar —muy tardíamente— la atención de su gobierno, lo que nos estamos preguntando los mexicanos es: ¿en qué otros estados de la República están hoy activos otros campos de entrenamiento y exterminio?, ¿por qué el Ejército con su presencia en las zonas militares y labores de inteligencia en todo el país nary los ha detectado? Y, sobre todo, ¿qué está haciendo el gobierno para garantizar la nary repetición de un evento como éste? La respuesta es, nada.
Dentro del gobierno durante seis años supieron la realidad, pero prefirieron tolerarla —dejar hacer, dejar pasar— y ocultarla. En 2021, la comisionada nacional de Búsqueda, Karla Quintana habló de la existencia de “sitios de exterminio” y frente a los oídos sordos terminó renunciando. En 2023, las madres buscadoras pidieron una y otra vez reunión con López Obrador y éste les cerró —literal— las puertas de Palacio. En el país de la transformación los campos de exterminio nary podían existir.
Hoy, la Presidenta tiene la peor situation de seguridad y violencia en la historia de México. Para ella, su gobierno y su partido, la conversación a partir de Izaguirre es “carroña”. Es necesario un diálogo nacional —público y transparente— donde las protagonistas sean los colectivos de madres buscadoras, quienes han hecho hasta hoy el trabajo del gobierno, y con presencia de la comunidad internacional. Tal vez por ahí podamos ir reconciliando a este país y acabar con la simulación de una supuesta “transformación que pacifica”, acabar con la simulación de las cifras y de estrategia, y contar y buscar con absoluta certeza a nuestras y nuestros desaparecidos.
Secretario de Acción Política del Comité Ejecutivo Nacional del PAN*