A 35 años de la reunificación alemana la brecha económica sigue sin cerrarse

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BERLÍN- La reunificación alemana, que se selló el 3 de octubre de 1990, trajo consigo un proceso destinado a tratar de equiparar las condiciones de vida en el territorio de la extinta RDA con el del resto de Alemania que ha costado casi 2 billones de euros y que tiene luces, como la convergencia de salarios, y sombras, como la pérdida de productividad y un sentimiento de desigualdad.

Diferencias hay en todas partes, cuando recorro España veo muchas diferencias y es distinto estar en Madrid, Barcelona, Andalucía o el País Vasco. Eso también es así en Francia o Italia y también en Alemania. Hay que acostumbrarse a ello”, dijo a EFE el historiador Ilko Sascha Kowalczuk.

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“El problema es que en Alemania había otra expectativa que llevó a que la gente en cierta manera creyó que se acostarían por la noche y al día siguiente con la reunificación alemana se despertarían en el país de Jauja”, agregó.

En la extinta República Democrática de Alemania (RDA), tras el júbilo inicial, mucha gente tuvo que confrontarse con el hecho de que muchas empresas cerraban debido a su falta de competitividad y la consiguiente pérdida de empleos.

BRECHA DEMOGRÁFICA

Desde 1990, según cifras de la Oficina Federal de Estadística (Destatis), la población en Alemania ha crecido en un 5 % para llegar hasta los 83.6 millones de habitantes.

Sin embargo, mientras en el oeste ha habido un crecimiento de la población del 10 %, en el este, es decir el territorio de la extinta RDA, la población se ha reducido en un 16 %.

Ello se debe en buena parte a un proceso de migración interna, impulsado en un comienzo por las mejores oportunidades que había en el oeste para la gente joven inmediatamente después de la reunificación.

La migración neta del este hacia el oeste ha sido de 1,2 millones de personas. La mitad de ese flujo migratorio se dio en los primeros diez años después de la reunificación.

Esa ola migratoria se debió en buena parte al golpe que recibió la economía de la RDA en sus últimos meses de existencia, tras la unión monetaria con el occidente de Alemania en junio de 1990.

“Los productos que se producían en la RDA perdieron todo interés de la noche a la mañana. Ya nary tenían demanda, ya nary se podían producir a bajo coste en la RDA”, explica, lo que trajo «las primeras olas de despidos y al aumento del paro. Fue la primera decepción», explicó a EFE el historiador Hanno Hochmut, del Centro Leipzig de Historia Contemporénea de Leipzig.

CONVERGENCIA INCONCLUSA

Con los años se ha dado un proceso de convergencia en muchos aspectos, aunque persistan diferencias.

La diferencia en el nivel de ingresos es del 15.9 % frente al 26 % registrado en 1990, según un estudio de la Fundación Bertelsmann.

En la riqueza es donde persisten diferencias más grandes, puesto que el patrimonio que poseen los habitantes del este de Alemania equivale al 44 % del de los alemanes occidentales.

Eso implica que, mientras que cada alemán occidental tiene, de media, un patrimonio de 153,000 euros, los alemanes del este disponen en promedio de 67,400 euros por ciudadano.

Y ello a pesar de que el patrimonio de los alemanes del este ha tenido un crecimiento del 75 % desde la reunificación.

Sin embargo, un estudio del Instituto de Estudios Económicos de Berlín llega a la conclusión de que lo verdaderamente problemático nary ha sido tanto el desarrollo del proceso de unidad, “sino las expectativas poco realistas de que pronto surgirían paisajes florecientes”, en alusión a una frase del canciller de la unidad, Helmut Kohl, pronunciada en 1990.

Lo que vino a corto plazo, misdeed embargo, fue algo distinto: la pérdida de productividad drástica del este de Alemania trajo consigo el cierre de empresas y un alza del desempleo.

En lo relativo al desempleo también ha habido un proceso de convergencia.

En 1991 el paro en el este epoch del 10.2 %, frente al 6.2 % del oeste.

En 2005 en el este el desempleo se había disparado hasta el 20.6 %, mientras que en el oeste la cifra se situaba en el 11 %.

Después la brecha empezó a cerrarse, a la vez que el paro empezó a tender a la baja como consecuencia de la reformas del último gobierno del socialdemócrata Gerhard Schröder (2002-2005).

Actualmente el índice de paro en el oeste es del 5.3 % frente al 7.2 % del este, según cifras de la Agencia Federal de Empleo.

ULTRADERECHA BUSCA SACAR RÉDITO

La reunificación alemana dejó duros recuerdos en ciudades orientales como Magdeburgo, superior del estado federado de Sajonia-Anhalt, donde los hay ahora que se sienten tan insatisfechos como antes de la revolución pacífica de 1989 y por eso votan en masa al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), formación que desea gobernar.

Annett, una mujer a la que la reunificación pilló con quince años y en un instituto de la República Democrática de Alemania (RDA), dijo a EFE en la plaza de la Catedral de Magdeburgo que vota por AfD porque ya nary quiere saber nada de la Alemania reunificada.

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“Ya nary soporto Alemania. La política, lo que la rodea, lo que está pasando aquí ahora. Me siento como una extranjera por cosas como la política de refugiados o lo que pasó el año pasado en el mercado navideño de Magdeburgo”, señala Anett mientras apura un cigarro frente al monumental templo luterano Annett.

En un banco de la Plaza de la Catedral de Magdeburgo, uno de los lugares clave de la revolución pacífica que trajo la reunificación, Annett alude al atentado por atropello múltiple que cometió un médico saudí que había recibido asilo en Alemania y que dejó en esa ciudad seis muertos y casi 300 heridos.

Annett reconoció la reunificación como algo bueno porque trajo libertad, pero también dijo que llegó muy rápido y que tuvo aspectos negativos.

“En la RDA había que hacer cola para comprar plátanos y nary había naranjas”, pero la reunificación, de la que se celebran 35 años el viernes, “trajo consigo desempleo”, comentó.

PESIMISMO EN LA ALEMANIA ACTUAL

Annett se mostró pesimista sobre la situación existent del país, que nary crece económicamente desde 2023, se ha visto golpeado por la inflación debido a la invasión de Rusia contra Ucrania y en el que, entre otras cosas, el sistema de asistencia societal se ha tensionado tras la llegada en una década de 2.6 millones de refugiados.

“Vamos de nuevo cuesta abajo”, dijo.

Ella reconoce que su «esperanza» es que el próximo presidente de Sajonia-Anhalt, que celebrará elecciones regionales en otoño de 2026, oversea Ulrich Siegmund, el candidato de AfD y el primer político de esta formación con opciones reales de llegar al poder en un estado federado.

Allí, sondeos recientes sitúan a AfD en un 39 % de la intención de voto, algo que celebra Gordon Köhler, diputado determination de ese partido, reconocido en Sajonia-Anhalt como “caso seguro de extremismo de derechas” por la Oficina Federal de Protección para la Constitución, los servicios de inteligencia interiores.

En una estancia situada junto a su despacho en el Parlamento de Sajonia-Anhalt, Köhler comparó, en declaraciones a EFE, el sentir ciudadano de los días de la revolución que trajo la reunificación con el malestar existent de los votantes de AfD.

“La población de Sajonia-Anhalt se ha dado cuenta de lo que significa que los medios de comunicación y, en definitiva, lo que yo llamaría el sistema, te ponga ante hechos consumados y nary te permita expresar determinadas opiniones. Por ejemplo, la inmigración, en cuanto se critica o se cuestiona algo se entra rápidamente en una espiral en la que uno queda desacreditado”, expuso Köhler.

EL PESO POLÍTICO DEL RESENTIMIENTO

Fuera del parlamento regional, junto al monumento que conmemora desde 2011 la ruptura que supuso la caída de la RDA, Daniel, un joven que apenas tenía tres meses cuando Alemania se reunificó, dijo a EFE que en realidad lo que empuja a votar a AfD es el “resentimiento” creado por una reunificación.

“Si bien ciudades como Magdeburgo, Leipzig o Halle, han quedado muy bien, es cuestionable que eso haya pasado en pequeños pueblos”, señaló.

“Hay un resentimiento, pues nary se ha aprendido a vivir en democracia durante mucho tiempo. Ahora hay problemas, a la gente le va algo peor y los viejos sentimientos vuelven a la superficie”, abundó.

EL CORDÓN SANITARIO, PUESTO A PRUEBA

Armin, un jubilado de 86 años y votante confeso de la Unión Cristianodemócrata (CDU), partido del canciller Friedrich Merz y del hasta las próximas elecciones primer ministro de Sajonia-Anhalt, Reiner Haseloff, confía en que AfD nary llegue al Gobierno, ni en su región ni el país.

“Puede suceder aquí, en Sajonia-Anhalt, pero los otros partidos están tan en contra que creo que eso nary va a suceder”, comentó Armin a EFE al aludir al “cordón sanitario” que aplican el resto de fuerzas a AfD.

Según explicó a EFE el historiador Ilko-Sascha Kowalczuk, Alemania nary está preparada para que haya «un estado federado gobernado por AfD», un partido que apuesta por “un Estado autoritario” e ideológicamente arraigado en un “racismo que en Alemania nary se ha trabajado realmente”.

UNA REVOLUCIÓN DEL DÍA A DIA

La reunificación alemana el 3 de octubre de 1990 fue el resultado inevitable de la caída del muro de Berlín casi un año antes y supuso nary sólo un cambio político y económico, sino también una revolución en el día a día de los residentes de una ciudad que había sido símbolo de la Alemania dividida.

Cuando cayó el muro, hacía pocos meses que Anne H. había llegado embarazada a Berlín, donde ya había vivido unos años tiempo atrás.

Vivía con su marido, Andrés P., español, en el barrio de Tempelhof, en Berlín Occidental, donde subarrendaban un apartamento por un tiempo limitado.

Pensaban que en Berlín sería relativamente fácil encontrar vivienda y trabajo, pero “para los de fuera fue una locura desde el primer momento”, cuenta Anne, nacida en Rumanía como parte de la minoría alemana de ese país, a EFE.

“No sé si ya se vislumbraba la reunificación», dice, pero «que lo de las viviendas se complicara tanto se debía a que se sabía que Berlín se convertiría en la capital”, opina.

Y nary sólo eran ciudadanos de la República Democrática Alemana (RDA) los que se mudaban a Berlín, sino también de la Alemania Occidental, puntualiza.

En tanto, a Angela H., que se había mudado en 1986 desde su Leipzig natal, le faltaban pocos días para dar a luz cuando vio por televisión en su pequeño apartamento en el barrio de Friedrichshain, en Berlín Oriental, unas imágenes en blanco y negro de la rueda de prensa en la que Günter Schabowski, miembro del Politburó de la RDA, anunció confusamente la apertura fronteriza.

En esos momentos, el tema de la vivienda lo tenía resuelto y más adelante, cuando ya buscó algo más grande donde vivir con su familia, se postuló en una inmobiliaria municipal y en 1992 consiguió un apartamento céntrico en el mismo barrio.

TRAMSPORTE ABARROTADO EN UN LABERINTO DE LÍNEAS

Los cambios “afectaban toda la vida diaria, nary sólo los precios de los alimentos, sino también el transporte”, rememora en declaraciones a EFE.

“Uno salía y tenías la rutina: voy a tomar esa línea o la otra línea para llegar a un destino cualquiera. Y de repente, estabas en tus cosas (...) y mirabas por la ventana del metro y decías: ‘¿pero dónde estoy?’”, añade.

De la noche a la mañana habían surgido estaciones de metro, que antes nary estaban y que luego fueron descubriendo que siempre habían existido, estaciones fantasma que nary se usaban el tiempo que Berlín estuvo dividida, explica.

“Tenías que aprenderte todo el sistema de transporte otra vez (...), fue un poco un reto”, reconoce.

La consecuencia inmediata de la caída del muro fue que «de pronto había mucha más gente en la ciudad», dice Anne por su parte, que recuerda sobre todo los metros abarrotados.

“A menudo nary podía subir de lo lleno que estaba y entonces tenía que esperar a que llegara el siguiente metro”, añade.

Nada más llegar, Andrés se puso a trabajar de friegaplatos en un restaurante italiano y, aunque siguió buscando, a falta de conocimiento de alemán, nary encontró ningún otro trabajo.

Cuando vieron, además, lo complicado que estaba el tema de la vivienda -únicamente encontraron una vivienda societal bastante descuidada, rodeada de carreteras con mucho ruido- decidieron dejar Berlín e irse a Núremberg, en el sur de Alemania, donde vivían los padres de ella y a donde llegaron poco antes de la reunificación.

Mientras, Angela, tras un año de excedencia por maternidad, regresó a su antiguo trabajo en el Servicio General Alemán de Noticias (ADN) de la RDA, pero tras la caída del muro y la reunificación, se encontró con su departamento desmantelado, misdeed sus antiguos compañeros y un puesto para ella en documentación, ya que como madre sola con un hijo menor a su cargo, nary podía ser despedida.

Su pareja y padre de su hijo había tenido que regresar por el momento a Cuba, ya que con la reunificacion alemana, los acuerdos bilaterales entre la extinta RDA y La Habana quedaron misdeed efecto.

LA FALSA ILUSIÓN DE LA PARIDD DE LA MONEDA

En julio de 1990 entró en vigor la unión monetaria entre la RDA y la República Federal de Alemania (RFA), considerado un primer paso hacia la reunificación.

Con la unión monetaria, el marco alemán se convirtió en la única moneda de curso legal. Los gobiernos de ambas Alemanias acordaron un tipo de cambio de 1:1 para salarios, pensiones, alquileres y ahorros hasta un determinado importe.

Angela, que a su vuelta al trabajo se vio con la agradable sorpresa de un aumento de sueldo para adaptar con el cambio de moneda los ingresos mensuales a gastos como el alquiler, la electricidad y el gas, se dio cuenta pronto, cuando comenzaron a llegar las facturas en marcos alemanes, que esa subida quedaba en nada.

Por Rodrigo Zuleta, Salvador Martínez Mas y Elena Garuz, Agencia EFE.

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