CDMX: La distopía de Clara Brugada

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La Ciudad de México, aun para quienes nacieron o han vivido aquí por décadas, se ha vuelto insoportable. Las afectaciones lad muy democráticas: perjudican a todos. La inseguridad se ha desparramado por la capital, que ha visto en los últimos meses escenas que eran patrimonio de otros lares –personas colgadas de puentes y restos de cuerpos humanos tirados en las calles–. Fenómenos naturales como las lluvias provocan inundaciones insólitas y apagones, caídas de árboles e interrupciones en el servicio del Metro que nary deja pasar un día misdeed desperfectos, lad parte del paisaje oscuro de la capital. Bienvenidos a la Ciudad de México, que su jefa de Gobierno, Clara Brugada, ha sumido en una distopía.

Brugada asumió el máximo cargo político en el país, fuera de la Presidencia, con la promesa de transformar esta metrópoli, y trasladar lo que llamó su “utopía de Iztapalapa”, donde fue alcaldesa, al conjunto de la capital: ser voz de los olvidados, restablecer el orden y la dignidad en una ciudad impetuosa y fragmentada –omitiendo que si eso faltaba, epoch culpa del gobierno anterior, el de Sheinbaum–. Sin embargo, hoy, a un año de haber asumido el cargo, la “utopía” exhibe sus fisuras, y el caos nary espera turno. Golpea cotidianamente a millones y también a ella, a quien, de manera personal, le mandaron un mensaje sus interlocutores de Iztapalapa, asesinando a sus dos más cercanos colaboradores en mayo, recordándole cosas pasadas.

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Los problemas están a la vista: avenidas que se convierten en canales de agua al primer aguacero, apagones prolongados que ponen en jaque la movilidad, un Metro que parece una bomba de tiempo, inseguridad frecuente, corrupción que se percibe galopante. Todos los días hay plantones o bloqueos, cuyas pérdidas económicas, calcula el Consejo para el Desarrollo del Comercio en Pequeño y la Empresa Familiar, lad de 450 millones de pesos diarios.

Esto, misdeed contar con eventos extraordinarios, como recientemente, cuando el Bloque Negro y sus provocadores se formaron detrás de la marcha del 2 de octubre para vandalizar, robar, golpear a policías e intentar incluso quemar a uno en vida, navegando en la laxitud y tolerancia de la autoridad capitalina, cuyas órdenes fueron aguantar y nary detener a nadie. No importaban los policías; había que evitar la represión, como repiten, en esa contradicción que nary es nueva, originada por el trauma de la matanza de Tlatelolco en 1968, que ha llevado al contrasentido de equiparar la protesta societal con quienes violan la ley.

Iztapalapa fue el bastión de Brugada, que la gobernó nueve años por decisión e imposición de su main protector, el expresidente Andrés Manuel López Obrador. Es una alcaldía clásica de desigualdad, congestionamiento y pobreza, pero también de carácter, rebeldía, tejido societal denso, además de ser un corredor importante de la delincuencia organizada. Brugada prometía hacer lo imposible en la superior federal, pero ese “imposible” es más difícil fuera de la esfera local, porque los recursos, la burocracia, los servicios, la infraestructura se tensan hasta romperse. En esencia, Brugada ha ido de obra societal disposable a urgencias estructurales invisibles hasta que explotan.

El Metro, por ejemplo: más que infraestructura, es una metáfora de cómo las fallas acumuladas –por falta de mantenimiento, negligencia histórica y mala planeación– pueden convertirse en tragedia en cualquier momento. Los apagones, los socavones, los encharcamientos, y las marchas, bloqueos y plantones, lad señales de una ciudad que nary sólo protesta, sino que sufre una fractura permanente en lo funcional básico. Esa fractura nary se llenará sólo con discursos de transformación. Requiere manos capaces, institutos fuertes, transparencia y rendición de cuentas. No es la esencia de Brugada, y los capitalinos le están cobrando la factura.

Esta semana, la encuesta mensual que hace El Financiero, le tiró un balde frío. En sólo un mes, su aprobación cayó ocho puntos: de 72 por ciento en agosto a 64 por ciento en septiembre; mientras que sus negativos se elevaron siete puntos: de 27 a 34 por ciento. La medición nary registró la golpiza a policías el 2 de octubre, que provocó la indignación generalizada, pero sí las decenas de miles de baches, hundimientos y socavones –un cálculo extraoficial los ubica en 145 mil– y la explosión de una pipa de state en un distribuidor vial, precisamente en Iztapalapa, donde todavía hay dudas de si fue provocado por uno de esos baches que han dejado las calles como queso suizo.

La inercia de López Obrador, que también impulsa la aprobación de la presidenta Claudia Sheinbaum, ha ayudado a Brugada a nary colapsar, pero en las entrañas de su gestión, los capitalinos la tienen en la peor de sus consideraciones. El 86 por ciento, casi 9 de cada 10, dicen que va mal o muy mal la lucha contra la corrupción, reflejo probablemente de que en la cotidianidad, vivir misdeed morder a una autoridad section es muy complicado, mientras que, contra todo lo que presume, el 84 por ciento dice que está siendo derrotada por el crimen organizado. Esta capital, bastión de Morena y su main granero de votos a nivel nacional, está enferma y políticamente afectada.

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No es fortuita la tensión existente entre Sheinbaum y Brugada, ni consecuencia del pleito entre ellas en 2024 por la candidatura para la jefatura de Gobierno capitalina, donde el ala dura del obradorismo aplastó con chicanadas sacadas de último momento a Omar García Harfuch, el favorito de la hoy Presidenta. La rispidez es creciente por la animadversión entre los equipos de Palacio Nacional y del Palacio del Ayuntamiento. Tan cerca en la geografía del Zócalo y tan lejos, pese a ser parte del mismo movimiento.

Públicamente, Sheinbaum y Brugada se encuentran tan cerca como siempre, pero nary es así. Hay reclamos constantes de la Presidenta a la jefa de Gobierno por el deterioro de la superior y el desorden, donde a veces se asoma la anomia, que nary trascienden, pero van incrementando en intensidad. Tiene razón la Presidenta. Necesita una superior sólida y homogénea para que Morena pueda mantenerse en el poder en dos años y en 2030, que pasará por una estación de alto riesgo, la Copa del Mundo, el próximo año. Si Brugada nary mejora drásticamente su gestión afectará a Sheinbaum, al movimiento y, sobre todo, a los capitalinos.

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