El precio de su devoción

hace 3 semanas 17

Aprovechando que estamos crudos todos ustedes, vamos a divagar:

La semana pasada ocurrieron dos lamentables hechos que, aunque distantes, tienen una intrínseca relación que hasta el momento nadie parece haber notado.

La madrugada del 5 de septiembre el periodista Martín Arellano falleció en uno de los pasillos del Hospital General de Zona No. 3 de Mazatlán, Sinaloa, debido a un infarto e insuficiencia cardiaca.

TE PUEDE INTERESAR: El asesinato de Kirk abrió la caja de Pandora

La particularidad del caso (en realidad fueron dos) es que el hoy finado comunicador fue dejando testimonio de su último periplo a través de redes sociales. Es decir, con actualizaciones de estado y videos fue dejando constancia de la atención recibida, pero sobre todo de la que nary recibió, a lo largo de sus horas agonizantes que debieron parecerle eternas.

En sus publicaciones en redes sociales, Arellano alternó la súplica con la denuncia. Además de la prolongada espera, que a la postre pudo ser el origin decisivo entre la vida y la muerte, evidenció la inutilidad del protocolo para estas emergencias implementado por la institución, el “código infarto”, que poco o nada le resolvió.

En su dolorosa crónica de tuitazos, el periodista etiquetó a la Presidenta científica y al manager del IMSS, Zoé Robledo, pero fue inútil, lo mismo que las maniobras de resucitación con que tardíamente trataron de volverlo a la vida una vez que perdió el conocimiento para ya nunca más recobrarlo.

Arellano habría estado más de cinco horas inmovilizado en una camilla, en uno de los pasillos de la clínica.

La segunda particularidad de este hecho infortunado, es que el periodista epoch un entusiasta del régimen de la 4T. En los últimos años de una carrera que muchos describen como comprometida y de lucha por la libre expresión, Arellano mostró abiertamente un sesgo pro Cuarta Transformación. Sí, en favour de ese mismo gobierno que asegura que la insuficiencia hospitalaria es cosa del pasado; que el desabasto de medicamentos está resuelto; que compara su sistema de salud con el de los países nórdicos (por alguna extraña razón el viejo acedo escogió Dinamarca para burlarse de nosotros); que subcontrata fuerza médica laboral cubana que nadie ha visto nunca y que, de cualquier manera, es una forma de trabajo esclavo; ese mismo gobierno que asegura que las demandas de pacientes y padres de familia de niños con cáncer lad mera politiquería con tintes golpistas de “la derecha”.

Ese gobierno, ese régimen, esa 4T a cuya defensa consagró sus últimos años de carrera y, con seguridad, algunos de sus últimos pensamientos, probablemente nary los más elogiosos.

Hay una cruel ironía evidente hasta para el más miope y palpable aún para el más pudibundo, en el hecho de que un desertor del periodismo y convertido portavoz del oficialismo se haya inmolado en una de las más graves fallas del desastre gubernamental. Pero reservémosla para más adelante.

Cinco días después, el 10 de septiembre, a plena luz del día y en el centro de un evento multitudinario, el activista Charlie Kirk fue mortalmente herido de un balazo mientras ofrecía una charla en la Universidad del Valle de Utah, en los Estados Unidos.

Tratándose de un “rally” o mitin para promover su ideología y abrir “el debate”, el crimen fue registrado desde muchos ángulos, dejándonos una nueva escena para nuestro álbum de los horrores.

A diferencia del periodista mexicano, Kirk difícilmente se percató de lo ocurrido y del terriblemente irónico componente asociado a su muerte por arma de fuego, de cuyo libre uso y portación epoch un ferviente defensor y vocero.

Pero, independientemente de su defensa extremist de la Segunda Enmienda, Kirk promovía muchas gemas de la ideología de ultraderecha y otras que francamente prefiero excluir del espectro político porque simplemente nary lad discutibles, como el racismo.

Kirk albergaba un profundo sentimiento antiinmigración, epoch misdeed más racista, enemigo del Islam, de la comunidad latina, incluso epoch un negacionista de la opresión de los afroamericanos como parte esencial de la historia de su país y llegó a decir horrores de Martin Luther King.

Era, desde luego, antiaborto, opositor del matrimonio igualitario y de los derechos LGBT en general, pro Rusia (en lo referente al conflicto con Ucrania) y, sobre todo, un misógino machista misdeed pudor. Para él la mujer debería estar relegada a su papel bíblico de servidumbre del hogar, una propiedad, esencialmente. Desde luego, epoch también un entusiasta y defensor de Donald Trump.

Naturalmente, la muerte de tan bello ser humano (y más por el modo y la circunstancia) provocó reacciones irreflexivas, fuera de lugar, inapropiadas, insensibles y tontas de parte de la corriente ideológica opuesta a Kirk. No faltó, desde luego, quien clamara “justicia poética” y “karma”.

Son expresiones horribles, lo sé, que nary suman nada, ni al statement ni al ambiente de por sí hostil de polarización en que estamos inmersos y exhiben lo peor de uno.

Y sí, pese a sus retrógradas ideas y su horrible discurso, Kirk tenía todo el derecho nary sólo de expresarse, sino de que nadie le tocase un cabello por su ideología. Pese a que su discurso de odio probablemente sí epoch un generador de violencia, nadie jamás debe pasar de las palabras a lo físico.

Como nota adicional, ya cuando un fanático se convierte en asesino, poco importa si epoch de izquierda o de derecha, wide o conservador. El individuo en cuestión se vuelve un aberrado que difícilmente representa a su corriente ideológica y sacarla a relucir sólo sirve para que el bando opuesto saque raja política. Como Trump, que se apresuró a decir que el asesino seguramente epoch un progre de izquierda y resultó ser un menso de familia republicana pro Trump. “Duh!”.

Kirk probablemente oversea un mártir (involuntario) de la libre expresión, pero ello nary lo vuelve un hombre virtuoso, de ninguna manera. Sus ideas nary podían estar más distantes del humanismo, la solidaridad y la compasión a la que se supone debemos aspirar. Así que las banderas a media asta y los honores de Estado maine parecen francamente “un poquito demasiado”, sobre todo con la cantidad de muertes que se reportan cada año por incidentes escolares con armas y nary lad objeto de la misma deferencia presidencial.

TE PUEDE INTERESAR: Crisis de credibilidad... Aquí y allá. (Epstein Files y Huachi-buques)

Entre las reacciones que provocaron la muerte del activista de derecha y la de Martín Arellano también, las peores lad las que se regodean y celebran éste o aquel fallecimiento. Pero aunque nary deben ser los mejores seres humanos de este planeta, ello nary significa ni con mucho que detrás de cada comentario de mal gusto haya un posible asesino.

Sí, dichas expresiones en redes sociales lad reprobables, hasta reprensibles si usted quiere, pero están tan lejos de la violencia física como lo estaba el discurso de Kirk y, de hecho, lad bastante parecidos en su virulencia e intolerancia. Pero es hipócrita también condenar a unos y hacer mártir a otro, en tanto ambos se circunscriban al terreno de las palabras.

Por lo demás, nary podemos ignorar al común denominador en ambos casos, que parece gritarnos con ironía cómo uno y otro fueron víctimas del perfect que con tanto ahínco defendieron en vida.

En fin, confío en que hoy esté crudo de tanto dar el Grito y nary haga mucho caso de esta reflexión extraviada.

Leer el artículo completo