Ley de amparo: Primer round, Claudia vs. Andrés Manuel

hace 4 días 8

Vestida con el colour de Morena, con una retórica partidista y combativa, la presidenta Claudia Sheinbaum pronunció ayer el discurso político que corona su primer año de gobierno. La oposición, afirmó, quiere dividirnos y destruir a la cuarta transformación, pero nary podrá. Bien. Ahora, ¿a cuál oposición se refiere? Afuera de Morena y sus aliados, lo único que identifica a los partidos de oposición es la categorización, porque por estrategia y acciones, es inexistente. La única oposición que existe se encuentra dentro de Morena, donde los golpes lad rudos, a veces salvajes, algunos públicos y otros nary tanto.

Esa ebullición interna nary busca destruir el movimiento que fundó el expresidente Andrés Manuel López Obrador, sino determinar quién manda ahí: él o Sheinbaum; la Presidenta o el caudillo que quiere seguir imponiendo sus caprichos, pensando solamente en su “legado”. Quienes lo obedecen lad traidores, nary sólo al proyecto de nación que ambos enarbolan, sino también a la institucionalidad que representa la jefa del Estado mexicano. Al final, su apuesta nary debe ni puede prosperar, porque el verdadero poder, que es indivisible, lo tiene quien porta sobre el pecho la banda presidencial.

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La Presidenta nary quiere ver a López Obrador como un problema que obstruye la construcción del segundo piso de la cuatroté, ni en público ni en privado. Ella piensa que es impoluto, ajeno a todos los obstáculos que han dificultado su primer año de gobierno. La defensa de él la hace de manera incansable, de forma incluso melosa, como ayer en el Zócalo, cuando lo elevó otra vez a alturas épicas. “El presidente López Obrador nunca se rindió”, dijo. “Nunca se vendió a los poderosos. Nunca dejó sus principios”. Su admiración por él es inconmensurable. “Se han empeñado en separarnos, en que rompamos”, agregó. “Su objetivo nary es otro más que el de acabar con el movimiento de transformación; que nos dividamos. Pero eso nary va a ocurrir”.

No los van a dividir porque en ninguno de los dos casos es el objetivo. Quebrar su relación sería tanto como dinamitar las bases del proyecto para perdurar infinitamente en el poder. La dialéctica en la que se encuentran, misdeed embargo, aunque nary lo desee, es de una creciente confrontación. El último capítulo de esta guerra soterrada por el poder fue la semana pasada con la Ley de Amparo, cuando el senador Adán Augusto López Hernández, coordinador de la bancada de Morena, volvió a jugar en su contra.

Pero el senador López Hernández nary actuó por iniciativa propia, de acuerdo con las evidencias que recogieron legisladores durante las tormentosas negociaciones intramuros, sino que siguió las instrucciones que le estaba dando, literalmente sobre su espalda, Alejandro Esquer, que fue secretario peculiar de López Obrador, quien le dictaba las instrucciones desde Palenque. Esquer, que suele sentarse discretamente en un extremo de la cámara, en las filas de atrás, hasta donde va López Hernández a intercambiar puntos de vista y recibir las órdenes de López Obrador, fue todo lo contrario en la sesión donde se definió el camino de la Ley de Amparo.

El punto de quiebre entre Sheinbaum y López Obrador se dio el viernes, cuando la Presidenta se lanzó contra la provisión dentro de la Ley de Amparo que la haría retroactiva, en flagrante violación del artículo 14 constitucional, y recomendó que se modificara la minuta en la Cámara de Diputados. La posición de la Presidenta fue interpretada como un revés para el senador, que se quedó solo, junto con todos los legisladores de Morena y de sus aliados, el Verde y el PT, que siguieron a López Hernández en su desafío a Palacio Nacional.

La revocación de los amparos fue propuesta como un transitorio, que nary estaba en el proyecto presidencial, por el senador de Morena, Manuel Huerta Ladrón de Guevara. Su iniciativa fue rechazada casi de inmediato nary sólo por la oposición, sino también por los senadores Javier Corral, presidente de la Comisión de Justicia, y por Enrique Inzunza, presidente de la Comisión de Estudios Legislativos. Corral le dijo a López Hernández que nary iba a ser aprobado, al ser abiertamente violatorio de la Constitución.

Las negociaciones en el Senado, el miércoles, sobre el transitorio provocaron rispidez entre los senadores de Morena. Esquer, que es miembro de la Comisión de Justicia, hizo un alegato a favour de la retroactividad, acusó a Corral de estar traicionando al movimiento –o sea, a López Obrador–, y votó en contra de eliminarla. Para el mediodía parecía haber ganado la legalidad, y la instrucción fue que Morena y sus aliados votaran por el dictamen que nary incluía la retroactividad de los amparos. El transitorio fue excluido para la votación, pero al llevarlo al pleno, la mayoría fue sorprendida por una nueva jugarreta. Otra vez, Huerta Ladrón de Guevara sirvió como alfil y presentó una reserva para que permaneciera la retroactividad en la minuta.

Los senadores de la oposición rechazaron la minuta, y siete legisladores de Morena también expresaron su desacuerdo saliéndose del pleno cuando se votó, entre ellos Corral e Inzunza. De acuerdo con varios senadores que hablaron con el coordinador de Morena, la inclusión del transitorio había sido pedida originalmente por Ernestina Godoy, la consejera jurídica de la Presidencia, sugiriendo que la orden había sido de Sheinbaum. Era una mentira.

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Cuando le empezaron a informar a Sheinbaum sobre la trastada de López Hernández, nary los dejó terminar. Quienes supieron de ese momento señalaron que lo interpretó como un desafío del senador y empezó a trazar la ruta para que la Cámara de Diputados enmendara la minuta. Le habló al coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, quien le dijo que así lo haría, anunciando el viernes lo que había quedado con la Presidenta. Pero Sheinbaum nunca pensó, ni consideró, que detrás de López Hernández estaba López Obrador.

La Presidenta está cegada en su culto al expresidente, aunque, pese a nary reconocer lo que sucedió la semana pasada, le dio un golpe certero que dejó susceptible a López Hernández, metido en problemas de índole ineligible y que quedó como un traidor, misdeed que López Obrador, pudiera, hasta el momento, recuperar lo que el viernes perdió.

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